¿Recordáis aquellas temporadas en las que todas las películas que se estrenaban lo hacían en 3D? Ya podía ser el último título de superhéroes o una de animación para niños, sólo faltaba que el 3D llegara al drama ganador del Oscar de ese año. La experiencia de las tres dimensiones buscaba dotar de espectacularidad la experiencia de ir al cine, de obligarte a ver a las películas en las salas, y no en tu casa, por muy grande que tengas la tele.
Pero no fue la única oferta de ocio que apostó por el 3D para darle un algo extra a sus usuarios. Los videojuegos y hasta diferentes aplicaciones de visitas virtuales a museos y monumentos de importancia se han entregado a esta tecnología para darnos la experiencia más real posible, para hacernos creer que estamos en medio de una gran batalla por la humanidad librada entre alienígenas y superhéroes en las calles de Nueva York. No es lo mismo que la realidad virtual, pero lo intenta por otros medios.
Anaglifos, el primer 3D
Las imágenes estereoscópicas fueron de los primeros intentos por generar imágenes en dos dimensiones que, sin embargo, simularan el modo en el que nuestros ojos perciben el mundo, que es en tres dimensiones. A mediados del siglo XIX, empezaron a producirse estereografías, imágenes como la de arriba, consistente en dos fotografías iguales, colocadas una al lado de la otra, que se superponían y creaban la ilusión de la perspectiva y la profundidad de campo cuando se veían montadas en un visor binocular.
Eran un entretenimiento sencillo que fue sofisticándose un poco más con el paso del tiempo. Lo siguiente serían los anaglifos, superposiciones ligeramente desplazadas de dos imágenes iguales, una en color rojo y otra en azul, y que podían verse correctamente con unas gafas con un cristal (o plástico, más bien) rojo y otro azul. Para finales del XIX, hasta se producían películas en tres dimensiones con este método, pero el término 3D no se empezaría a utilizar hasta la década de 1950.
En aquellos años, la popularización de la televisión en los hogares estadounidenses llevó a Hollywood a idear nuevas maneras de atraer a los espectadores al cine, y una de ellas fueron las películas en tres dimensiones. Muchas de ellas eran historias de terror, como ‘La mujer y el monstruo’, que tuvo cierto éxito en 1954, pero nunca terminó de tener una gran popularidad, incluso aunque volvió a intentarse en los 70 y en los 80 con cosas como ‘Tiburón 3’, por ejemplo.
El cine tridimensional
Las películas en 3D pudieron quedarse confinadas durante un tiempo a los parques temáticos y las salas IMAX, pero la espectacularidad que ofrecen es un reclamo que Hollywood no podía dejar pasar en cuanto las estrategias de los grandes estudios pasaron a girar sobre las tentpoles (las superproducciones veraniegas) y en el otro extremo, las dos o tres películas producidas sólo para competir en los Oscar. Las tres dimensiones permiten que las explosiones y los efectos especiales se vean en todo su esplendor, así que hasta se convirtieron al formato cintas rodadas en 2D, como ‘Furia de titanes’. ‘Los Vengadores’, sin embargo, se rodó directamente en 3D.
Estas tres dimensiones, no obstante, ya no son como las primeras. Ahora, se hacen mediante la polarización de la imagen, de tal modo que hay 3D activo y 3D pasivo (sus diferencias se explican con claridad en esta entrada). Este último es el más habitual en el cine, y consiste en que, en las gafas que se emplean para poder verlo, un ojo “ve” una serie de píxeles y el otro, la otra mitad. Tal y como funciona nuestra vista, cuando nos ponemos dichas gafas, estamos viendo una imagen en tres dimensiones.
El 3D activo, por su parte, se basa en un sistema diferente. Las gafas se conectan a la pantalla y reciben “parpadeos” de la imagen alternativamente en cada ojo. El proceso es tan rápido, que nuestro cerebro lo percibe como una única imagen continua tridimensional. Los videojuegos también han abrazado la tecnología 3D, pero ahí ha surgido también la idea de que pueda jugarse a algunos títulos sin la necesidad de gafas, sobre todo en consolas portátiles pequeñas. Sin embargo, no ha terminado de ser aceptado del todo por el público.
No nos olvidamos del paso adelante que Peter Jackson quiso dar hace unos años con su trilogía ‘El hobbit’ estrenándola en HFR 3D, es decir, high frame rate 3D. Esta tecnología dobla el paso habitual del cine de los 24 fotogramas por segundo a 48, buscando una experiencia más real. Sin embargo, esta evolución tecnológica no convenció a casi nadie. Los espectadores que vieron así estas películas se quejaban de que, paradójicamente, todo era demasiado real y, por tanto, parecía falso.
El 3D y la realidad aumentada
La conversión de una imagen bidimensional en una tridimensional ha sido siempre uno de los trucos más utilizados para entretener y asombrar a las personas, proporcionándoles una experiencia inmersiva. Pero también se emplea en proyectos educativos, divulgativos y hasta en aplicaciones de marketing. Algunos de los museos más importantes del mundo ofrecen, por ejemplo, la posibilidad de visitarlos virtualmente a través de una combinación de panorámicas de 360º que transmiten una sensación de estar allí bastante similar a la que proporciona el 3D. La visita virtual del Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural de Washington DC es, en ese aspecto, bastante efectiva.
Actualmente, de todos modos, se ha dado un paso más que se encuentra, de algún modo, a medio camino entre el 3D y la realidad virtual, y eso es la realidad aumentada. Es una tecnología que permite, a través de una aplicación para tablets o smartphones y una tarjeta con un código, que aparezca ante nuestros ojos un objeto tridimensional donde antes no había nada, y sin necesidad de utilizar gafas.
En las experiencias de ocio se busca cada vez más la inmersión del espectador o usuario, hacerle creer que está casi dentro de la película, o del videojuego, y aunque es una tecnología que ha intentado en varias ocasiones implantarse como algo habitual en la industria audiovisual, parece que le cuesta. Y eso que las televisiones en 3D son una realidad que no va a pasar de moda, pero esta tecnología no deja de evolucionar y de extenderse a otros campos. Ahora, todo quiere ser 3D.