¿Cuánto queda para que votemos en unas elecciones con el móvil?

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El móvil se ha convertido en un dispositivo fundamental para nuestra jornada diaria, tanto personal como laboral. Hay pocas cosas que no podamos hacer con nuestro smartphone. Incluso cada vez es más frecuente poder pagar y transferir dinero a través del móvil. Sin embargo, hay algo que todavía se nos resiste. ¿Por qué no podemos votar el día de las elecciones con este dispositivo sin tener que ir a un colegio electoral, meter una papeleta (o no) en un sobre e introducirlo en la urna para que alguien lo recuente?

La tecnología, por decirlo de alguna manera, ya permite esta opción. Pero las garantías legales, jurídicas, éticas y de privacidad quizá todavía no estén lo suficientemente maduras como para dar el salto. ¿O sí?

Estados Unidos vuelve a tomar la delantera

Mientras que en España los votos telemáticos no han pasado de pruebas pilotos, recientemente una agencia de elección federal de Estados Unidos dio un pequeño paso hacia esa visión futurista.

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La Comisión de Asistencia Electoral, un organismo creado a raíz de la elección presidencial de 2000, ha aprobado hace poco una medida para actualizar las directrices con las que los fabricantes ponen a prueba sus máquinas de votación electrónica para asegurarse de que son seguras y accesibles, además de tener los certificados necesarios para su uso por los estados antes de las elecciones presidenciales de 2016.

Según los responsables, la tecnología puede mejorar aspectos prácticos de una elección, reduciendo además los costes que siempre hay asociados a unos comicios.

Primeros votantes con el móvil

Bryan Campbell y su equipo de la Universidad Rice en Houston (Texas) diseñaron una aplicación para teléfonos móviles para poder votar. Además, pidieron a 55 personas de edades comprendidas entre 18 y 69 años, con y sin experiencia con teléfono inteligentes, que votaran utilizando la aplicación o a través de sistemas electrónicos y de papel convencionales.

De esta experiencia piloto se pueden extraer interesantes reflexiones. Por ejemplo, todos los usuarios tardaron una media de 90 segundos más en emitir su voto en el sistema con el teléfono inteligente, pero se redujeron el número de errores cometidos en la votación, al menos entre las personas familiarizadas con los teléfonos inteligentes. Este grupo fue más preciso en la selección del candidato de su elección utilizando la aplicación que en un sistema convencional.

Pero no creas que el voto con el móvil es algo que viene aparejado con los smartphones. En la época en la que nuestros teléfonos eran solo móviles y no inteligentes, en el Reino Unido se hicieron las primeras pruebas del voto a través de SMS o mensajes de texto. Con estos simulacros, no solo se pretendía mejorar la seguridad y ampliar las posibilidades del voto electrónico sino que, una vez más, se buscaba aumentar la participación ciudadana. Según un estudio llevado a cabo en Reino Unido, la introducción de una opción de voto on-line en las elecciones podría aumentar la participación hasta llevarla a un porcentaje del 79%, un nivel no visto desde 1959.

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Más participación, menos costes

Este tipo de aplicaciones podría reemplazar algún día la necesidad de formar parte de largas filas de votantes, y podría hacer que las elecciones funcionen mejor. Los errores fueron ostensiblemente mejores en comparación con las máquinas electrónicas de votación o papeletas de votación. Si los informáticos pueden resolver los problemas de seguridad relacionados, la votación móvil podría ayudar a aumentar la participación electoral en el futuro entre jóvenes y ancianos propietarios de teléfonos inteligentes.

Además, este tipo de votación podría hacer algo más que mejorar la participación de los electores: permitiría votar utilizando una tecnología familiar. También, y no por ello menos importante, podría reducir los costos administrativos del funcionamiento de los centros de votación electrónica y la gestión de las máquinas de votación o papeletas de votación.

En estos costes hay que tener en cuenta tanto la confección, impresión y reparto de papeletas como la mera organización de las mesas electorales, el reparto de urnas, el recuento de votos y la limpieza de los colegios electorales. Se calcula que las elecciones generales de 2015 costaron cerca de 130 millones de euros, repartidos en Logística (12,5 millones), Administraciones Públicas (55,1 millones), Correos (48 millones) y telecomunicaciones (12,8 millones), más un millón y medio de euros destinados a imprevistos.

Aunque es evidente que no todas las partidas pueden verse reducidas, sí que el ahorro gracias a la tramitación electrónica podría ser alto. En el Reino Unido se calcula que el gasto se podría reducir en un tercio.

Y en España, ¿qué?

El voto a través del teléfono móvil en España ni está ni se le espera. Desde este blog nos hemos puesto en contacto con fuentes del Ministerio del Interior y con la Asociación Profesional de Cuerpos Superiores de Sistemas y Tecnologías de la Información de las Administraciones Públicas y ninguno de los dos tiene, en este momento, información al respecto de la posible utilización del teléfono móvil como sistema de voto en nuestro país. O, al menos, que se pueda compartir.

Pero esta posibilidad no solo se está explorando en Estados Unidos. Así, existió en Europa un proyecto para estudiar y desarrollar un sistema de votación electrónica moderna. La iniciativa Cybervote pretendía aumentar la participación de los ciudadanos europeos en general en todo tipo de elecciones y más específicamente la participación de los jóvenes, las personas con discapacidad física, immigrates y las personas socialmente excluidas. Pero entre los países participantes no estaba el nuestro.

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Sin embargo, otros países de nuestro entorno sí están haciendo sus primeros pinitos con estos sistemas.

Un arma electoral más

Son diversas y variadas las razones para no utilizar las nuevas tecnologías en procesos como las elecciones. Por ejemplo, en Suiza, la izquierda considera que Internet es sólo para gente rica y estos votan a la derecha por lo que “podría ser nuestra sentencia de muerte”. Mientras, los partidos de derechas entienden que Internet “era una cosa nueva para los jóvenes, y los jóvenes son más propensos a la izquierda, así que no es bueno para nosotros”.

Pese a estas reticencias, el país cantón es, junto con Estonia, dos de los pocos ejemplos donde se utiliza el voto móvil con el objetivo, en parte, de abordar el problema de la disminución de la participación.

Los votantes pueden ahora utilizar una tarjeta (o un identificador de teléfono móvil en Estonia) para emitir su voto durante un período determinado de tiempo. Estonia puso en marcha el voto electrónico en el 2005 y en 2009 casi una cuarta parte de todos los votos emitidos fueron on-line, mientras que el cantón de Ginebra, el voto electrónico es ahora estable en torno al 20 por ciento, una década después de que se empezaran a hacer los primeros votos electrónicos vinculantes.

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Sin embargo, existen aún muchos riesgos. Por ejemplo, en el caso de Estonia, tiempo después se descubrió que el software utilizado tenía vulnerabilidades de seguridad que podrían alterar a los votos totales o falsificarlos, según los investigadores independientes.

Estos fallos fueron descubiertos por un equipo de observadores que fueron acreditados para observar las elecciones municipales de octubre de 2013. Según esta denuncia, parte de la inseguridad de este sistema se debía a que los funcionarios electorales descargaban el software a través de conexiones de Internet inseguras, escribían los PINs y contraseñas a la vista de las cámaras o a que los ordenadores eran inseguros.

Como cualquier otro voto telemático y a través de Internet, el voto a través del móvil está aún en sus primeros estados de desarrollo y genera aún ciertos problemas y controversias, pero es bastante probable que las futuras generaciones tengan en ela un sistema con el que se sientan más cómodos.

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