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Marie Tharp, la mujer que revolucionó la geología

Si conocemos las placas tectónicas es gracias a ella.

En ocasiones la vida lleva a las personas por caminos que en un principio jamás pensarían que iban a tomar. Este le puede pasar a cualquiera y sobre todo a día de hoy en el que puedes estudiar una carrera y al final trabajar de otra cosa completamente diferente. Y es que el caso del que te vamos a hablar hoy es el de Marie Tharp, conocida por su trabajo como cartógrafa oceanográfica.

No solamente destaca por ser una de las mujeres más importantes en el mundo de la ciencia y la tecnología, sino que también como uno de los referentes para todas aquellas mujeres que a día de hoy pueden montarse a bordo de un buque de investigación.

Una inspiración llena de mapas

Como suele pasar en la mayoría de los casos dentro de las familias, los miembros más jóvenes suelen aspirar a convertirse en algo similar o igual que sus padres en lo que a oficios se refiere. El caso de Marie Tharp podría no ser una excepción, sobre todo teniendo en cuenta de que su padre William trabajaba dibujando mapas de la clasificación de tipos de suelos para el departamento de agricultura de Estados Unidos. Concretamente, ella nació en 1920 en Michigan y como puedes ver todo podría apuntar a que el día de mañana podría convertirse en arquitecta, pero lo cierto es que sus aspiraciones apuntaban más al mundo de las letras.

Tanto fue así que lo que más quería y de hecho lo consiguió: fue estudiar literatura y para eso estudió filología inglesa. Más tarde también estudió música, pero lo más curioso de todo es que estas dos carreras simplemente le sirvieron de puente para hacer dos máster de una rama completamente diferente a la que había escogido en su momento: matemáticas y geología. De hecho fue de esta última materia donde empezó a trabajar dentro de una compañía petrolera llamada Standolind Oil donde su trabajo era encontrar lugares donde instalar pozos petrolíferos que ayudaran a encontrar combustible para todas las máquinas que tendrían más tarde que utilizar durante la Segunda Guerra Mundial.

Tharp tenía claro que aunque su trabajo era relevante no era lo que quería para su futuro y fue entonces cuando decidió ir a Nueva York, donde conoció a una persona que tendría una gran influencia en sus trabajos posteriores que fue el geólogo marino Bruce Hezzen. Por aquel entonces era en 1948 y fue entonces cuando comenzó la verdadera carrera de nuestra protagonista.

La elaboración del primer mapa oceánico

Tharp parecía encontrar su sitio en un nuevo proyecto en el que en un primer momento el proyecto no era otro que localizar barcos hundidos durante el último gran conflicto a nivel mundial. El trabajo parecía sencillo, pero lo cierto es que formaba parte de un proyecto mucho más grande que poco a poco fueron ampliando cada vez más.

Sin embargo, había un escollo muy importante a nivel social y todo tiene que ver con la condición de mujer de Tharp. Por desgracia para ella los buques de investigación no era un lugar para una mujer, pero eso no la desanimó para trabajar codo con codo con su nuevo socio.

De hecho se entendían a la perfección, ya que Heezen era el que obtenía los datos de todas las investigaciones realizadas a bordo de los barcos los cuales enviaba a Marie que era la encargada de pasarlos al papel trazando y dibujando los primeros mapas cartográficos del océano.

Poco a poco consiguieron completar el primer mapa de todos los océanos y en 1957 publicaron su primera cartografía en el que demostraron nada menos que la existencia de la falla dorsal medio-oceánica. Por aquel entonces, este hallazgo revolucionó la forma de concebir el fondo subacuático de la tierra ya que se detuvo constancia por primera vez de la existencia de una cordillera submarina que iba de norte a sur de manera continua por todo el fondo marino.

Una vida entre mapas

Marie Tharp no solamente es conocida por ser una de las cartógrafas submarinas más importantes de la historia, sino también por aportar al mundo luz sobre una de las teorías más importantes a la hora de conocer el planeta azul. Y esto gracias no solamente a su capacidad para dibujar mapas, sino también a sus conocimientos en geología se pudo tener constancia por primera vez de las diferentes secciones en las que se divide el planeta separado por lo que a día de hoy conocemos como placas tectónicas.

Como puedes ver, su aportación a nivel general y científico son abrumadoras y a lo largo de su vida consiguió muchos hitos. Para empezar logró embarcar en un barco de investigación en 1965 cuando tenía nada menos que cuarenta y cinco años y no dejo de trabajar hasta 1983 cuando empezó con una empresa propia dedicada a la distribución de mapas hasta el año 2006, año en el que nos dejó con 86 años de edad y un legado científico difícil de igualar a nivel de hallazgos por cualquier mujer y hombre dedicados al mundo de la investigación.

 

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