¿Alguna vez te has preguntado si podríamos corregir errores en nuestro código genético, como si se tratara de una simple errata en un documento? Gracias a una herramienta llamada CRISPR, esta posibilidad está más cerca que nunca de convertirse en realidad.
Imagina por un momento que nuestro cuerpo es un libro, y nuestras enfermedades, simples errores tipográficos en sus páginas. ¿Qué pasaría si pudiéramos corregir esto fallos de igual forma que corregimos un salto de página, la falta de una tilde u otro tipo de error en el ordenador? Gracias a esta herramienta, que se ha denominado como CRISPR, esta posibilidad está más cerca de convertirse en realidad.
¿De qué estamos hablando?
CRISPR, que significa «Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats«, es como una especie de tijeras moleculares capaces de editar nuestros genes con una precisión asombrosa. Para ejemplificarlo de la forma más sencilla posible podemos hablar de que el ADN es el manual de instrucciones de nuestro organismo, y CRISPR nos permite ir a una página específica de ese manual y cambiar una letra, una palabra o incluso una oración, vamos, como si hicieras CTRL+F en Windows para buscar un determinado contenido.
Como tantas otras cosas en esta vida, quien nos ha dado esta pista ha sido la propia naturaleza, concretamente algunas bacterias que utilizan CRISPR como un sistema de defensa contra los virus, recordando a sus atacantes y preparándose para futuras infecciones. Los científicos han adaptado este sistema para utilizarlo en la edición genética y aplicarlo en muchísimos más ámbitos de los que podrías pensar.
¿Cómo afecta el CISPR a nuestra vida?
Las aplicaciones de CRISPR son tan infinitas como nuestra imaginación. En medicina, podría servir para corregir las mutaciones genéticas que causan enfermedades como la fibrosis quística o la anemia falciforme. En agricultura, podríamos crear cultivos más resistentes a plagas y enfermedades, o desarrollar alimentos con mejores propiedades nutricionales. Incluso se está investigando su uso en la lucha contra el VIH y otras enfermedades infecciosas.
Sin embargo, como toda tecnología poderosa, CRISPR plantea desafíos y dilemas éticos. ¿Qué ocurre si editamos el genoma de un embrión? ¿Estamos jugando a ser dioses al modificar la línea germinal humana? ¿Podría esta tecnología caer en manos equivocadas y ser utilizada para fines malintencionados? ¿Hay ya suficientes películas de Hollywood que nos adviertan de este problema? ¿No nos basta con la IA para amenazar nuestra existencia? El ser humano es así.
Por eso, a juicio de numerosos expertos, es fundamental establecer marcos regulatorios sólidos que garanticen su uso seguro y responsable a medida que la tecnología avanza. A fin de cuentas CRISPR está revolucionando la biología y la medicina, pero aún queda mucho por aprender y desarrollar, por lo que es esencial dar los pasos correctos. Esta tecnología tiene el potencial de transformar nuestras vidas y el mundo que nos rodea, pero es esencial que la desarrollemos y utilicemos de la mejor forma posible (aunque esta, a vece, no es la más acertada)
Desde luego, de forma paralela a la IA, estamos ante una herramienta revolucionaria que nos permite reescribir el código de la vida, pero la capacidad de editar al propio ser humano da mucho respeto.
