Un 22 de enero de 1971, hace exactamente 51 años, IBM presentó el disquete como un nuevo formato de almacenamiento para sus equipos y, por extensión, para todas las marcas de computadoras durante varios años. Contamos quién inventó este dispositivo, su importancia en sus años de vigencia y por qué acabó desapareciendo. Esta es la historia del disquete.
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Historia del disquete: un problema de tamaño y almacenamiento
El almacenamiento de nuestros dispositivos es algo que siempre ha preocupado a los usuarios, sobre todo a la hora de llevar y hacer respaldo de documentos importantes o fotografías familiares y personales. Esto ha cambiado enormemente gracias a la computación en la nube, un espacio virtual en el que están alojados todos los archivos que queramos, según la capacidad que contratemos, en el que también es posible gestionarlos desde cualquier equipo en cualquier lugar en el que nos encontremos.
Historia del disquete: un problema de tamaño
Para solventar el problema del almacenamiento en los primeros ordenadores, a finales de los sesenta un grupo de desarrolladores de la empresa IBM creó una unidad de almacenamiento flexible de unos 20 centímetros para guardar documentos o copias de respaldo. Su capacidad era de solo 160 kilobytes (kB), por lo que, generalmente, se vendían en paquetes de varias unidades. A este disco se le llamó floppy disk o ‘disco flexible’, y su medida fue evolucionando con el paso del tiempo, así como su capacidad de almacenamiento: en agosto de 1981 apareció el primer disquete de 5.2 pulgadas (poco más de 13 cm) y luego llegó a las 3.5 pulgadas (9 cm).
La patente del disquete pertenece al brillante científico japonés Yoshiro Nakamatsu. Este mismo asegura que inventó este soporte a principios de la década de los cincuenta mientras daba clases en la Universidad de Tokio. Seis años después, y ante la negativa de diferentes empresas, acabó vendiéndole la idea a IBM. Hasta el momento, en esta compañía habían utilizado unidades de cinta, y necesitaban dar el paso a un sistema más liviano, ligero y versátil para guardar las actualizaciones de software (este fue, de hecho, el primer propósito del disquete) y otros programas importantes. Antes de que apareciera el primer disquete en el que se podía almacenar, tuvimos un primer disco de solo memoria de 80 kB en 1971.
El problema de la versatilidad se fue reduciendo
Cinco años más tarde, la empresa Memorex lanzó el Memorex 650, que ya ofrecía un almacenamiento de 175 kB y no solo servía para leer datos. Fue desarrollado por Alan Shugart, exempleado de IBM. Posteriormente, él y su equipo abandonaron Memorex para crear su propia compañía y desarrollar los nuevos disquetes. Su nombre: Shugart Associates, donde se creó el primer disquete de ocho pulgadas, un tamaño aún considerable para considerarlo lo suficientemente versátil.
Para rebajarlo se pidió la ayuda de An Wang, ingeniero informático chino-estadounidense que fundó la compañía Wang Laboratories, especializada en procesadores de textos. Este consideraba que el tamaño ideal para este tipo de almacenamiento era de 5.25 pulgadas, es decir, poco más de 13 cm. Dos investigadores de Shugart Associates, gracias al empeño de Wang, crearon un nuevo soporte con esas dimensiones y una capacidad de 110 kB. Y atención al precio: 390 dólares… la unidad.
Apple y la década de los 80
Apple no podía no ser relevante en el desarrollo del disquete a un nivel más doméstico. Sería la empresa de la manzana la que lanzara el Apple II, un computador que incorporaba dos disqueteras para discos de 5.25 pulgadas. Una de ellas se utilizaba para leer y la otra para guardar los datos.
Así, llegamos a la década de los 80 y nos encontramos ya con el disquete que muchos conocemos y utilizamos: el de 3.5 pulgadas. ¿Quién llegó a desarrollarlos? Sony. Lo lanzó en 1982 con una capacidad de almacenamiento de nada menos que 438 Kb. Era más pequeño que la generación anterior, y es que cabía perfectamente en un bolsillo. Posteriormente, llegarían modelos de 720 kB y de 1.44 megabytes. Evidentemente, la compañía japonesa de tecnología se llevó el gato al agua en la historia del disquete, con la agonía lenta del modelo de 5.25 pulgadas.
Como es lógico, la cosa ha cambiado enormemente en la actualidad. De la aparición del primer disco duro, desarrollado por IBM y que pesaba una tonelada, a las unidades de estado sólido, que ofrecen mayor rapidez de lectura y una capacidad de hasta 4 terabytes (TB) en pequeñas dimensiones. Incluso a día de hoy podemos tener tarjetas microSD, que caben en la palma de una mano, con tamaños de 1 TB por poco más de 200 euros. Además, con el almacenamiento en la nube, podemos contratar espacios virtuales de hasta 2 TB por menos de 10 euros al mes. Ahora, quien no tiene donde guardar sus documentos es porque no quiere.
Aun así, el disquete sigue funcionando en algunos casos
Puede que no te lo creas, pero todavía hay sitios donde el disquete sigue funcionando como un método fiable donde guardar datos o transferirlos de un sitio a otro. Lo cierto es que en el día a día nadie en su sano juicio pierde la oportunidad de llevar un disco duro de hasta 1 TB con toda la posibilidad de llevar todo lo que necesitas sin preocuparte del espacio.
Sin embargo, hay sistemas que todavía utilizan este método como pueden ser algunos aviones o incluso servidores. Algunas actualizaciones de estos aparatos pesan muy pocos y como es un método bastante seguro de llevar información a día de hoy. Además, para muchas empresas supone un gran coste mejorar el software, por lo que optar por este método si sigue siendo fiable es más que suficiente para que estos aparatos sigan funcionando.
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