Venecia, Ámsterdam… la verdad que ocultan los canales más famosos del mundo

Detrás de su atractivo turístico o su romanticismo, los canales han sido durante siglos una alternativa real de transporte en algunas ciudades del planeta. En Europa, con el auge de la navegación y el comercio en los siglos XVI y XVII, ciudades como Venecia y Ámsterdam pasaron de los carros y optaron por dejar que los barcos atracasen a la puerta de casa.

Canales hay también en París, en Londres o en Copenhague, y todos ellos se enfrentan al mismo dilema: ¿cómo se limpian y cómo se reparan estas calles de agua? La acción de las mareas y los sedimentos que arrastran ríos y mares convierten la limpieza de los canales en auténticas obras de ingeniería; y sus fondos fangosos, en baúles que atesoran todo tipo de rarezas durante décadas.

Drenando toneladas de lodos

Venecia tiene 178 canales, algunos estrechos y poco profundos y otros tan grandes como el Gran Canal (o Canalazzo para los locales), de 3.800 metros de longitud, una anchura que varía entre 30 y 70 metros y una profundidad media de cinco metros. Construida sobre una laguna, ya en el siglo XV se debatía sobre si drenar la ciudad por completo o mantener el agua en las “calles”.

Tras convertir los canales en su seña de identidad, Venecia se enfrentó a otros desafíos: la acumulación de lodos empeoraba la salubridad de la ciudad y llegaba a impedir la navegación. Así, se desarrolló un sistema de drenaje, conocido como “l’escavo”, que se mantiene a grandes rasgos hasta nuestros días.

Rio delle Terese, Venecia / Godromil, Wikimedia Commons

Lo primero es sellar el canal, bloqueando la entrada de agua. En el pasado, se vaciaba poco a poco, pero en las últimas décadas, gracias a la mayor potencia de las bombas, el drenaje se produce en unas horas. Después, llega la parte dura: remover el lodo, una tarea que se extendía durante meses en siglos anteriores. Hoy, aunque más rápido, el trabajo no está exento de dificultad.

Así, los operarios van retirando el lodo con pequeñas excavadoras y van llenando un vehículo situado sobre una especie de railes temporales. Una vez lleno, este se traslada hasta el canal (con agua) más cercano y se vacía en una barcaza que saca el lodo de la ciudad. Y vuelta a empezar.

La tarea es compleja, sobre todo si se tiene en cuenta que algunos canales acumulan más de un metro de lodo. De hecho, la técnica es tan costosa que algunos canales de la ciudad no se han vaciado desde los años 60.

Salvando peces y pescando bicicletas

El sistema de drenaje de Venecia es similar al utilizado en otras ciudades europeas. París, Londres o Ámsterdam han acometido la limpieza del fondo de sus canales en los últimos años, y se han encontrado con más de una sorpresa. Pero, mientras se limpia un espacio acuático, ¿qué se hace con los peces?

Reducir el impacto sobre la fauna ha sido una de las prioridades de los últimos drenajes hechos en París, en el Canal Saint-Martin, y en Londres, en el Regent’s Canal. En ambos casos, se vació el grueso del canal en menos de 24 horas, dejando una pequeña piscina central en la que se acumulaban los peces. Después, varios operarios los capturaban y ponían a salvo en ríos cercanos antes de completar el secado del canal e iniciar su limpieza.

https://www.youtube.com/watch?v=QQMm1RJUl8s

El Saint-Martin, construido por Napoleón en 1804, tiene un caudal de más de 90.000 metros cúbicos que se vacía cada 15 años. Su último drenaje, que lo mantuvo seco durante tres meses el año pasado, le costó al ayuntamiento más de nueve millones de euros. Debido a estos elevados costes, hoy en día buena parte de los esfuerzos no se centran en la limpieza, sino en prevenir la acumulación de residuos.

En Ámsterdam, por ejemplo, la compañía Waternet recorre los canales de la ciudad recogiendo basura en superficie y, de vez en cuando, pescando residuos de los fondos. Han encontrado de todo, pero, lo que más, bicicletas. Según la empresa, cada año se rescatan entre 12.000 y 15.000 bicis de las aguas de la capital holandesa.

https://www.youtube.com/watch?v=IFAIzp9MCkg

¿Y qué más ha salido a la luz?

La penúltima vez que se limpió el Canal Saint-Martin, en el año 2001, lo registros de la ciudad de París señalan que se recogieron más de 40 toneladas de basura. Hoy, los registros están en Twitter e Instagram, por lo que las curiosidades rescatadas de los lodos se multiplicaron en las redes sociales el año pasado.

Première écluse en descendant, le casse-bouteilles géant. Il accepte aussi les scooters. #Paris #canalstmartin #vidange #trash

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Aunque no al nivel de Ámsterdam, del canal parisino se rescataron unas cuantas decenas de bicicletas y algún vehículo más pesado, como este ciclomotor. Lo que más se encontró fueron plásticos y envases y no faltaron los carritos de la compra, pero también algunos objetos un poco más extraños, como un colchón, un váter, una bañera, una lavadora o esta pistola.

Los trabajos en el Regent’s Canal también sacaron a la luz toda la basura que generan nuestras ciudades. Entre los residuos, como recoge este reportaje de The Guardian, aparecieron multitud de neumáticos, baterías de coches, cajas fuertes o botellas de helio. Según los operarios municipales, el premio especial del jurado se lo llevaron dos bolsas llenas de monedas de una libra, una granada de mano de la II Guerra Mundial y nada menos que un Mercedes Clase-A, cosas que se le pueden caer a cualquiera del bolsillo.

dragado canal venecia

Dragado de un canal veneciano en 1956 / Barbara Picci

Venecia, mientras tanto, sigue confiando en su laguna y en sus mareas. De hecho, los canales que no han sido reformados después de los años 70 todavía funcionan como sistema de alcantarillado de la ciudad. Es decir, dos veces al día, es la fuerza del mar la que se lleva las aguas residuales lejos de los hogares venecianos.

Poco a poco, se ha venido apostando por diferentes sistemas de alcantarillado más modernos o por la construcción de fosas sépticas (existen unas 11.000 en la ciudad), pero todavía no existe un plan concreto contra la acumulación de sedimentos. Visto lo visto en otros canales más modernos, quién sabe lo que ocultarán los lodos de la histórica ciudad italiana.

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