En el mundo de la medicina se ha vuelto muy importante tanto el cultivo de células como el uso de la robótica para crear soluciones para todos aquellos que quieren recuperar en alguna parte de su cuerpo que han perdido por algún motivo. Pero lo que muchos desconocen es que existe un trabajo enfocado a la creación de robots unidos a células cultivadas con los que lograr una mejor compenetración con el cuerpo humano.
Este proyecto es el que se conoce como MuMuTas, el cual podría ser el mejor nexo que existe para que una persona controle una extremidad robotizada como si fuera la suya propia.
Las prótesis robóticas más avanzadas
El mundo de los robots no solamente está ofreciendo la posibilidad de tener el día de mañana un mayordomo mecanizado que sea capaz de realizar todo tipo de acciones que podrías hacer por ti mismo, pero que o bien no tienes tiempo de hacerlas o son demasiado peligrosas para ti. Estas son dos aplicaciones en las que la robótica tiene mucha cabida por no hablar de la precisión que ofrecen en algunas situaciones.
Pero en el campo médico también pueden andar una segunda oportunidad a muchas personas que han perdido una extremidad, aunque esto suponga mucho trabajo para la persona cuando se trata de controlar esta nueva extremidad mecanizada. Por suerte hay cada vez más proyectos que ayudan a estas personas a que su día a día sea mucho más llevadero y el proyecto de que un brazo robótico este hecho también de tejido muscular vivo es más que interesante para muchas personas.
La combinación perfecta entre carne y metal
Probablemente con este título te haya venido de la mente la mítica escena en la que Arnold Schwarzenegger hace de Terminator y para demostrar que es un robot se arranca la piel para mostrar que no siente dolor y que además su esqueleto es puro metal. Todavía no hemos llegado a ese punto, por lo que las extremidades hechas de metal se reservan para aquellos que pueden costearse una prótesis de estas características.
El problema ya no es solo una fabricación de estos aparatos, sino la compenetración entre estos y el cuerpo humano en el que se instalan. Para eso es la Universidad de Tokio ha lanzado un gran avance en lo que a ingeniería se refiere gracias al proyecto denominado MuMuTas.

Explicado de manera simple, todo comienza con el cultivo de células musculares que están diseñadas para simular los movimientos de una articulación de la manera más real posible. Estas estructuras que son tejidos musculares creados en laboratorio se integran con una prótesis mecánica de tal forma que son estudios que realizan la estimulación eléctrica hasta el punto de conectarse con el brazo o la muñeca del paciente y realizar los movimientos requeridos como si volvieran a tener esta extremidad.
Los beneficios son notables, ya que el movimiento es mucho más natural al hacer que las células musculares generen estos movimientos que son prácticamente los mismos que hacen en la vida real y favoreciendo la naturalidad del movimiento por el propio usuario.
Por otro lado, también existe una mejora en lo que a complejidad se refiere ya que con estos tejidos conectados al cuerpo del usuario es mucho más sencillo que este tenga un proceso de adaptación mucho más rápido y sobre todo más natural.
Células impresas en 3D
La impresión 3D también dejó un papel fundamental en este proyecto, ya que a través de impresoras son capaces de crear estas células vivas a través de un material el cual mezcla materiales compatibles que hace que las conexiones sean como las reales. Aunque la puesta en marcha de estas células impresas se realizan en entornos controlados con nuestros robots también tienen otros factores de uso en los que el IBEC de Barcelona también tiene mucho que aportar. Aquí es donde se han impreso estas células que al final forman parte de una estructura similar a los músculos humanos, pero lo mejor de todo es que su aplicación va mucho más allá de estos injertos en prótesis robóticas.
También ofrece otras mejoras que sobre todo aportan respuestas al mundo de la aplicación de los fármacos en músculos, ya que puede ayudar a probar nuevos medicamentos que afecten a estos tejidos de una manera muy similar al del cuerpo humano sin tener que pasar por pacientes reales aunque en algún momento habrá que probarlos para conocer los efectos adversos posibles











