¿Quién censura los insultos en YouTube para que tu hijo pueda ver los vídeos?

 

Según los últimos estudios sociales de Childwise, los niños pasan una media de 6 horas diarias delante de algún tipo de terminal tecnológico. Donde en 1995 eran dos horas de tele, hoy son esas dos horas de tele, más dos de móvil y otras dos de consola. Es decir: en absoluto se ha reducido el consumo de multimedia y el uso de tecnologías.

¿En qué redunda esto? En una sobreexposición. Y, a mayor contenido, más obstáculos que sortear.

Qué nos enseña papá YouTube

Look Teacher

Youtube, aún siendo la tele de nuestro tiempo, el principal generador de contenido a nivel global —cientos de horas subidas cada hora, mil millones de clientes— apenas entra en conflicto con sus usuarios. Porque, ¿cómo vas a demandar a un chaval que está grabándose desde su casa, haciendo cualquier tontería sin importancia? Está en su derecho.

Ser youtuber ocupa el décimo lugar entre las profesiones más deseadas por los niños. Y es normal, con canales como Estilo Sophie, donde una pequeña de 10 años cuenta con casi 600.000 suscriptores. Pocas cosas más atractivas que la fama y el dinero.

Pero la parca legislación de estos contenidos, dejados de la mano de algoritmos más o menos eficientes —únicamente para los desnudos—, supone un problema para los más pequeños de la casa. No existe, en un sentido más abstracto, un código deontológico ni una ética de publicaciones porque cada autor es libre dentro de su canal. Entonces, ¿qué medidas existen para que los niños puedan ver cualquier vídeo sin preocupaciones?

Qué es realmente el control parental

Hay que partir de la base que, para usar YouTube, hay que ser mayor de 13 años. Aún así, cualquier padre o tutor puede crear una cuenta tutelada a un menor.

El control parental no es un comité de señores revisando diariamente los contenidos, sino una serie de variables comunes. La primera opción para evitar cierto contenido es activando el Modo Restringido (o ‘modo seguro’). De esta manera desaparecerá todo el contenido más susceptible, aquel que incluya desnudos —parciales, pues Youtube no acepta ningún tipo de pornografía— y violencia explícita, como la que podríamos encontrar en trailers de algunas series y películas.

Tras activar esta suerte de airbag de seguridad, aún quedaría el control parental propiamente dicho, que es un mero código numérico. Como puedes ver en la imagen inferior, accediendo desde cualquier terminal Android en Ajustes > Controles parentales > Activar, podremos crear un PIN. Se pueden aplicar filtros específicos: sólo a juegos o programas de televisión, incluso a las propias aplicaciones.

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Pero este código numérico de cuatro dígitos estará asociado a nuestra cuenta. Con sólo acceder a YouTube sin haberse logueado ya podríamos ver los vídeos que la cuenta de usuario nos censura. Es decir: no estamos solventando ningún problema, sólo compartimentándolo.

Pero, ¿qué es lo que censura YouTube?

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Material de índole diversa, como podemos leer aquí:

  • Contenido sexual sugestivo y explícito, incluyendo desnudez parcial y humor picante.
  • Violencia, incluyendo exhibición de lesiones graves y eventos relacionados con el extremismo violento.
  • Lenguaje inapropiado, incluyendo acoso, blasfemias y vulgaridades.
  • Promoción de drogas y sustancias no reguladas, incluyendo venta, uso y abuso de dichos ítems.
  • Asuntos controvertidos o sensibles y eventos, incluyendo temas relacionados con la guerra, conflictos políticos, desastres naturales y tragedias, incluso si no se muestra la imagen gráfica.

Contra lo que pudiera pensarse, gran parte de la censura viene por parte de los propios usuarios —con especial énfasis en las editoras y generadoras de contenidos, dueñas de gran parte del material promocional—. Es decir, nosotros somos los que pulsamos “red flag”, nosotros enviamos a revisión y denunciamos abuso de material o todo aquello que nos hace sentir ofendidos. El equipo humano de Youtube revisa y modera estos casos porque, a día de hoy, no existe un filtro estricto, más allá del citado algoritmo que censura títulos, tags y thumbnails. Porque la censura es una cuestión moral, no una matemática exacta.

La labor de los padres

Niña Thinkpad

La censura por sí misma no es en absoluto una solución. El ‘Modo Restringido’ no deja de ser un parque de bolas para que los niños no se hagan daño al caerse. Hay que molestarse en investigar el material que ven nuestros hijos, aconsejarlos y darles la suficiente libertad para que descubran sus propios referentes culturales y de ocio.

Los padres pueden crear listas de reproducción sobre capítulos o tráileres favoritos para que las recomendaciones sean afines. Conviértete en ese experto al que quiera acudir. También se pueden ver los vídeos más populares por regiones concretas. Desde la búsqueda avanzada podemos seleccionar vídeos de esa ubicación.

Youtube puede convertirse en una herramienta de diálogo o en una barrera del desconocimiento. Si has creado un canal para tus hijos, visítalo con regularidad no para espiarlo sino para conocer sus gustos. Si algún contenido es muy ofensivo, por razones políticas, religiosas o simplemente porque asumes que es un vídeo nocivo, puedes, sobre la propia página del vídeo, pulsar el botón de ‘Denunciar’ que hay en la barra inferior.

denunciar

Se pueden denunciar por SPAM, plagio o contenido inadecuado tanto vídeos en particular como listas de reproducción, canales completos o usuarios. El propio equipo humano de Youtube es bastante explícito en esto: «YouTube revisa los vídeos denunciados 24 horas al día, los siete días de la semana».

Quién controla Internet

Por supuesto, ni las personas ni los algoritmos llevan siempre razón. La censura por la desnudez femenina es un tema espinoso que aún hoy día confunde: ¿un pezón masculino sí y uno femenino no? ¿Qué hay de denigrante en uno y de válido en otro? Hace año y medio un colectivo femenino brasileño desarrolló su campaña #SayHerName para reprender la brutal violencia policial que se ejercía sobre las mujeres negras en Estados Unidos. La ironía, como ejemplifica este artículo en The Verge, viene cuando las fotos subidas a redes enfocando a hombres blancos no eran censuradas pero sí cuando enfocaban a ellas. De esta forma se propaga un discurso de moderación consciente y poco democrático.

Los moderadores, bien en foros como Reddit bien en la propia Youtube, son los responsables de revisar este contenido y validarlo para su re-aprobación. Pero muchas veces las decisiones quedan en suspenso y, con ese silencio, con esos “banneos” injustos, se anulan las libertades que todo usuario debería poseer de igual manera.

Similar es el caso de ciertos colectivos en puntos calientes. Cuando un activista publica un vídeo desde su cuenta que puede comprometer a intereses colaterales de gobiernos, éste es fulminado. Aquí no hay tacos que valgan, se trata de una censura más específica y no diseñada para proteger a los más bajitos del hogar. El citado artículo de Verge continúa: «cuando preguntamos por esa situación, ellos simplemente nos dijeron nuestras políticas protegen a ciertos grupos». Como no, Youtube tiene sus propias líneas rojas.

¿Es que nadie piensa en los niños?

Los niños

Decíamos que Youtube es un generador de contenido demencial, una centrifugadora de críticas, y referencias, tutoriales, diarios, chorradas, análisis y anecdotarios varios. Pero no todo el contenido está creado para todo el mundo.

Para los más pequeños existe Youtube Kids, una plataforma independiente en forma de app donde todo el contenido ya está validado y aprobado para estar en ese espacio. Pensado para niños de 2 a 8 años y con un diseño adaptado, esta app ya cuenta con más de 10 millones de descargas.

Cuando se nos va de las manos

A más seguidores, más ingresos. Y a más ingresos mayor poder social. Los youtubers son verdaderos creadores de tendencias, espejos donde mirarse y emular, capaces de influenciar a generaciones enteras o enterrar algo que desprecien a título personal.

Por esa ausencia de Código Ético, a Youtube no le hacen bien formas de censura sesgadas y aleatorias. Hace apenas dos meses pudimos comprobar los resultados de eliminar la publicidad en algunos vídeos en canales muy populares. Esta acción fue una respuesta a cientos de quejas donde padres pusieron el grito en el cielo porque sus hijos “consumen” vídeos inapropiados —y los daños colaterales que provoca esa “visibilidad total”—.

Una de las soluciones clave ha venido, precisamente, por imitar el modelo televisivo: una estructura temática. Desde que Google comprara YouTube hace una década por 1.300 millones de dólares, el contenido se ha ido compartimentando más y más: creación de canales, servicio para suscriptores (YouTube Red) y hasta YouTube Gaming, su respuesta al éxito de Twitch para los streamers y jugadores habituales.

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Decía María Ferreras, directora de Alianzas estratégicas de YouTube para el sur de Europa y Turquía, que «los niños no han dejado de ver la tele, pero lo hacen de forma diferente, por eso es tan importante que este contenido sea lo más seguro y orientado a las familias posible».

Está claro que Youtube ha tomado el relevo y, aunque ha heredado unos contenidos mejor que otros —documentales frente a series o programas de tertulias—, ha marcado el devenir de toda una industria, a nivel económico y emocional, creando hasta un oficio y un verbo. Está en manos de quienes ya estaban allí antes del cambio ayudar a que esta transición no sea algo violento o producto de una censura timorata. Y la única forma es la misma de siempre: comunicación y educación social.

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