Este verano pasará a la historia por ser el verano menos cálido de todos lo que están por venir, ya que, cada año que pasa, el cambio climático da un pasito más, y por consiguiente, el mundo cada vez se vuelve más cálido. De momento, hemos conseguido librarnos de sus consecuencias gracias al desarrollo tecnológico. Sin embargo, el calor cada vez pasa más factura al Ser Humano. ¿Cómo nos afecta el calor realmente? Un estudio refleja los terribles resultados que ocasiona en nuestro organismo cuando superamos un determinado umbral de temperatura.
El calor destruye nuestro cuerpo
El cambio climático está provocando una desertización y un aumento de temperaturas en las zonas conocidas como “clima templado” de nuestra tierra. Sin embargo, cada vez dicha área está adquiriendo un toque de clima cálido/desértico, provocando de forma más asidua que, millones de personas en todo el mundo vivan con temperaturas hasta nunca conocidas, lo que ha provocado que el mes de julio sea el más cálido de la historia.
Este incremento de temperatura puede causar en los seres humanos un fenómeno conocido como “estrés por calor”, el cual, supone una acumulación de temperatura térmica superior a la que el cuerpo puede liberar, dijo el profesor Uwe Reischl, profesor de la universidad Estatal de Boise. Además, afirma que, dependiendo de la gravedad del estrés térmico, puede provocar desde pequeños síntomas hasta el peor de los casos, la muerte.
La temperatura corporal “óptima”
La temperatura óptima, en la que nuestro cuerpo funciona correctamente, es 36,8 grados centígrados, aunque, obviamente, hay pequeñas diferencias entre una persona y otra. Ahora bien, para que los niveles sigan siendo óptimos, la temperatura nunca debe superar los 37 grados, ya que, por encima de esta temperatura, los órganos y las células pueden tener problema de rendimiento y comportamiento correcto en sus respectivas funciones.
Cuando se alcanza este umbral de temperatura, comenzamos a emitir sudor, que el mecanismo natural para regular la temperatura, enfriando la piel. Sin embargo, a veces no es suficiente o el proceso de liberación no lleva el mismo ritmo respuesta que la temperatura que va alcanzando el interior de tu cuerpo.
Cuando nuestro cuerpo empieza a notar problemas relacionados con la temperatura, son comunes los calambres musculares, siendo una de las primeras etapas o avisos que da cuerpo cuando la temperatura comienza a ser preocupante. Sin embargo, si el problema persiste o se agrava, entramos en una segunda fase que recibe el nombre de agotamiento por calor, cuyas señales abarcan fatiga, dolor de cabeza, mareo, náusea, boca seca y vómitos.
Ahora bien, dentro de nuestro cuerpo, la temperatura afecta todos los órganos de manera diferentes y de diversas formas. El corazón tiene que bombear más rápido para estimular más flujo sanguíneo a la piel, para facilitar la liberación del calor. A todo ello, como queremos reducir el calor, los músculos se vuelven más lentos, el cuerpo se vuelve más lento para así intentar reducir la temperatura a la par que el corazón bombea sangre más rápido. Por último, la respiración también se vuelve mucho más pesadas, debido a que los músculos respondan a un peor ritmo y fuerza.
También, el sistema digestivo y excretor se ve altamente dañados, debido a que, se produce una reducción considerable de la micción debido a las grandes tasas de sudor, que puede ser en casos extremos hasta de dos litros por hora, llegando a producirse una deshidratación.