Los grandes fracasos de la ingeniería informática que nunca pensamos ver

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Nada en esta vida es perfecto, ni siquiera la ingeniería informática. Hay veces, incluso, que de esos grandes errores se producen los mayores aciertos de la historia.

Quizá no te imaginas lo diferente que podría ser la industria tecnológica si Gary Kildall hubiera aceptado la oferta de IBM, en 1980, de licenciar su sistema operativo. Quizá su CP/M sería ahora el sistema operativo de la mayoría de los ordenadores y nunca habríamos oído hablar de Bill Gates, que aceptó el contrato con IBM y vendió su MS-DOS, que daría lugar al sistema operativo Windows.

La industria tecnológica puede presumir de muchos avances sorprendentes, pero también de algunos errores. O de innovaciones que no supieron medir (por exceso o por defecto) el momento en el que debían aparecer en el mercado para lograr su aceptación.

No me empujes

Uno de esos claros ejemplos es la tecnología Push, un básico para los dispositivos móviles actuales y que tiene más de 25 años a sus espaldas.

PointCast tuvo una idea inteligente, pero adelantada a su época: enviar en tiempo real las cotizaciones bursátiles, los titulares y otra información sin necesidad de navegar por la Web.

La idea fue muy bien acogida y salieron muchos imitadores, pero las redes y conexiones a Internet de los 90 no estaban preparadas para soportar tanta información. Aunque News Corp. llegó a ofrecer 450 millones de dólares por PointCast, dos años más tarde apenas se vendió por 10 millones de dólares.

Crash bursátiles vía código

Hablando de cotizaciones bursátiles, los algoritmos (que ahora están utilizándose para la compra venta de acciones) han tenido fallos importantes que pusieron en un brete a la industria.

Quizá hayas oido hablar del Black Monday. Corría el año 1987 cuando el programa que se utiliza para la compra venta de acciones provocó (junto con otros factores) la mayor caída de la bolsa estadounidense en un solo día, con un desplome del 22,6 por ciento.

Estos programas exageraron la debilidad existente en el mercado, así que comenzaron automáticamente a liquidar las existencias, lo que provocó una caída aún mayor de los precios. Aquello empezó a generar un bucle que acabó con esa caída del 22% en un solo día.

Adelantado a su época

Otro de esos inventos que se adelantaron a su tiempo fue MSN Direct Smart Watches.

Se trataba de relojes inteligentes, fabricados por Fossil y Swatch y con tecnología Microsoft en su interior. Eran muy grandes, pero podías llevar en tu muñeca las cotizaciones de bolsa, noticias, deportes y el tiempo a través de ondas de radio FM por casi 10 dólares al mes.

No tuvieron gran éxito. ¿Lo tendrían ahora que la tecnología permite tener muchas más funciones en la muñeca en unos dispositivos, además, bastante más pequeños que los primeros?

25 años esperando a cumplir el objetivo

La tecnología avanza muy rápido, salvo honrosas excepciones. ¿Puede alguien tardar más de 25 años en cumplir su objetivo? Sí, y el mejor ejemplo es el proyecto Gnu, cuyo reto era construir el primer sistema operativo completamente libre del mundo, lo que incluía kernel, herramientas, utilidades, aplicaciones, documentación y todo lo demás.

Sin embargo, desde que Richard Stallman lanzara este proyecto en 1983 hasta hoy, aún no tenemos el núcleo central (o kernel) de Gnu. Hurd, que es como se conoce a este kernel, estaba llamado a ser el gran logro del movimiento del Software Libre. Pero se ha quedado en el camino.

El ordenador de IBM considerado un fracaso (que no fue)

Pero no cumplir el objetivo no tiene porqué ser automáticamente una mala noticia. Que se lo pregunten a IBM.

Situémosnos en la década de los 60. Por aquel entonces, IBM quiso construir el ordenador más rápido de la época, un superordenador. Aunque consiguió ser el sistema más potente hasta 1964, no logró su objetivo de superar en 100 veces el sistema al que tenía que reemplazar, por lo que Stretch, que así se bautizó al ordenador, fue considerado un fracaso.

Sin embargo, gran parte del trabajo que se hizo en Strech ha sido muy útil para el resto de la industria, ya que fue el precursor de algunos avances como el pipelining, la protección de la memoria, la intercalación de la memoria y otras tecnologías.

¿Aló? ¿Hay alguien al otro lado?

Algunos errores informáticos han sido épicos y pasarán a los anales de la historia por sus repercusiones.

Por ejemplo, el 15 de enero de 1990, los clientes de la operadora AT&T padecieron una interrupción de nueve horas debido a que un “fallo de software logró desactivar muchos conmutadores a través de la red“.

Al parecer, la compañía telefónica acababa de llevar a cabo la instalación de un nuevo software. Una instalación que no debió completarse con éxito, ya que, al parecer, fue esa nueva aplicación la que generó el problema de incomunicación.

Otras industrias básicas también han sufrido los efectos de los fallos informáticos. De nuevo en Estados Unidos (aunque Canadá también se vio afectado), en 2003 se produjo una importante crisis energética debido a los errores del sistema de gestión de basado en Unix, ya que había un error dentro de los cuatro millones de líneas de código C que ejecutaban el sistema.

Este fallo provocó que 256 centrales térmicas estuvieran sin servicio, dejando sin energía a 50 millones de hogares. Costó semanas descubrir en qué parte de esos millones de líneas de código estaba el fallo.

Carrera espacial gafada

La carrera espacial también ha sufrido importantes contratiempos debido a errores de programación.

Así, el Mars Climate Orbiter fue lanzado el 11 de diciembre de 1998 con la intención de poder comprender mucho mejor el planeta rojo. Sin embargo, debido a un error en el software de un ordenador en tierra, el proyecto (de 327,6 millones de dólares según datos de la NASA) desapareció 286 días más tarde. Debido a un error de cálculo, Orbiter entró en la atmósfera de Marte en el punto de entrada equivocado y se desintegró poco después.

Estos errores también se han producido en el Viejo Continente. En 1996, el cohete de lanzamiento de satélite no tripulado de Europa, el Ariane 5, explotó apenas segundos después de despegar. La Agencia Espacial Europea calculó que el desarrollo total de Ariane 5 costó más de 8.000 millones de dólares.

La autodestrucción de este proyecto se debió a un error de software, que intentaba meter “un número de 64 bits en un espacio de 16 bits”.

La Tercera Guerra Mundial que no fue

Algunos de estos fallos han costado, como vemos, miles de millones en dinero. Otros podrían haber tenido un coste aún mayor en vidas humanas.

En 1983, el sistema de alerta temprana soviético indicó, de manera errónea, que Estados Unidos había lanzado cinco misiles balísticos hacia Rusia. Afortunadamente, el oficial del servicio soviético que estaba al mando tuvo la intuición de que aquello no podía ser cierto. Su razonamiento era que si los EE.UU. querían de verdad atacar la URSS, lo harían lanzando más de cinco misiles.

Al parecer, había un error en el software que se suponía que filtraba las detecciones de misiles. Pero la intuición de esta persona en ese momento tan delicado libró, con mucha probabilidad, de que el mundo se viera inmerso en lo que podría haber sido la tercera guerra mundial.

El temido efecto 2000

Pasar de milenio era un acontecimiento esperado y temido a partes iguales, sobre todo a nivel tecnológico. El temor que recorría toda la industria es que, con la llegada de ese año, los equipos lo entendieran como el año 00, sin tener en cuenta el cambio de siglo. Es decir, que el mundo informático se retrotraería a 1900, con el consiguiente daño y prejuicio.

Se invirtieron miles de millones de dólares en solucionar el problema (un informe de la Biblioteca de la Cámara de los Comunes calculó el coste de arreglar el error en 400.000 millones de libras esterlinas).

Afortunadamente, el cambio hacia el año 2000 se produjo sin incidentes de ningún tipo, aunque al año siguiente todos los comercios debían estar preparados para otro cambio importante: pasar de las monedas locales europeas a la única, el euro.

Calculadoras no aptas para matemáticas

Pero no solo la tecnología para grandes empresas ha sido víctima de estos fallos. La doméstica también ha sufrido algunos de esos ¿incomprensibles? errores.

Por ejemplo, en 1994 se descubrió un error en la calculadora de Windows que se venía arrastrando silenciosamente desde que Windows 3.x apareció por primera vez en 1990. Al parecer, cuando se intentaba restar 2,11 de 2,1 en Windows la respuesta no era 0,01, sino 0,00).

Otro error en Excel 2007 provocaba que al multiplicar 850 x 77,1 la respuesta fuera 100.000. Según Microsoft, este extraño redondeo se produjo sólo en los cálculos que resultaron en 65.535 o 65.536. Aunque Excel calculaba bien la respuesta, un error impedía que se mostrara correctamente.

Pequeños errores estos dos últimos pero que demuestran que no hay nada perfecto.

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