Te vas a sorprender de cómo la ciencia está logrando doblar tu móvil

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Lenovo sorprendió a propios y extraños al presentar CPlus y Folio, sus dos primeros dispositivos con tecnología flexible, saltando del mero prototipo a un gadget que podíamos probar y doblar.

Patentes como las pantallas flexibles o transparentes eran algo en el aire desde principios de 2012, de incluso varias décadas atrás, como veremos más adelante, pero no ha sido hasta el Lenovo Tech World 2016 cuando estas promesas se han convertido en una realidad para el usuario.

CPlus y Folio: dos caras de una misma tecnología para doblar

Lenovo Tech World with Meghan McCarthyLenovo Tech World with Meghan McCarthy

CPlus es un smartphone Android —concretamente bajo la versión 6.0.1—. Pero también es un smartwatch: se puede usar como un teléfono móvil normal y corriente, con la particularidad de transformarse en wearable, adaptándolo al brazo como si fuese un brazalete.

Folio, por su parte, es una tablet —tal vez deberíamos decir phablet— convertible. Sus dos caras pueden juntarse y transformarse en una pantalla mucho más grande. Parece que el futuro se dirige hacia los convertibles, dispositivos multi-situación además de multitarea.

CPlus incorpora panel táctil de 4,36 pulgadas y es flexible por cuatro diferentes ángulos. Su cuerpo exterior se compone de un aluminio maleable similar al de las tuberías de exteriores, sumado a un esquema de bisagras de plástico: primero una banda de tres bisagras, luego un espacio para el control de volumen y botón de apagado o bloqueo, otra banda de cinco bisagras, otro espacio, tres bisagras, espacio y dos bisagras. ¿Por qué así?

Bajo la sobrecubierta protectora, en panel, que no es otra cosa que una pantalla de plástico y el cuerpo de goma, tenemos a uno de los lados plegables una batería rígida y a otro el cuerpo electrónico, el verdadero músculo.

BEND

De esta manera se diseña un smartphone panorámico, más alargado que la media, y que se adapta como un guante al contorno de nuestro brazo. Según lo usemos de un modo u otro, la propia interfaz cambia de perspectiva para mostrar la información cómodamente. Además del asumible giroscopio, las bisagras se autobloquean cuando lo usamos en modo pulsera, para evitar que se nos pueda escurrir y caer.

Folio, como decíamos, puede doblarse por su centro como un periódico y cambiar de su formato normal a una pantalla de 7,8 pulgadas, mostrando el doble de información en pantalla. Si lo plegamos, tendremos un potente smartphone de 5,5 pulgadas por ambas caras. Una de sus virtudes reside en la banda central, completamente útil y táctil, que podemos usar tanto vertical como horizontalmente. Si, por ejemplo, sólo queremos usar una de las pantallas, la otra mostrará información adicional, podremos usarla como zoom para lectura o cuando abrimos alguna aplicación fotográfica.

Folio

No sabemos dónde está el punto de quiebre en estos dispositivos, pese a que el material pueda fatigarse de tanto flexionarse y acabar deteriorándose —una bisagra cualquiera de plástico ofrece varios millones de ciclos—pero lo que está claro es que los smartphones flexibles plenamente funcionales ya existen y Lenovo sabe cómo hacerlos.

¿Qué historia nos cuenta la tecnología flexible?

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Sin ponernos especialmente exigentes podríamos decir que el concepto del display flexible nació en 1974, cuando el inventor Nicholas K. Sheridon presentó a sus colegas Gyricon, una pantalla con unas propiedades que imitaban al papel. Incluso podríamos citar el uso del celuloide y otros materiales plásticos para la impresión fotográfica como precursores de los polímeros flexibles actuales. Pero no fue hasta 2003 cuando Gyricon pasó a ser el papel electrónico que necesitaba la empresa californiana de investigación Xerox PARC.

El uso de “papel electrónico” siguió durante la década con meras demostraciones puntuales, pero en ningún modo se podían enrollar ya que la tecnología aún no permitía pantallas lo suficiente delgadas. Incluso las pruebas con paneles similares a los telesketch —las famosas pantallas mágicas para dibujar de los más peques—, que simplemente se trata de polvo de grafito imantado, daban problemas cuando se pretendían doblar.

En Japón tampoco se quedaron atrás. El RIKEN, Instituto de Ciencias Naturales de Japón, que cuenta con unos 3.000 científicos, trabajó en pantallas enrollables basadas en TFT (transistor de películas finas). En paralelo, del Laboratorio Cavendish en la Universidad de Cambridge nace Plastic Logic, una empresa comprometida en el devenir de las pantallas flexibles en blanco y negro, basada en la tecnología OTFT (organic thin-film transistor). Efectivamente, usaron paneles de plástico en vez de vidrio, pero la resolución dejaba bastante que desear.

ReFlex

En otra universidad, en Queen, Canadá, el equipo Human Media Lab dirigido por el profesor Roel Vertegaal presenta en 2004 PaperWindows. Su estudio, el cual puedes consultar directamente aquí, también orbitaba en torno a la digitalización del papel. Los años unieron los equipos de Human Media con Xerox PARC y Plastic Logic, con el firme propósito de llevar estas alianzas a la electrónica de consumo.

La promesa del grafeno

Mientras tanto tenemos a los ganadores del Nobel de Física en 2010 Andre Geim y Konstantin Novoselov, por sus avances y descubrimientos en las propiedades del grafeno. El grafeno se presenta como forma bidimensional de carbono puro, un familiar erudito del polvo de grafito que citábamos anteriormente. A nivel molecular se ha comprobado entre 100 y 200 veces más fuerte que el acero, con alta conductividad eléctrica, capaz de recuperar su forma, transparente, con gran tolerancia a las altas temperaturas y lo que más nos interesa: posee gran elasticidad y es prácticamente indestructible en 2D. ¿Y qué tenemos en 2D? Exacto, el panel de un smartphone.

De momento, los costes para producir de manera estable una pantalla de cinco pulgadas de grafeno son algo elevadísimo y muy complejo de conservar. El precio del centímetro cuadrado de grafeno no baja de los 10 euros. Y siempre y cuando soluciones como polvo de grafeno u óxido de grafeno se adquieran a escala industrial.

Volvamos a Human Media Lab. En 2013 sus avances progresaron hacia ReFlex, presentando una pantalla que permitía mayor tolerancia —o que ofrece menor resistencia— a deformaciones desde su punto central, pudiendo doblarse hasta los 40 grados, aunque las puntas son semirígidas.

Polimero flexible

Sin progresar en este punto, el mismo laboratorio presentó HoloFlex, una tecnología por puntos que renderiza imágenes en 3D sin necesidad de gafas de realidad aumentada, utilizando tecnología FOLED (Flexible Organic Light Emitting Diode). Según comentó el propio doctor Roel Vertegaal, «al doblar la pantalla, los usuarios pueden ver cómo las imágenes escapan literalmente de la pantalla. En una videoconferencia podemos ver las caras representadas correctamente desde cualquier ángulo».

El concepto de las pantallas polimórficas, basadas en celdas hexagonales, no proliferó. Del OLED se saltó al AMOLED y súper-AMOLED. Prototipos como Youm o Kinetic aún deben emprender un largo recorrido, mientras las pantallas curvas son toda una realidad desde hace algún tiempo. Monitores como el magnífico Lenovo Y27g, una de las primeras pantallas curvas para gaming, con una tasa de refresco de 144Hz y una mínima latencia de 8ms dicen mucho de los amplios progresos que se están logrando en este campo.

Más allá de la pantalla

Pantalla curva

Los exteriores, en realidad, son los elementos más sencillos de fabricar. Una carcasa maleable apenas subiría el precio de un terminal. La clave está en el interior. ¿Qué hay del resto de componentes? No sólo debe evitarse que la pantalla haga “crack”. Se ha recurrido a baterías más gruesas y “cortas” frente al estándar que tiende a adelgazarlas. Otro recurso es el uso de resina epóxica para la fabricación de las placas (motherboards), un polímero algo más flexible que la vieja resina fenólica.

Mientras que las pantallas curvas prometen mayor inmersión, gracias a una falsa sensación de mayor profundidad de campo generada por la distancia entre nuestros ojos y el televisor, los smartphone curvos atienden a un deseo de movilidad, de poder plegar y reducir el espacio de los cada vez más amplios terminales. Así nacieron patentes como la pantalla-papiro de la siguiente imagen. En cualquier caso, aún no se ha traducido a “producción en masa” ninguno de estos avances.

Patentes

Más allá de terminales como G Flex, que en realidad sólo comprenden una forma curva pero no flexible, se ofrece un vasto mercado por conquistar. Un caso similar ocurre con e-reader como Flex ONE o PocketBook: caemos en la confusión de llamar flexible a algo que es simplemente curvo. Porque la esencia está en la capacidad de deformar y devolver a la posición de “reposo” los componentes internos. Una tecnología curva, como hemos visto en cientos de wearables, es perfectamente funcional hoy día. El escollo surge cuando la pieza debe cambiar de forma y adaptarse.

Se sospecha que en la próxima Mobile World Congress 2017 se presenten los primeros modelos flexibles, con visos a comercializar en verano. No obstante, Aymar de Lencquesaing, co-presidente de grupo empresarial móvil de Lenovo, declaró en una entrevista que un CPlus de uso cotidiano aún tardaría unos 5 años en llegar. Esta es una carrera donde la ciencia, universidades y laboratorios de todo el mundo, han puesto su granito de arena. Ahora depende de las marcas redefinir ese futuro lleno de curvas.

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