La guerra contra el desperdicio de comida está en marcha, y la tecnología puede ayudar a ganarla

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En todo el mundo, un tercio de la comida que se produce para consumo humano se echa a perder o se tira a la basura anualmente. Son datos de la FAO, la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas, y apuntan a una crisis alimentaria en ciernes que podría evitarse. 3.000 millones de personas podrían alimentarse con ese 30% de la comida mundial que se pierde en la cadena de distribución, o que no se consume, y se hace necesario poner algún tipo de solución a este problema.

Hay que distinguir primero entre comida perdida y comida desperdiciada (lost y wasted, en inglés), pero ya hay algunos países que se han puesto manos a la obra para que el camino que los alimentos siguen desde los productores hasta el consumidor final sea más eficiente y no se echen a perder. En Dinamarca, la tecnología está ayudando enormemente a conseguirlo.

¿Perdida o tirada a la basura?

Como decimos, primero hay que diferenciar entre comida perdida y comida desperdiciada. Un estudio de la universidad de Nottingham sobre este tema, escrito en septiembre del año pasado, apunta que:

“El desperdicio de comida se relaciona, generalmente, con problemas de comportamiento, y se define a menudo como comida comestible que ha sido inutilizada como resultado de la acción o inacción humana. La pérdida de comida, por otro lado, es comida cuya calidad ha disminuido y ya no es adecuada para el consumo humano por unos sistemas defectuosos en la cadena de distribución”.

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Los países más desarrollados son los que desperdician más comida; a mayor riqueza, mayor desperdicio de alimentos. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo, el problema es la pérdida de alimentos en el camino hacia las tiendas y los consumidores finales. La falta de acceso a almacenes refrigerados, y a sistemas de energía fiables que los mantengan en marcha, puede provocar la pérdida de entre el 10 y el 50% de los alimentos después de su recolección.

Entre el 10 y el 20% de las cosechas de grano en el África subsahariana se pierden por culpa de roedores, hongos e insectos, y sería suficiente para alimentar a unos 48 millones de personas al año. Es cierto que algunos de esos alimentos “perdidos” se reutilizan para consumo animal o para otros usos, pero es una sangría que se puede detener.

En este aspecto, el de la pérdida de comida, es donde la tecnología puede ayudar. Hay muchos eslabones en la cadena de distribución que pueden ser débiles y por donde se “escape” la comida, desde mala conservación a erróneas prácticas en las tiendas, como rechazar productos porque tienen un aspecto “feo”. Ahí es donde entra en juego el movimiento danés Stop Wasting Food.

Cómo Dinamarca ha reducido el desperdicio de comida

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La iniciativa surgió en 2008 por parte de la activista Selina Juul, que la puso en marcha para acabar con las enormes cantidades de comida que se tiran a la basura diariamente. Juil afirmaba a la web Fast Company que “si necesitamos acabar con el escándalo del desperdicio global de comida, necesitamos empezar por nosotros mismos. Detener el desperdicio de comida es un escenario muy postivo; puedes ahorrar tiempo, dinero y, al mismo tiempo, conservar el medioambiente. Y puedes también inducir a la indutstria a vender productos “feos” como frutas y vegetales de formas extrañas. Porque nosotros, los consumidores, podemos hacer esta demanda. Tenemos un poder increíble”.

 

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Además de esa labor de concienciación de los consumidores, Stop Wasting Food busca integrar a la industria, los restaurantes y los supermercados para reducir tanto la pérdida como el desperdicio de comida. Algunas cadenas de supermercados, por ejemplo, han instalado una tecnología que les permite monitorizar qué alimentos se tiran más a la basura porque no se venden y, así, se piden menos cantidades a los proveedores.

Dansk Supermarked y Coop, que son las dos mayores cadenas de supermercados en Dinamarca, utilizan esa tecnología y, además, promocionan y ofrecen ofertas de los alimentos que están a punto de caducar, favoreciendo que los consumidores los compren antes de que se pasen en las estanterías.

Según datos del Consejo Danés de Agricultura y Alimentación, desde 2010, el país ha reducido el desperdicio de comida en un 25%, y en esos esfuerzos se incluyen también iniciativas como la próxima tienda WeFood, que venderá alimentos que, por un etiquetado incorrecto, empaquetado defectuoso o proximidad a su fecha de caducidad, no tengan cabida en los supermercados, y lo hará a un precio entre el 50 y el 70% menor al habitual. Sus beneficios se dedicarán a iniciativas humanitarias de DanChurchAid, la organización detrás de WeFood.

¿Qué puede hacer la tecnología?

Gran parte del esfuerzo por reducir la pérdida de comida está en la concienciación de los consumidores y de los vendedores, pero éstos pueden disponer de varias herramientas tecnológicas que les ayuden a ser más eficientes. Unas cuantas de ellas, como LeanPath, se dedican a monitorizar los alimentos que se tiran a la basura en restaurantes, instituciones educativas y sanitarias para que puedan tomar las medidas adecuadas para reducir esos desperdicios, identificando si el problema está en sobreproducción de alguna comida o en la mala conservación de otra.

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Estados Unidos y el Reino Unido se han desarrollado varias aplicaciones para “compartir” comida entre tiendas, restaurantes, bancos de alimentos, etc. Por ejemplo, los supermercados Tesco y las organizaciones humanitarias Fare Share y Food Cloud se conectan a una red que avisa de cuándo determinados alimentos están a punto de caducar, y las organizaciones los recogen gratis para utilizarlos en sus programas de comidas.

El programa Local Roots, por su parte, sirve para conectar a agricultores y ganaderos de la zona de Atlanta, en Estados Unidos, con tiendas que quieran vender producto local, facilitando que puedan colocar sus alimentos con mayor rapidez y menos intermediarios. Y también existe la app del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Food Keeper, que nos permite una mejor gestión de los alimentos que tengamos en la nevera.

Los beneficios del “ahorro” de comida

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El estudio de la universidad de Nottingham sobre la pérdida de comida apuntaba que todas estas iniciativas, tanto públicas como privadas, pueden tener importantes beneficios en la sociedad. Entre ellos se encuentran:

  • Mayor seguridad alimentaria
  • Reducción del impacto medioambiental derivado de la pérdida de la comida, pues en algunas zonas se puede reducir la presión agrícola
  • Bajada de precios en los alimentos (aunque esto puede acarrear menos ingresos para los agricultores)
  • Reducción de los costes de manejos de desperdicios
  • Menos importancia de las importaciones alimentarias
  • Mejora de la economía en zonas rurales

Las tecnologías de monitorización y seguimiento de los alimentos en las tiendas o en centros educativos y el análisis de los datos sobre cuáles son los menos utilizados, y los que más se tiran, pueden ser de gran ayuda en estos esfuerzos para reducir el desperdicio de comida en el mundo.

Imagen | US Department of Agriculture, jbloom

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