Un estudio relaciona el tiempo que tardan los bebés en hablar y el que pasan con pantallas, y no es bueno

Más pantallas, más tiempo tardan en aprender.

Todos los padres de niños recién nacidos saben que tienen en sus manos una responsabilidad enorme con la crianza del pequeño. No dar determinados alimentos, o tener ciertos cuidados en la casa son esenciales para que este ser tan dependiente en sus primeros años continúe con vida mientras aprende lo más básico para vivir. Una de esas cosas básicas tiene que ver con el habla, donde un estudio ha querido demostrar el impacto del uso de móviles a edades muy tempranas.

En los últimos años, la inmediatez de los móviles no solo ha cautivado a los más grandes, también a los más pequeños a quienes no beneficia en absoluto esta práctica por parte de los más mayores.

Un cerebro en desarrollo no puede recibir tantos estímulos

Cunado nace un niño muchos adultos ya están soñando con el momento en que empiece a hablar e incluso andar. Es cierto que cada pequeño lleva su ritmo y esto no es un problema ya que tarde o temprano es capaz de  desarrollar estas habilidades, pero en el ámbito comunicativo el cerebro juega un papel fundamental. Hay que tener en cuenta que se trata de un órgano que no solo está creciendo, sino que sigue formando diferentes conexiones entre las neuronas que deben desarrollarse con los estímulos correctos.

Y es que cualquier cosa es mejor que una pantalla para aprender a hablar como indica la Dra. Tiia Tulviste de la Universidad de Tartu, quien ha realizado un estudio con una muestra de 400 niños sobre el impacto de las pantallas en el ámbito cercano al niño. Se tuvo en cuenta la interacción de los padres con los diferentes dispositivos, la relación que tenían los niños con estos aparatos y en especial la influencia de estos en el momento de empezar a hablar. 

En sus declaraciones destaca que “Los investigadores del lenguaje infantil destacan la importancia de las interacciones cotidianas con los adultos en el desarrollo temprano del lenguaje, en las que los niños participan activamente. Al mismo tiempo, sabemos que todos los miembros de la familia se preocupan por sus dispositivos con pantalla. Como el tiempo es finito, necesitamos averiguar cómo afecta esta feroz competencia entre la interacción cara a cara y el tiempo frente a la pantalla al desarrollo del lenguaje infantil”.

Los niños, de edades comprendidas entre los 2 y 4 años, pasaron por diferentes pruebas para ver cómo era el desarrollo del lenguaje teniendo en cuenta un cuestionario previo de los padres donde se especificaba el vínculo de los padres con sus hijos y el desarrollo de las pantallas. Algunos de ellos apuntaron que los pequeños también leían libros electrónicos o jugaban a juegos educativos, lo que está bien para aprender, pero no llega a ser lo más eficiente.

Durante los primeros años, el mejor estímulo para el habla es la relación que tienen los padres con sus hijos, por lo que quedaría descartado el uso de dispositivos para entretenerlos e incluso como método para enseñanza. Tanto es así que los más pequeños tuvieron una pequeña prueba y el resultado dejó claro que los mejores resultados en vocabulario y gramática los sacaron quienes habían tenido un menor contacto con un dispositivo electrónico.

 

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