En el mundo de la ciencia hay experimentos que son realmente interesantes y que han dado lugar al conocimiento del comportamiento de muchos elementos bajo circunstancias extremas. Puede que uno de los cambios más relevantes de toda la historia ha sido la que implica el uso de calor sobre un material y que éste se vuelva cada vez más líquido permitiendo que sea más maleable. Sin embargo hay un elemento realmente importante que son las conocidas como gotas de Rupert y de los que tenemos que te vamos a contar a continuación cómo funcionan.
Este truco está en la mente de todas aquellas personas que saben controlar el vidrio y que seguro que han experimentado y como un elemento poder ser frágil y extremadamente fuerte dependiendo de donde lo golpees y sobre todo teniendo en cuenta sus cualidades.
De qué están hechas las lágrimas holandesas
Puede que te hayamos cambiado el nombre, pero estamos todo el rato hablando de lo mismo, las conocidas como gotas o esferas de Rupert. Este nombre le viene desde el mil seiscientos sesenta y uno cuando el príncipe Rupert de Bavaria le regaló al rey Carlos II de Inglaterra como muestra de las capacidades de su pueblo. Lo más curioso es que el monarca quedó tan impresionado que no solamente las aceptó, sino que las mandó a estudiar por su equipo científico para comprobar de qué estaban hechas.
Entonces nadie podía pensar que unos objetos conforman de gota podrían tener cualidades tan interesantes y que no SIDA hasta hace 400 años cuando se han podido dar las mejores soluciones. Y no pienses que se necesitan materiales muy especiales o raros para su fabricación, sino que con el simple uso del vidrio común es posible obtener este objeto fuerte y frágil al mismo tiempo. De hecho tampoco tiene nada que ver con la forma de hacerlo ya que todo es tan sencillo como calentar este vidrio y una vez que este se empieza a desprender con forma de gota en estado incandescente dejarlo caer sobre el agua y que tome una forma de gota y regular.
Las cualidades de este objeto son realmente interesantes, ya que cada una es única en forma, pero todas ellas comparten las capacidades de fragilidad y dureza en el mismo cuerpo.
Que las hace tan interesantes
Como te hemos dicho antes, las lágrimas de Rupert no tienen nada de especial cuando se trata de hablar de su proceso de fabricación ni tampoco de los materiales utilizados, pero lo cierto es que son objetos extremadamente resistentes. Y es que esta es una de las fenomenales capacidades que tienen, ya que en su parte más gruesa estamos delante de un objeto de una resistencia colosal. Si no te lo crees puedes golpearlas tan fuerte como consideres con un martillo o incluso dispararlas a bocajarro que puedes estar seguro de que esa parte no recibirá ni un golpe.
Todo lo contrario se produce en el lado opuesto, donde la lágrima tiene su parte más fina y con un simple toque se romperá. Lo más probable es que escuches un pequeño sonido de rotura, pero lo curioso es que es el talón de Aquiles de este objeto, ya que se desintegrará por completo.
Entonces, ¿qué es lo que le hace tan interesante a este objeto tan maravilloso?. Por lo cierto es que ha estado durante cientos de años en boca de los científicos que han buscado una solución a este enigma tan interesante. Lo mejor de todo es que ha sido en el año 2017 cuando un equipo de investigadores de varias universidades han utilizado lo que se conoce como polariscopio de transmisión, el cual es capaz de estudiar las tensiones que tiene un elemento en su interior.
Y es que según las declaraciones de uno de los investigadores de la Purdeu University, «La superficie de las gotas se enfría más rápidamente que el interior, produciendo una combinación de tensiones de compresión en la superficie y tensiones de tracción compensadoras en el interior». En otras palabras, todo se debe a la compresión de los elementos en las diferentes zonas lo que aportan las capacidades más interesantes a estos elementos. Y si no te lo crees, solamente tenemos que decirte que la tensión que hay en la zona más gruesa del vidrio es de aproximadamente de 50 toneladas por pulgada al cuadrado, una densidad que podría ser equiparable a la del acero.
