¿Cómo podíamos vivir antes de que existiesen los memes?

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¿Qué animal se te viene a la cabeza si te digo OLA K ASE? ¿Qué hacen miles de personas tumbadas boca abajo en sitios insospechados? ¿Cuál es el gato más malhumorado de Internet? Una llama, planking y Grumpy Cat, naturalmente.

Las redes sociales no han inventado los memes, pero les han dado un atractivo masivo. Algunos son efímeros y parodian la actualidad; otros nacen para expresar un sentimiento, mutan, compiten con sus semejantes y prevalecen; incluso los hay que surgen por una buena causa, como el Ice Bucket Challenge. Consumimos memes a todas horas, sabemos qué son pero no cómo definirlos: lo único que tenemos claro es que forman parte de nuestra rutina y que ya no podemos vivir sin ellos.

El ciclo de un meme

Instalación de ventana invisible

Los memes en su formato más habitual (las imágenes) nacieron del amor que profesa Internet a los gatos. Primero 4chan inventó los LOLCats (fotos cómicas de gatitos con texto en un inglés deliberadamente macarrónico) y más adelante la web I Can Has Cheezburger los estandarizó (con fuente Impact) y los hizo tremendamente populares. Entonces llegaron nuevos animales, cada uno con su personalidad (está el “pingüino socialmente torpe” y el “velociraptor filosófico”), y después vinieron las míticas rage faces (FFFUUUU, trollface, forever alone…).

Muchos memes siguen originándose en 4chan, así como en Reddit y en Tumblr; pero a medida que el resto de Internet aprende a dominar los mecanismos de los fenómenos virales, un meme puede surgir de un tuit, de un vídeo de YouTube o de un clip de seis segundos en Vine.

LOLXDMAFIA - OLA K ASE   -  LORY MONEY (PROD.KILLCHRIS)LOLXDMAFIA - OLA K ASE - LORY MONEY (PROD.KILLCHRIS)

¿Y después de nacer? Los memes están hechos para propagarse; si no tienen difusión, se mueren. La supervivencia funciona exactamente igual que la selección natural: el meme va variando, mutando y compitiendo con otros: los que están en el lugar adecuado y en el momento adecuado (que no los mejores), son los que se replican.

Claro que, al final, todos tienen una determinada esperanza de vida. Aunque el meme haya pegado muy fuerte, como pasó con el OLA K ASE, al cabo de un tiempo se vuelve manido y acaba desapareciendo; especialmente si había pasado a ser vox populi.

Un lenguaje propio de la red

Memes Klingon

¿Conoces algún trekkie? Sí, esos frikazos de Star Trek que dedican horas a aprender el idioma klingon. Mi teoría es que los memes son el klingon de Internet: los de fuera del ecosistema no lo entienden ni le ven la gracia, pero los de dentro podríamos expresarnos exclusivamente con memes y no cansarnos (donde haya un okay guy, que se quite un emoticono triste).

Lo que ocurre con el “lenguaje meme” es que cada día se diversifica con dialectos nuevos, uno por cada subcultura de Internet. Los jugadores de Minecraft tienen sus propios memes, los lectores de Naruto tienen sus propios memes y hasta los seguidores de Gran Hermano VIP tienen sus propios memes. Y aunque hay rasgos comunes, cuando los memes se especializan, surge un argot que los que estamos fuera del circuito nunca entenderemos.

Mainstream vs. underground

Mainstream meme

Los más interneteros aprendimos lo que era un meme entre 2007 y 2008, coincidiendo con el lanzamiento de Know Your Meme (la IMDb de estos fenómenos) y la viralización de los clásicos: el Rickroll, los LOLCats, Dramatic Chipmunk, Chocolate Rain, O RLY?, FAIL

El verdadero estallido de los memes llegó entre 2009 y 2010, con el crecimiento exponencial de Twitter y Tumblr; pero ocurriría algo curioso: mientras que, para los que estábamos varias horas al día en Internet, los memes eran ya un lenguaje universal; para los outsiders pasaban completamente desapercibidos.

Eso iba a cambiar. Cuando los medios, las marcas, los políticos y los famosos llegaron a las redes sociales para quedarse, no les quedó otra que entender y acoger la cultura de los memes. Los memes se volvieron mainstream; y los virales, cultura pop. Todo esto acelerado por los “curadores de memes”, que por esta época crecían mucho en tráfico (BuzzFeed, Upworthy…).

Por supuesto, las comunidades que habían generado todo ese contenido no se sentían cómodas con la repentina omnipresencia de sus memes, así que las nuevas creaciones de 4Chan o Reddit se volvieron mucho más underground e inaccesibles para el gran público: Doge, Dolan, Polandball

Dame un titular, dame un meme

El rey abdica

Vivimos con prisas. Muchas veces usamos los titulares como punto de rápido consumo de la información. Con los memes pasa igual: no hay tiempo para leer, pero sí para entretenernos con memes. Están por todos lados, son fugaces, son divertidos…

Además, información y meme están en el mismo sitio: ambos se alimentan de la actualidad. En Twitter es donde mejor se ve: si aparece Rosa Díez sujetando un cartel, a los diez minutos hay veinte versiones de lo que dice en la nota; si sale Kim Kardashian en alguna portada, al rato hay miles de parodias de su posado…

elecciones

La tecnología alimenta al meme. Las redes sociales, el acceso inmediato a la información y nuestro creciente consumo de contenido es lo que mantiene encendida la máquina de hacer contenido viral. También hay un incentivo para los creadores, que aumentan su notoriedad a través de los compartidos; claro que esto va en contra de la filosofía del anonimato de las comunidades que inventaron los primeros memes.

La emoción social

Vestido blanco y dorado

Los memes son como una anécdota graciosa con tus amigos: si estuviste fuera, da igual que te lo cuenten, te lo perdiste. Los virales de hoy en día tienen un pico de compartidos para los primeros días, las primeras horas, y luego pasan al territorio “cuñado”, los rezagados que comparten por WhatsApp.

¿Pero qué es lo que nos lleva a compartir compulsivamente? Los memes interactúan con nuestras emociones. Primero, nos ayudan a buscar esa empatía con nuestros contactos, trayéndoles contenido divertido a nuestro perfil. Segundo, son piezas que de un vistazo nos sorprenden, nos hacen reír o pensar; ¿por qué el otro no lo ve blanco y dorado?, ¡qué fuerte! Al final éstas son las cosas que se comparten como la espuma.

Por eso, como diría Julio:

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