Por lo general, cuando uno agrega un poco de caos en una empresa, un proyecto, o simplemente en un escritorio, el trabajo pierde la tan perseguida eficiencia. Por eso se tiende a estandarizar y a ordenar. Pero, ¿existen entornos en los que aportar un poco de caos significa ser más eficiente?
Lo cierto es que sí, y cada vez se usan más. Dentro de los almacenes digitalizados o robotizados se sigue el método de orden caótico. Bajo nuestra perspectiva aportan un poco de caos y, sin embargo, son más eficientes que los almacenes convencionales.
Peras con peras, el sistema humano
De pequeños nos enseñaban a sumar peras con peras y manzanas con manzanas. No es un ejemplo aislado de orden en la infancia: la ropa se dobla en función de su tipo (pantalón, camisetas, calcerines…), y los zapatos van aparte; los libros se colocan ordenados con el lomo hacia fuera, las mesas de clase siguen estrictos patrones ortogonales, etc.
Los humanos necesitamos este tipo de orden porque, aunque en comparación con otros animales tenemos un estupendo sistema de reconocimiento de patrones, lo cierto es que este es mediocre. Por no hablar ya de nuestra memoria comparada, por ejemplo, con la de un robot.
Un humano necesita que un almacén esté ordenado, por ejemplo, bolígrafos con bolígrafos. Y, si puede ser, que este esté junto al tipex, los lapiceros o las reglas. Pero un robot no necesita que estos objetos estén unos cerca de otros. Incluso pueden estar todos separados, por unidades, y no supondrá un problema para encontrarlos.
Orden caótico o multiubicación
El orden caótico (también llamado multiubicación) es un medio de organización del stock, depósito o almacén donde los diferentes ítems se ordenan por el método del hueco libre. Es decir, una caja que mida 29 cm de alto entrará en la primera balda que pase de esa altura. Dicho de otro modo: los objetos se almacenan en el primer hueco en el que caben.
Pensemos, por ejemplo, en los almacenes de IKEA. Una vez que salimos de la parte de la tienda en que se exponen muebles, pasamos por un enorme almacén con decenas de pasillos y muchas baldas. Para localizar nuestro mueble nos hemos copiado unas coordenadas (pasillo / estantería / balda) que luego buscamos. En IKEA los muebles almacenados tienen un lugar fijo donde se guardan porque está pensado para humanos y, por tanto, no es orden caótico aunque a veces nos cueste encontrar nuestra caja. Si IKEA siguiese una estructura de orden caótico, cada una de las patas de la mesa podría estar en algún punto del almacén. Allí donde cupiese.
Es obvio que junto a este caos es necesario algún tipo de marcador digitalizado. No basta con asignar cartelitos a cada repisa, porque esta contendrá un objeto diferente cada semana, sino un sistema que nos diga dónde dejamos tal o cual ítem que nos ayude a localizarlo.
Para los humanos resulta imposible localizar algo en un archivo así sin ayuda de una guía, e incluso entonces lo tenemos difícil. De ahí que este tipo de almacenes estén altamente robotizados, y que los pocos humanos que haya deambulando por allí lleven PDAs.
Cómo funciona el orden caótico
Hay varias ideas que sustentan el uso de orden caótico. Una de ellas es que, cuando se pida un objeto, no se suela pedir más de una unidad.
Pensemos en una farmacia automatizada: es raro que alguien pida cinco o seis cajas de aspirinas, por lo que no importará si una caja está en un pasillo y la siguiente está en el otro. El robot no tendrá que ir primero a uno y luego a otro en su busca, sino que cogerá las aspirinas y luego irá a por otro producto.
Simplemente por este hecho se ahorra mucho tiempo. Imaginemos un almacén de Amazon con tres tipos de orden diferente: en el primero todos los objetos similares están juntos en el mismo pasillo; en el segundo la mayoría de objetos similares están unos cerca de otros; y el tercer ejemplo sigue el orden caótico. ¿Cuál es más eficiente?
La lógica humana nos dice que el primero es más predecible, pero es solo un espejismo. Para un robot los tres sistemas están igual de ordenados. La limitación es humana.
Pensemos en que un cliente pide dos productos, uno de ellos de caja azul, y lo que ocurriría en cada caso:
- En el primer caso el robot iría al pasillo de las cajas azules, cogería una, y tendría que cambiar de pasillo para ir a por el siguiente objeto.
- En el segundo ejemplo el robot cogería una caja azul y luego iría a por otra caja. Si hay suerte y es la rosa, habrá perdido poco tiempo. Si no, tendrá que cambiar de pasillo.
- En el tercer ejemplo el robot coge una caja azul y, sin cambiar de pasillo, coge el otro objeto.
El tiempo ahorrado es inmenso, y podemos hacer el mismo trabajo con menos robots. Con el ahorro en costes que supone.
Cómo se optimiza un almacén de orden caótico
Otra de las ideas que soportan el orden caótico es que se optimice el espacio de manera permanente gracias a los robots. Sin esto el orden caótico se convertiría en orden inútil.
Supongamos ahora que en lugar de ver pasillos estamos viendo baldas e ítems de distintos tamaños: azul, rosa y morado. El orden caótico se ordena por orden de llegada, por lo que es posible que los paquetes azules ocupen baldas más grandes (las baldas destinadas en principio a paquetes rosas o morados). ¿Qué ocurre si llenamos la segunda balda de paquetes azules y llega un paquete rosa o morado?
Bueno, todavía tendremos la balda de arriba para dejar cualquier tipo de paquete. Pero, ¿y si ocupamos con cajas azules la balda de arriba y viene una caja morada? Entonces tendremos un problema.
De ahí que los almacenes robotizados optimicen el espacio en todo momento. Cuando uno de los robots está libre, se dedica a comprobar que cada objeto esté en el lugar donde menos moleste a los ítems que están por llegar.
En el caso del ejemplo movería todas las cajas azules lo más abajo posible, y todas las cajas rosas trataría de ponerlas en la segunda balda. Así hay espacio de sobra para cualquier caja que pueda llegar.
El orden caótico implica un inventariado perfecto
A diferencia de otros sistemas tradicionales el orden caótico implica que todo ítem se escanee y archive cuando entra en el almacén. Cuando sale de él, vuelve a escanearse. Esto no ocurre siempre así cuando el inventariado depende de un humano. De ahí que en muchas tiendas suela haber problemas de stock o consten objetos que ya no están en el almacén.
Con un almacén robotizado uno puede estar seguro de que lo que le aparece en el ordenador es stock real. Además del sistema de entrada y salida, el propio almacén (en su optimización vista antes) comprueba una y otra vez los ítems almacenados.
En contra de la lógica (humana) añadir un poco de caos a un almacén, al menos en lo que implica a la ubicación de los objetos, mejora mucho la eficiencia. Claro, que este tipo de sistemas implica el tener un almacén considerable y un desembolso en robótica importante.
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