Buscar el amor es una tarea complicada para mucha gente. No todos tienen las mismas dotes sociales para salir una noche y conocer a alguien que podría ser de su agrado, motivo por el que más de uno ha recurrido a redes sociales donde entablar conversaciones con gente que sean afines a sus gustos. Y una de las herramientas más modernas y famosas ha llegado de la mano de Sean Rad, el padre de Tinder.
Con más de 500 millones de descargas es una de las aplicaciones más conocidas por todos los solteros y solteras que buscan desde un rollo hasta una relación para toda la vida.
Una historia de motivación y gusto en el trabajo
La historia de Rad no es como la de muchas celebridades cuyos padres les dieron una buena vida a sus hijos y todo el apoyo económico que le pueden ofrecer. Es descendiente de emigrantes iraníes a Estados Unidos, donde vivió una buena adolescencia en Beverly Hills. Sus padres siempre le alentaron a hacer cosas grandes en la vida y eso ha sido un motor para su vida.
Desde su juventud ya estaba interesado en el mundo de la tecnología y los negocios y su intención siempre ha estado en encontrar un trabajo que fuera novedoso y que le gustara. De hecho, con el paso de los años, su afán por los dos mundos anteriormente citados le llevaron a la creación de dos proyectos muy interesantes.
La primera de todas fue una aplicación de mensajería de texto llamada Orgoo, mientras que la segunda era Adly, una compañía que estaba centrada en el marketing para celebridades. Fue esta segunda la mejor de las opciones, o por lo menos la más lucrativa, aunque acabó vendiendo el proyecto para dedicarse a otras cosas que le llenaran más.
Tinder, un match para Rad y dos socios más
Como puedes ver, Rad tenía proyectos en mente muy interesantes, aunque no consiguió que ninguno de ellos se convirtiera en el trabajo de su vida. Sin embargo, dejando su carrera a un lado para centrarse en el mundo de los negocios, coincidió con dos personas que eran capaces de crear aplicaciones móviles y que estaban trabajando en una incubadora de proyectos. Sus nombres eran Justin Mateen y Jonathan Badeen y los tres se embarcaron en un proyecto que a día de hoy se ha convertido en la casa de muchos solteros y solteras.
Y es que Tinder nació de algo tan importante como el de acercar a los más tímidos ese mundo que parece tener una barrera enorme: el de las relaciones. Su intención era la de acercar a cada persona con un desconocido con quien pudieran entablar algún tipo de relación más allá de si llega a ser sentimental o no, aunque eso se ha convertido en algo importante a día de hoy.
Esto fue en el año 2012, cuando la interfaz era muy sencilla y respondía a la perfección a la primera idea que se tuvo de Facebook. Es decir: tú te creas un perfil y en tu pantalla verás las fotos de otras personas afines a ti que tendrás que deslizar a la izquierda para pasar al siguiente o a la derecha para indicar que te ha gustado. Lo mejor es que si las dos personas se daban ese match podían empezar a hablar y, quien sabe, si en el futuro quedar para conocerse.
Una app que se ha adaptado a los nuevos tiempos
No cabe duda de que Rad dió con la tecla del mundo de las citas por Internet aprovechando el boom de las aplicaciones móviles. Recordemos que ya había muchas plataformas online que hacían esta función, pero la posibilidad de tener perfiles y seleccionar los que más te gustan es una característica que ha sabido aprovechar.
Con el paso del tiempo, Tinder se ha consolidado como una de las aplicaciones más importantes del mercado, donde se ha abierto en posibilidades a todas las expresiones de relaciones que hay en el mundo y respetando todas las ideas de los usuarios, un punto muy a favor para que todo el mundo encuentre el amor de una forma rápida y desde la comodidad de su casa.
En la actualidad, Rad ha dejado Tinder y su proyecto se ha centrado desde el pasado 2018 a la creación de AllVoices, que es una plataforma donde los empleados pueden denunciar de forma anónima las prácticas de falta de ética, acoso laboral y otros problemas detectados en el ámbito del trabajo.
