A lo largo de la historia han habido muchas mujeres que han cambiado el curso de la historia. No han tenido que ostentar grandes cargos políticos, pero si ofrecer un aporte a algún mundo de la ciencia o la sociedad. En este caso tenemos que hablar de una mujer que ha dado al género femenino una gran ventaja para evitar una mala praxis en el momento de su embarazo. Hablamos de Irene Uchida, una científica que pese a su apellido y su aspecto, sí, es canadiense.
Y no te estamos mintiendo, ya que nació en Vancouver y acabó sus días en Toronto como una de las doctoras más influyentes en el mundo de la genética y en campos que a día de hoy son muy importantes.
De clase trabajadora y dedicada a ayuda a la gente
La vida de Ayako estuvo muy marcada por dos acontecimientos que marcaron la forma de ser que le llevo a estudiar ciencias. Empecemos por un punto más allá de su nacimiento, que fue ya en 1917. Hija de inmigrantes japoneses, la joven Ayako se dedicó al mundo de la música en la que aprendió a tocar varios instrumentos como el piano o el violín. Sin embargo, fue su profesor de música quien le otorgó el nombre de Irene que con gusto decidió adoptar dado que tenía problemas para pronunciar el suyo original.
Sin embargo, durante su juventud tuvo dos acontecimientos que la marcaron en su vida y que le hizo tomar la decisión de dedicarse al mundo de las ciencias que fue ni más ni menos que la muerte de una de sus mejores amigas y una de sus hermanas debido a la tuberculosis.
A lo largo del resto de su vida a nivel académico pasó por la Universidad de British Columbia donde se matriculó en inglés. Sus estudios se vieron truncados en parte por el ataque a Pearl harbor en 1941 y no fue hasta 1944 cuando en la Universidad de Toronto obtendría su título como trabajadora social y por si fuera poco continuó y con su trabajo académico llegando a estudiar genética donde también hizo un doctorado en la misma universidad y concretamente trabajando en un hospital de niños enfermos en Toronto.
El síndrome de down y los rayos X
A día de hoy, uno de los problemas más importantes en el mundo de la medicina tiene que ver con la genética en el momento de la gestación en el vientre materno. Son muchos los padres y madres que cruzan los dedos para que los nueve meses de gestación transcurran dentro de la normalidad y los médicos le digan en cada prueba que el feto se desarrolla adecuadamente.
Sin embargo, Uchida realizó su doctorado teniendo en cuenta uno de los factores que hasta entonces no se habían tenido en cuenta por el que nacían niños con la trisomía del 21. Gracias a su trabajo en genética estudió el caso de hermanos gemelos para investigar patologías que tuvieran su origen en trastornos del corazón.
Fue en mil novecientos sesenta cuando desarrolló un test para diagnosticar anomalías cromosómicas en niños y por si fuera poco empezó a escribir papers de su estudio de la trisomía ofreciendo sus hallazgos para detectar estos problemas antes del nacimiento.
Aquí es donde tenemos que hablar de una de las cosas que entonces parecía normal pero que era un problema muy grave como es la exposición a los rayos X durante la gestación. Gracias a su estudio determinó y demostró que ese cromosoma extra lo podía provenir de cualquiera de los dos progenitores, pero que era la exposición a los rayos X lo que lo provocó.
El resto de sus días haya Ayako Uchida continuó con sus trabajos en el mundo de la genética, especialmente centrado en el mundo de los bebés y los prenatales, haciendo que fuera mucho más sencillo analizar futuros casos de anomalías de la salud en esos bebés que están por venir al mundo. Por desgracia para la genetista, su vida se vio truncada por el Alzheimer en 2013 en Toronto, dando al mundo un legado en medicina impresionante.