“La tecnología no tiene ningún papel en la universidad ahora mismo”, entrevista a Enrique Dans

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La universidad española necesita una transformación tal y como está entendida en este momento a la hora de enfocar el uso de la tecnología. El Profesor de Sistemas de Información en IE Business School, Enrique Dans, es experto en la materia y su punto de vista es muy crítico, empezando por la desaparición completa del papel en el proceso educativo y terminando por el sistema de enseñanza a la hora de primar la memorización antes que el aprendizaje de un sistema y uso de las herramientas a nuestro alcance.

La tecnología avanza a una velocidad vertiginosa mientras que la universidad sigue alejno ada de los últimos avances. Más allá de tener el último ordenador, el tablet o el smartphone de turno a mano, el debate se centra en cómo sacar el máximo provecho a una etapa crucial en la vida de muchas personas, un camino de preparación previo a la vida laboral que también se está transformando en nuevas alternativas online y con empresas implicadas. La universidad necesita abrir sus puertas a una tecnología que transforme el sistema desde la base, no con simples cambios estéticos para la foto.

Según su experiencia como docente, ¿cuál es el papel de la tecnología ahora mismo en el aula en la universidad?

La tecnología ahora mismo no tiene ningún papel en la universidad. Es absurdo, seguimos anclados a una metodología general, salvo muy honrosas excepciones, una metodología que no utiliza la tecnología para nada, que simplemente se basa en la memorística, en dar apuntes en clase, y en el peor de los casos a leer unos apuntes… y en el mejor de los casos interpretarlos un poquito. La bidireccionalidad es prácticamente nula, la gran mayoría de las clases universitarias de nuestro país son puramente unidireccionales y nadie pregunta, nadie levanta la mano ni nada por el estilo, ni el profesor hace ni siquiera ademán de buscar mínimamente una participación. Al final es tratar de obtener de unos apuntes, que un cierto porcentaje de los alumnos acuden y toman ellos mismos y otro cierto porcentaje simplemente tratan de encontrar unos que estén bien tomados, sin más.

Cada poco tiempo surge un nuevo estudio que saca el planteamiento a favor o en contra sobre lo que distrae la tecnología en clase, ¿cuál es su punto de vista al respecto?

No hay estudios serios de ningún tipo. Lo más que puedo decir de la tecnología es que es absolutamente inevitable. Sería completamente estúpido tratar de recrear un entorno aislado del mundo y que no siguiese el progreso tecnológico, donde las personas tienen que desconectar cuando entran en él, eso no es sostenible. Entonces el escenario de ‘no vamos a meter la tecnología porque ¡oh Dios mío, si se distraen!’ es directamente estúpido, no tiene ningún calificativo, por mucho que diga cualquier estudio, sobre todo porque los estudios están mal hechos. Los estudios tienen en cuenta la introducción de la tecnología en un entorno que no aprovecha esa tecnología. Es decir, si yo meto tecnología en un aula de universidad por supuesto que la gente se distrae con ella, porque yo lo que tengo que hacer es cambiar la metodología. Si yo meto ordenadores y les digo a los alumnos que lleven su ordenador portátil a un aula y, simplemente, sigo dando apuntes como antes, pues lógicamente, dado que lo que doy es un coñazo que te mueres, los alumnos lo que harán será consultar su email, estar con el whatsapp, hacer otras cosas, sencillamente, porque se aburren y les hemos puesto delante un incentivo, un aparato versátil, con el que pueden hacer diez cosas, lógicamente.

Ahora, si además de meter tecnología cambio la metodología y reoriento para que ese cacharro que tienen ahora delante les sirva para buscar información, para plantear preguntas sobre la información y el profesor en vez de ser el que más sabe y el que da los apuntes se convierte en alguien el que genera dudas, que enseña a investigar, enseña a filtrar información, etc., verás cómo la cosa cambia. Entonces, todos esos estudios que dicen que ‘oh! es que la tecnología distrae’, obvian el hecho de que la tecnología no es ni buena ni mala, es simplemente inevitable y hay que meterla. No hay ninguna discusión sobre si hay que meter o no meter la tecnología, si alguien la tiene es que no se ha enterado de nada.

La tecnología no deja ser al final como el papel, es un medio, una herramienta. ¿Cómo sería posible traducir esa herramienta a algo interesante, que dejemos de debatir si la tecnología bien, la tecnología mal, sino que convirtamos esa tecnología en una herramienta que se pueda utilizar tranquilamente y que no haya dudas sobre ella?

La tecnología tiene muchos efectos, como herramienta por supuesto se puede usar bien mal o regular. Un martillo puede ser una herramienta para clavar un clavo y puede ser una herramienta muy interesante para matar a alguien en un momento dado. Lo que hay que pensar dentro de la educación es, primero, si el papel de esta es ayudar a las personas a desenvolverse en un medio en el futuro, pues la tecnología es completamente inevitable, porque hagamos lo que hagamos, la gente se va a tener que desenvolver en un mundo que están rodeados de objetos basados en tecnología.

Tendríamos que empezar dignificando la tecnología dentro de la educación. No podemos pensar que va a ser sostenible un sistema que empieza en los colegios por enseñar tecnología como algo que no está dentro del curriculum, no es para nota, es una especie de asignatura blandita, donde lo que le enseñan a los alumnos es Word, Power point y Excel.

La tecnología tendría que ser vertical, es decir, la tecnología como asignatura al mismo nivel que la Física, la Química y la Biología. Yo no doy Química para que los niños se conviertan en químicos, la doy porque es bueno que entiendan que vivimos en un mundo con objetos que tienen componentes químicos y que es bueno entender por qué el agua es como es, o por qué el azúcar tiene lo que tiene. La tecnología es exactamente lo mismo. Yo no busco que los alumnos se metan a ser profesionales de la tecnología, aunque algunos posiblemente lo hagan, lo que busco es que entiendan cómo o por qué funcionan los objetos que tienen a su alrededor, un ordenador, un móvil o lo que sea.

Y el segundo componente es horizontal, utilizar esa tecnología en todas y cada una de las asignaturas, es decir, la persona que da clase de Historia no puede llegar a una clase y decir yo soy el que sé de Historia y os lo voy a contar, vosotros tomad apuntes, porque eso ya no funciona, no importa cuánto sepas de un tema, siempre hay alguien de fuera que habrá leído o tendrá acceso en ese momento a mejor información que tú. Es la gran regla hoy en día, escribas o hables de lo que hables. Con lo cual, ¿qué tienes que hacer? Pues fomentar eso, fomentar que los alumnos utilicen la tecnología en todas las asignaturas para buscar información, cualificar información, enseñarles a base de reiteración cómo se cualifica y se escoge bien la información, cómo se organiza un sistema de entrada de información, almacenamiento de información que puede ser útil reutilizar en un momento dado de manera eficiente y salidas de esa información para generar trabajos, preguntas, todo tipo de cuestiones que no sean replicables de un momento para otro.

Se vuelve al punto de la educación más como un método que como una regla estricta de 1+1=2, porque lo que interesa es entender cómo surge el resultado y aplicarlo a nuestra vida y nuestros conocimientos.

Es que la educación tiene que ser forzosamente metodológica, porque el resultado ya está en la web. Yo si quiero utilizar un caso de Harward, como he hecho toda la vida, me voy a encontrar con que los alumnos meten el título del caso y se encuentran 10 repositorios de información con el caso y con planteamientos del caso de otros alumnos que ya lo hicieron anteriormente, ya no vale para nada. Tengo que pensar en un cambio metodológico que el resultado final no sea ‘toma, esta es la respuesta’, no, la respuesta está en el camino, cómo te buscas la vida para analizarlo, cómo generas información, analizas y presentas una alternativa que sea coherente. Igual no hay una solución, puede haber varias, la solución no es lo que la empresa hizo, a lo mejor lo que la empresa hizo no estuvo bien, habría habido mejores soluciones y lo interesante es discutirlo y entrenar el sentido común.

Este es un cambio muy gordo, muy importante, porque en este momento la situación es que seguimos entrenando a nuestros estudiantes para aprenderse cosas de memoria. Piensa que estamos diciendo esto y está habiendo hoy mismo oposiciones a puestos en un montón de sitios, notarios, registradores de la propiedad, jueces, que llegan ahí después de no sé cuántos años intentando aprenderse penosamente de memoria unos textos que están ahí a golpe de un click y que si se los tuviesen que memorizar se los aprenderían naturalmente a base de usarlos, no aporta nada sabérselos de memoria. Es gente que se ha pasado no sé cuántos años estudiando para después ponerse delante de un tribunal y recitar una serie de textos que seguirán ahí… Es completamente absurdo y, sin embargo, seguimos insistiendo en ese método constantemente y todavía hay que dice ‘Ay, no, ¡qué la tecnología distrae!’, ¡pero hombre por Dios, esto qué es!

¿Cómo se puede salvar y adaptar la distancia entre el avance tan rápido de la tecnología y el profesorado?

Es imposible y frustrante intentar estar completamente actualizado. Tenemos que olvidarnos de la idea de que el profesor es la fuente del conocimiento, es imposible que lo sea ni en su propia asignatura, menos aún en tecnología. Entonces, qué tenemos que pensar? Yo voy a utilizar la tecnología que conozco, búsquedas, el uso de internet, etc. para daros acceso a la información, me voy a centrar sobre todo en cualificaros la información, y enseñaros por qué, la calidad de la información, fuentes… y a partir de ahí la tecnología la ponéis vosotros. Si vosotros de repente resulta que os habéis hecho unos magos del Periscope y unos magos del Meerkat, la herramienta que anteayer no existía… pues jolín, preséntame un trabajo así, el profesor y la clase van a flipar. Todos vamos a quedarnos encantados porque hemos visto cómo se usa una herramienta que solo cuatro en clase, o uno, saben utilizar. Yo no puedo pedirle el profesor que esté completamente actualizado, ni que sea capaz de editar un vídeo con 15 herramientas distintas y haciendo un plano secuencia.

A veces ni los conocimientos de tecnología más básicos llegan a la universidad y a quienes imparten sus materias.

Pero es que no hemos alineado los objetivos para ello. Si tú no les pones un objetivo claro la única razón que tienen para actualizarse es su propia vocación, que muchas veces es escasa, o les come medio día, sencillamente. Les mueve un eje de prepararse los apuntes, dar la clase, corregir exámenes, si te come medio día, acabo dejando el tema de la preparación tecnológica para mis ratos libres y muchas veces acabo no haciéndolo.

¿Qué tengo que hacer? Pues, explicarle al profesor que su continuidad no va a depender de que un día se saque una oposición y ya es catedrático, no. Su continuidad va a depender de que sus alumnos le pongan unas notas y que esas notas tienen que cumplir unos mínimos. Nosotros en el Instituto de Empresa hacemos esto mismo. Si yo bajo de cuatro en las encuestas de mis alumnos, mi director me llama y me dice ‘¿qué pasó aquí?’. Y si me vuelve a ocurrir mi director me dice ‘vete a clase con otro profesor del área que saque buenas encuestas para ver qué es lo que hace él y tú no haces’. Entonces, el sistema tiene que retribuir al profesor que lo hace bien y el alumno tiene que ser quien juzgue, ‘he aprendido aquí, me ha motivado’, o al contrario, ‘me he aburrido como una ostra’; vaya, si es para eso, cuélgueme los apuntes en la red y ya me los leo yo. Si no meto los incentivos adecuados el profesor no se va a preparar algo que no le estén pidiendo.

En los últimos años están surgiendo varios ejemplos de nuevos planteamientos que quieren buscar dar un giro a la universidad. Entre ellos está Enstitute o The Next Big Think que buscan que el estudiante aprenda mientras trabaja, al tiempo que tiene un trabajo remunerado. ¿Cómo ve esta alternativa a la hora de desarrollar una formación y posterior carrera?

Puede ser, yo creo que hay que tener un poquito de todo, hay que tener una base teórica metodológicamente, que es lo que te aporta más el profesor académico digamos, que pone orden en los conceptos. Creo que hay que suplementar eso con profesores mucho más pegados a la vida real. El profesor académico ya preocupará de no despegarse de la vida real si tiene un mínimo de instinto de conservación, pero, además, te hace falta gente que esté haciendo eso. Yo en mis clases no puedo ser un experto en todos los temas que doy, con lo cual cuando hablo de posicionamiento en la web pues me traigo a alguien que lo explica y que trabaja en eso.

Como parte del proceso educativo pues puede haber unas prácticas, puede haber un internship entre empresas, pero yo creo que hay que compaginar muchas cosas y hacer que sea una experiencia que sí sea merecible, que el alumno entienda que está formándose para una cosa, teniendo en cuenta que, además, la proyección de trabajo va a cambiar, está formándose para una cosa que le tiene que apetecer hacer, no te digo que sea dentro de la Universidad como quien va de vacaciones, pero por lo menos que vaya a la universidad con una cara distinta.

En estos casos el salto a la empresa puede ser un impacto con tan solo 17 ó 19 años, y además no eres sólo un becario, sino que son prácticas remuneradas cobrando bien. ¿Dónde queda la transición y formación de la universidad previa al salto?

Por eso yo creo que hay que compaginar cosas, yo creo que el internship está muy bien cuando lo planteas de la manera adecuada. Si coges a un alumno que sale del instituto el nivel de madurez que tiene para formarse en un entorno profesional es muy escasito. Yo creo que ahí sí conviene dar una base técnica determinada con una serie de cuestiones y, sobre todo, que la tecnología te lleve a formarte en ese tipo de cuestiones: en madurez, en contexto, en empeño de todas las maneras posibles en que los trabajos de clase no sean trabajos para un profesor, sino que fueran trabajos que prepararían si su jefe se lo estuviese pidiendo. Hay un momento a partir del cual tienes cierta madurez como para que te pidan cosas de una empresa y no los interpretes como ejercicios de clase sino como otra cosa. Creo que esto funciona cuando lo simultaneamos con el desarrollo del individuo.

La educación no solo cambia por el uso de dispositivos sino por el acceso a la información. ¿Cómo se puede aplicar el cambio desde el actual planteamiento de memorización?

La memorización tiene que surgir de forma natural cuando usas las cosas, aprendes porque las usas, porque te resultan atractivas. Hincar los codos y chapar para que te quede memorizada una cosa no tiene ningún sentido metodológico cuando la información está a golpe de un click y nadie me puede venir a decir ‘oye, y si se rompe internet entonces qué pasa’, es absurdo. La educación tiene que llevarnos a que una persona sea capaz de manejar los recursos adecuados para obtener la información que necesita en cada momento y parte de esa información se le quedará en la cabeza por pura reiteración.

¿Y a la hora de aplicarlo en clase?

Yo lo que hago es, de entrada, hacer los exámenes todos con ordenador abierto y tú puedes utilizar lo que te dé la gana. Hay cierta discusión sobre si se puede utilizar por ejemplo software de mensajería instantánea, que en este momento lo tenemos restringido, aunque es un recurso en el fondo, tú puedes preguntar a la persona adecuada, aunque está restringido para que una persona se concentre en encontrar sus recursos por sí mismo, pero el examen es con ordenador abierto, por lo que las preguntas tienen que ser óptimas. El resultado de una pregunta no puede ser un copia y pega, tiene que ser un replanteamiento de las preguntas y del enfoque de la metodología.

Al hilo de esto, tu postura sobre los apuntes es drástica (16 de marzo de 2015): quiere “eliminar de manera radical el papel en el proceso educativo” (Y en todas partes) “y fomentar el uso de dispositivos”. ¿Podría surgir cierta brecha digital entre quienes puedan permitírselo y los que no? ¿Cómo la evitaría?

Yo no puedo pedir en determinados sitios que todo el mundo tenga un ordenador portátil, pero empiezo a poder pedir que tenga un smartphone a partir de un cierto nivel de precio. Lo que no quiero es que una persona se gaste en libros de texto, que son completamente absurdos hoy en día, el dinero que podría haberse gastado en meter un ordenador en su bolsillo con una potencia mayor del que llevó el hombre a la luna. Y tampoco me sirve que llegué el profesor y me diga ‘no, es que si les damos un móvil van a estar todo el rato con el Whatsapp’; vale, haz tu clase entretenida para que no sea así, tendrás que competir con otros estímulos para que no estén jugando al Minecraft. Oye, si están jugando al Minecraft suspenderán, la vida es dura. Hay que educarlos en responsabilidad.

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También están creciendo las ofertas en educación a distancia con método online, facilitando el acceso sin importar la localización o el tiempo. Usted definía la educación online en mayo de 2012 como “un producto mejor debido a las mejores posibilidades del medio. Los smartphones y tabletas ayudan a que la presencia del alumno en la plataforma sea más ubicua: los alumnos, realmente, no desconectan, y el proceso de aprendizaje se vuelve más eficiente”. ¿Este tipo de educación es una alternativa cada vez más importante a futuro? ¿El alumno es más autónomo y tiene que trabajar más sus formación?

Sí, pero hay que combinarlo. El online es muy interesante, es un canal de más profundidad, es decir, yo los contenidos que utilizo, si los he usado online, tengo mucho más experiencia y los he tratado con mucha más profundidad que cuando los trato en una clase, sencillamente porque en online tienes acceso a más recursos en cada momento. Yo como profesor en una clase lo único que tengo es lo que tengo en la cabeza, y alguna búsqueda que puedo hacer en tiempo real, pero en medio de la clase tampoco quieres ponerte a ver si encuentras o no encuentras, normalmente tiras de recursos que sabes. En una clase online no, es completamente distinto, ni yo estoy restringido a lo que tengo en la cabeza ni el alumno lo está, además, el alumno tiene como recursos directos todo aquello que esté al alcance de su ratón, un mail, un video de Youtube, puede poner lo que le dé la gana. Lo que funciona es poner a los alumnos en un entorno presencial que se conozcan y trabajan en un grupo y vean cómo responde cada uno, etcétera y, después, llevárnoslos al entorno online. La experiencia en online es mucho más potente y el alumno acaba teniendo más sensación de pertenencia a un grupo y más de trabajo con sus compañeros que el grupo presencial. Es curiosísimo, porque como son, en general, alumnos que no desconectan, como le pasa a la mayor parte de la generación joven, son gente que están trabajando, o están en su casa con su familia, pero en cualquier momento tienen interrupciones con el dispositivo que tengan encima y ven una pregunta, o lo que sea en cualquier momento y pinchan la webcam y hablan con uno del grupo. Se genera un entorno en el que la gente ya no percibe lo online como algo separado sino como un componente de su vida.

La cara opuesta de la educación a distancia sigue siendo la ausencia de una sociabilización, que también aporta un gran valor al proceso. Por más avances que pueda ofrecer la tecnología, ¿esta barrera seguirá siendo un condicionante difícil de superar o llegará un punto en que sea posible?

No hay por qué plantear una sustitución, lo que hay que plantear es que a medida que estas herramientas sean más ubicuas acaba siendo completamente vehicular. Yo ya no tengo claro con amigos míos qué cosas he hablado en persona y con un café delante y qué cosas he hablado por hangouts o por Skype. Para mí, tener una persona en la pantalla versus tenerla delante ya no me preocupa demasiado, es una situación parecida en cuanto a interacción.

Dicho esto, el online tiene sus limitaciones, yo como profesor sé que tengo que reducir todo lo que pueda mi componente sincrónico, yo no puedo dar una clase delante de una cámara para que mis alumnos interactúen conmigo porque es que voy a pillar a varios de mis alumnos en un huso horario que les hago levantarse, abrir el ojo a las cuatro de la mañana.

¿Cómo se podría dar la aplicación de esta metodología mezclando presencial y online en una universidad más generalista, con clases de 100 o 200 personas?

En online sí hay determinadas herramientas que te permiten coordinar grupos de 3.000 personas, yo no creo que sean la panacea, pero para determinadas metodologías funcionan de maravilla. Para enseñar contabilidad a mí me parece muy bien que una persona esté ejecutando una serie de módulos que son auto-ejecutados, digamos, que hay un profesor detrás más que para las dudas; ni siquiera tiene que ser un profesor, puede ser un tutor. Sin embargo, en otras cuestiones, yo creo que el papel del profesor no es demasiado sustituible. A lo mejor lo digo porque yo profesor, pero en este momento no lo visualizo. Depende del tipo de contenido, de la metodología de cada momento.

Esperamos que la máquina no sustituya el profesor, que no deshumanice la educación.

Depende, hay cosas en las que yo estaría encantado. Que una máquina lea los trabajos de mis alumnos y en función del contenido analizado semánticamente les ponga la nota me parecería fantástico, firmo mañana. Es inevitable que haya un montón de tareas para la cuales la máquina vaya siendo adecuada y otras que seguramente que no es bueno que sea así.

La tecnología también está presente en los contenidos, más aún con la última compra de Lynda por parte de Linkedin, ¿hacia dónde cree que va el futuro en este terreno? 

En general, la industria de los contenidos en la educación es muy controladora, como en otros ejemplos. Se ha limitado a crear un contenido que procuraba modificar todos los años, aunque no hubiera razones para ello de ningún tipo. Cuando llegó el cambio tecnológico… ‘ah, pues ahora el libro de texto en vez de hacerlo en papel lo vamos a convertir en una aplicación para el iPad, exactamente igual’. Es que no es eso, el contenido cerrado ha muerto, es que el libro de texto aunque sea el súper Gray de Anatomía o el Lehninger de Bioquímica, que son libros impresionantes creados y testados a lo largo de generaciones de médicos y de biólogos, pues está muy bien como esqueleto de contenidos, pero se pueden enriquecer en tiempo real con muchas más cosas.

El contenido cerrado tiene una vida muy limitada y sobre todo en determinados niveles favorecen unos efectos que son muy peligrosos, llámale adoctrinamiento, sesgo… Tenemos que pensar que la industria de contenidos tendrá que crear esos esqueletos de contenido con algunos elementos, pero tendrá que suplementarlos con herramientas abiertas.

En noviembre de 2008 afirmaba: “El profesor ya no puede aspirar a ser el que más sabe o el que tiene la mejor información sobre un tema en una clase o foro determinado, sino a ser el que mejor motive la discusión productiva sobre el mismo”. ¿Sigue manteniendo esta hipótesis? ¿Cómo cree que ha afectado este cambio a los profesores de la actualidad?

Depende mucho, depende de lo que hayas introducido metodológicamente. En general, puedes seguir defendiendo el hecho de que si eres un profesional responsable, que vas a tener una profundidad y extensión de conocimiento en tu área mayor que tu alumno. Ahora bien, si no has cambiado tu metodología y tu alumno sigue llegando, sentándose y sacando un papel para tomar notas pues seguramente no has notado demasiado eso.

Ahora, si has permitido que entren en tu aula herramientas con portátiles o smartphones lo que sí puedes notar es que tú estés diciendo algo y el alumno levante la mano y diga ‘es que acabo de encontrar algo aquí, esto es de anteayer y dice que lo que usted dice no es correcto’. A veces te parecerá fatal, como que te están desafiando, pero es genial que un alumno pueda plantear en función de información que tiene él en ese momento por el cacharro que tiene delante o por la lectura que hizo antes de ir a clase una discusión con lo que dice el profesor.

Yo estoy utilizando un montón de herramientas distintas. Antes, discutía en la clase y después le pasaba a los alumnos enlaces relevantes sobre la discusión que son los que en general yo había utilizado para preparármela. Ahora es al revés, les paso a los alumnos los enlaces que yo utilicé para preparar la discusión, les digo que los lean, se los preparen y añadan lo que les dé la gana y después voy y discuto. Es muy distinto, el delivery que yo tengo y la profundidad de discusión. Antes era yo el listillo, a ver con esta experiencia y tengo un blog y no sé qué…. llegaba allí en plan subidito, ahora no, lo que espero es que ellos empiecen la discusión lo más arriba que puedan.

Otra herramienta: Chromecast, lo pinchas en una pantalla en clase y el alumno puede decir en cualquier momento ‘mira, me acabo de encontrar esto’, lo manda al Chromecast sin ningún problema y lo podemos discutir. Herramientas de este tipo te permiten darte cuenta de que tú no puedes cubrir todo.

La red también ha supuesto un nuevo escaparate para los profesores. Se pasa de publicar en los medios especializados y a los que es posible que solo unos pocos tengan acceso a compartir ese conocimiento a través de medios abiertos y a los que es fácil llegar. ¿Cómo esto ha influido en la divulgación del conocimiento?

Hay distintos canales y no son excluyentes, todos tienen validez. El journal académico, bien entendido, lo que te ofrece es un sitio donde tú envías una publicación que contiene una investigación generalmente original o un review combinando varias de ellas que aporta valor y que sometido a un proceso de revisión con dos o tres reviewers anónimos que no conozcan al autor emiten un juicio e intentan mejorar el estudio y luego el editor toma la decisión de publicarlo o no. Durante este proceso se genera un valor.

Dicho esto, también se puede generar un valor de otro tipo si este paper se publica en abierto y se permite que lleguen reviewers de todas partes en un régimen mucho más sencillo de gestionar. Pero por otro lado tiene otros factores: si yo me llamo Einstein seguro que a muy pocos les apetece entrar a mi paper a discutirlo, por mi reputación. Por lo que este proceso va a ser válido para algunas cosas pero no para otras. Seguramente va a ser válido para que llegue gente e intente, modestamente mejorarlo con su aportación, pero no va a ser válido para dudas más conceptuales de base.

El desarrollo de la ciencia pasito a pasito no es lo mismo que la educación. Yo tengo muy claro que en este momento me he convertido en un divulgador de tecnología, ya no puedo ser un científico que crea contenido. Sí echo mucho de menos la época en que yo investigaba y creaba contenido original. Para una universidad es muy importante manejar ambos frentes con perfiles expertos en cada lado.

Las clases cambian, la tecnología cambia, pero ¿y los exámenes? ¿Estos pueden cambiar?

Hay una evolución cada vez mayor. En mi caso, el alumno entra con su portátil, y si ese día no funciona tengo algunos disponibles para poder dejarle. El alumno está conectado y puede utilizar su portátil para acceder a los recursos que le dé la gana. Cuando termina su examen yo le pido que si lo que me va a enviar solo es texto que me lo pegue en el cuerpo de un email o si es otro formato que me lo adjunte dentro. Antes de levantarse me lo envía a un buzón que he dejado abierto en una de las pantallas y ve aparecer su nombre en la bandeja, tranquilo, cierra su ordenador y se va.

En un máster este cambio es posible, pero ¿en una universidad grande?

El problema es el tamaño de la clase. A los alumnos le van a surgir dudas y problemas de todo tipo. Yo puedo atender de forma razonable entre 30 y 45 personas, pero como me pongas 60 me desbordan al complicar cada vez más mis exámenes. Yo intento que prioricen recursos y en medio del examen puedo invitar a alguien de la empresa que aparece para que cuente su batallita y el alumno tiene que elegir entre reducir su tiempo de escritura y atender al invitado o pasar de él y ponerse a lo suyo. Yo como directivo quiero medir esa capacidad de priorización. Algo así es imposible de organizar con una clase de más de 100 personas, yo no soy capaz.

Sí, solo que en la educación generalista las clases llegan a un tamaño así.

No necesariamente, yo creo que a veces habrá clases que se masifiquen y otras que no. Habrá que meterle los recursos adecuados para que el profesor pueda trabajar con un número de alumnos accesible.

¿La tecnología en la universidad tiene algún riesgo o todo son ventajas? 

La tecnología en el fondo es una herramienta, y por supuesto que se puede usar mal. Habrá momentos en que encontremos problemas de todos los colores (vulnerabilidad, rupturas de disco duro, envíos erróneos…). Sí hay limitaciones tecnológicas, junto a una evolución, pero esto es parte del entorno. Lo que no podemos hacer es cerrar la puerta a este entorno y aislarnos de la realidad. Estos problemas tienen solución.

¿Cómo sería la universidad perfecta para usted?

Sé que empezaría a preguntar a quienes la van a vivir. Cuando en su momento compramos una universidad no teníamos experiencia en este campo. Montamos un consejo asesor en el que tratamos de localizar chavales entre los 15 y los 18 que estaban preparándose para el acceso a la universidad y juntamos a un equipo de unos 12 ó 15 personas de representación internacional con un interés concreto y les preguntamos qué esperaban de una universidad, qué les motivaría. Así construimos parte de los elementos.

La tecnología que no puede faltar es la conectividad y el enchufe. A partir de facilitar conexión y electricidad es dar libertad para que cada uno use el dispositivo que le venga en gana en cada momento (portátil, móvil…). Hay que ser abierto para que la persona use el terminal en función de sus necesidades y recursos.

Fotos | Thomas Canet

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