Tener coche siempre ha sido una señal de libertad, sobre todo por el hecho de tener un vehículo privado que te pueda transportar de un sitio a otro cuando quieras y como quieras. Aparcar ya es otra cosa pero lo cierto es que todo aquel que tiene un coche sabe que tiene la posibilidad de moverse de un punto a otro del mundo, dependiendo única y exclusivamente de sí mismo. Sin embargo, en algún momento de la historia de Frédéric Mazzella se le ocurrió que era buena idea sacar provecho de cada viaje haciendo que más personas pudieran entrar en un mismo coche y que iban al mismo sitio.
Y es que si eres un usuario habitual de BlaBlaCar sabrás y lo útil que es esta aplicación para compartir los gastos de un coche que te lleva de un sitio a otro de la geografía de tu país o incluso de algunos otros que tampoco están muy lejos.
Un alumno aventajado e inteligente
El caso de Mazzella es uno de esos que destaca por un intelecto más que avanzado. Desde pequeño acudió en algunas de las mejores escuelas de Francia e incluso se formó en música clásica, concretamente en el uso del piano. Rápidamente, destacó en las asignaturas de ciencias puras, especialmente en las matemáticas, donde pudo formarse en el Liceo Enrique IV además de en física y química.
Sus ganas de aprender en estas dos asignaturas fueron claves y determinantes en su futuro, ya que con el paso de los años formó parte del departamento de robótica de la Universidad de Stanford en Inglaterra y con el paso de los años no dudó en hacer un máster en informática.
Todos estos conocimientos le han servido a lo largo de su vida profesional para desempeñar puestos de trabajo más allá del soporte y el project management en diferentes empresas y todo esto a lo largo de finales de los 90 y principios de los 2000.
BlaBlaCar, la idea de una noche de Navidad
Como suele ocurrir en muchas situaciones, los grandes inventos y descubrimientos vienen o bien del error o incluso de la propia casualidad. En este caso el destino fue caprichoso con Mazzella, quien en diciembre de 2003 pasó por uno de los momentos de mayor lucidez en su historia. Resulta que las Navidades de este año él se contaba en París y tenía que viajar a la campiña francesa para celebrar la Navidad con su familia. Hasta aquí todo parecería el viaje perfecto navideño del hijo que vuelve a casa, pero lo cierto es que todo se torció en el momento en el que quería reservar su viaje en tren.
Por aquel entonces él no tenía coche y el transporte ferroviario ya contaba con todos los huecos reservados para ir a su destino, lo cual obligó a su hermana a desviarse nada menos que 150 km para recogerlo desde donde estaba hasta el lugar donde iban a celebrar la Navidad con su familia.
Pero Frédéric se dio cuenta de una cosa realmente inusual y de la que probablemente nadie había caído hasta entonces: la gran mayoría de los coches solamente llevaban al conductor y ningún otro pasajero.
Evidentemente, a nadie le gusta contar con extraños en su coche, pero nuestro protagonista y le llegó a la cabeza una idea muy interesante que hizo que en 2006 naciese el sitio web Covoiturage.fr que se basaba en un diseño de lo que a día de hoy se conoce como carpooling. Esto obligó a que se matriculara en un máster de Administración de empresas en 2007 y en el lapso de un año conoció a dos personas con las que lanzó finalmente la web que a día de hoy conocemos como BlaBlaCar.
El resto es prácticamente historia ya que a día de hoy es una de las aplicaciones más importantes para todos aquellos que quieren encontrar una forma de desplazarse a buen precio. Tanto es así que la compañía ha extendido sus tentáculos mucho más allá de que los particulares ofrezcan sus asientos a personas extrañas que vayan a su mismo destino, ya que a día de hoy la compañía cuenta incluso con acuerdos con flotas de autobuses que tienen exactamente el mismo funcionamiento.