Para todos los terrícolas, el Sol es el astro al que debemos parte de la vida. Alrededor de él no solo gira la Tierra, si no también llevar cierto control del tiempo en el que vivimos y el devenir de las estaciones. Sin embargo, su influencia cobra mucha más influencia debido a que no es un astro que simplemente existe y emite calor. De vez en cuando es capaz de lanzar tormentas solares que pueden afectar a la atmósfera más de lo debido y puede que pronto recibamos el azote de una nueva.
El Centro de Predicción del Clima Espacial de Estados Unidos ha avisado de la llegada de una nueva tormenta de clase X7.1 que alcanzó su punto máximo el pasado 1 de octubre.
Una nueva llamarada de clase X llega la Tierra
Una de las cosas que son incontrolables por el ser humano es el tiempo atmosférico. Lo único que se puede hacer es predecir qué es lo que va a pasar próximamente en la atmósfera, y lo mismo pasa con el resto del universo. Son muchos los telescopios que apuntan más allá del Sistema Solar, pero a veces lo que se necesita es echar un vistazo a lo que pasa dentro del propio vecindario.
Con esto último no solo nos referimos al estado de los planetas cercanos, si no también a la vigilancia del astro rey. Como sabrás, y si no es el caso te lo recordamos, el sol es capaz de generar tormentas solares que tienen una gran influencia tanto por fuera como por dentro de la Tierra. Cuanto más fuertes son, más afectan al campo electromagnético y la atmósfera de nuestro planeta y puede que la que está por llegar es una de las más potentes de la última década.
Al menos eso es lo que cuenta el NOAA SWPC, que ha clasificado una última llamarada solar como una de clase X7.1. Cuando ya se utiliza esta letra hablamos de una categoría ya alta, tanto que podría incluso causar auroras en capas más bajas de lo habitual dentro de la Tierra.
¿Qué va a pasar con esta tormenta?
El problema de las tormentas solares es más grave de lo que parece, especialmente para un mundo tan tecnológico como el actual. Con una potencia tan grande, lo único que se puede esperar es que afecte a algunos de los servicios más importantes como los GPS dejen de funcionar debido a que son sensibles a los excesos de energía.
A menos que les de tiempo a ponerse en modo protección, estos aparatos pueden sufrir graves daños y precipitarse contra la Tierra en el mejor de los casos. En el peor, se podría considerar como basura espacial.
