Lejos del ingenio que puedan tener los constructores de los coches de Fórmula 1 hay una cosa que todos tienen en mente para que su coche sea más rápido: deben de ser lo más aerodinámicos posible. Es cierto que la CIA pone todos los años algunas modificaciones para que los coches que compiten tengan aproximadamente las mismas características aunque estructuralmente todos deben cumplir con unos requisitos mínimos.
Desde hace unos años se ha impuesto en la fabricación de estos coches un elemento que a día de hoy es imprescindible en el chasis y no es otro que el famoso halo.
Una pieza necesaria
En las últimas dos décadas hemos visto como la tecnología de la Fórmula 1 ha adoptado grandes cambios para que los coches no solamente tengan un aspecto diferente y moderno, sino que también aporten cambios importantes a la hora de pilotarlos. Podemos poner el ejemplo del DRS, el cual solamente se puede activar en ciertas zonas de una pista con el fin de que los coches obtengan su potencia máxima ya sea para defenderse de un adelantamiento o precisamente para realizarlo.

Pero hay un elemento que estructuralmente ha hecho que los coches sean muy diferentes y ya no solamente tiene que ver con la construcción en diferentes materiales que hacen que sea más ligero, sino que también la estructura se modifique hasta el punto de ofrecer un elemento clave para cualquier piloto y eso es la seguridad.
Con este pretexto nos encontramos lo que a día de hoy es una pieza clave en cualquier coche de Fórmula 1 y es un pilar colocado justo antes del habitáculo del piloto y que se extiende por encima de la cabeza de este hasta la parte posterior del asiento. Para muchos existe un problema de visibilidad importante, ya que el pilar central se coloca justamente en el centro del campo de visión del piloto, pero a cambio de esto aporta mucha más seguridad.
Titanio 5, la clave de su resistencia
Muchos piensan que el culmen de los materiales de fabricación de un coche de Fórmula 1 llega con la utilización de materiales de grafeno o incluso de fibra de carbono y vidrio que hacen que el coche sea mucho más ligero y además ofrezca cierta resistencia a altas velocidades. El problema llega precisamente en esos momentos en los que la velocidad punta es tan alta que el riesgo de perder el control del vehículo puede suponer la diferencia entre un accidente y volver a la pista y es ahí donde entra en juego uno de los materiales más importantes para estos coches.
Hablamos del titanio de grado cinco, un material que pese a que viene directamente de la familia de este metal, se extiende por toda la estructura del halo ofreciendo dos cosas importantísimas. La primera es la ligereza, ya que es un metal que no pesa tanto como te podrías imaginar y la segunda es su alta resistencia.
Como sabrás el titanio es uno de los metales más duros que incluso se utilizan en las prótesis que se colocan a todas las personas que necesitan resistencia en un hueso roto o incluso en una extremidad que han perdido y que debe ser sustituida por una prótesis.
Lo cierto es que este metal a diferencia del resto del coche es capaz de soportar un impacto de gran fuerza hasta el punto de que puede salvar la vida del piloto en las situaciones más graves. De hecho ya lo hemos visto en acción en algún gran premio en el que incluso la totalidad del cuerpo de un coche se ha posado prácticamente encima de otro y he sido este elemento el que ha marcado la diferencia a la hora de proteger al piloto sosteniendo uno de los coches sin aplastar a la persona.
Puede que el día de mañana veamos más cambios estructurales dentro de lo que son los coches de alta competición pero lo que queda claro es que este sistema de protección ha llegado para quedarse y lo veremos durante muchos años a menos de que haya otra gran mejora en la fabricación de estos coches.