Si echas un vistazo por la ventana de tu casa, probablemente tengas una calle por la que circulen coches a diario. P probablemente pienses que no hay nada nuevo en cada uno de estos coches, más allá de que haya alguno que nos suene y eso es porque probablemente esté impulsado por un motor eléctrico. Sin embargo, hoy vamos a hablar de un elemento común a todos los coches que ves aparcados en la calle y que es sale a relucir siempre que hay lluvia. Evidentemente, estamos hablando de los limpiaparabrisas, un aparato que, aunque no lo sepas, es historia de la tecnología reciente en lo que el funcionamiento se refiere.
Lo más evidente de este aparato es que se trata de un circuito eléctrico que se apaga y enciende a tu gusto y que además tiene diferentes velocidades en función de la intensidad de la lluvia. De lo que probablemente te has dado cuenta y no has caído es que no se trata de un circuito eléctrico común, ya que entre pasada y pasada los limpiaparabrisas hacen una pequeña parada y esto tiene un porqué.
Las pasadas continuas eran un estorbo
En el mundo de la tecnología nos podemos encontrar con que en ocasiones los aparatos que tenemos enfrente son solo una pequeña muestra de lo que las grandes mentes son capaces de conseguir. Seguramente tienes en tu bolsillo mochila un ejemplo claro de ello, ya que hace treinta años nadie se esperaba que pudieras llamar por teléfono a alguien con un dispositivo que te cabía en el bolsillo (mucho menos que tuviera una pantalla táctil) o que pudieras trabajar desde cualquier parte del mundo desde un ordenador que pudieras llevar contigo a todas partes. Lo mismo pasa en el segmento del automovilismo, donde en sus inicios podíamos observar que los diseños no tienen nada que ver con los que funcionan a día de hoy.
Sin embargo, todos han tenido un denominador común en lo que confort se refiere y es que los limpiaparabrisas han estado casi siempre funcionando dentro de los coches propulsados a motor. Su función no ha variado con los años, pero es importante destacar que en sus inicios era un dispositivo realmente tosco. Si ponemos un ejemplo, los primeros coches de Ford disponían de estas características, pero al activarse se generaba un único movimiento.
La velocidad era sostenida, lo que implicaba que estos aparatos estaban continuamente moviéndose en condiciones que incluso no eran tan necesarios como es el caso de la lluvia leve. Esto causaba malestar entre los conductores, durante el sonido del propio mecanismo y el que hacían las gomas al friccionar contra el cristal que apenas estaba mojado suponía un problema para todos los que estaban al volante. Sin embargo, en 1960 a un profesor de universidad llamado Robert Kearns tuvo una idea para solucionarlo.
El limpiaparabrisas moderno, una idea millonaria
Este profesor dio con la clave para establecer el movimiento de los limpiaparabrisas como lo conocemos a día de hoy. Todo lo hizo con un mecanismo muy sencillo y con componentes nada fuera de lo común, lo cual hacía una idea económicamente viable y lo mejor de todo es que era universal.
En términos técnicos el mecanismo se componía de un transistor, un condensador y una resistencia variable. La unión de estos elementos hacía que el transistor se cargará y descargase con cada pasada, haciendo posible que los limpiapabrisas se mantuvieran parados durante un tiempo hasta que se volvieran activar de manera automática siempre y cuando hubiera energía circulando por dicho circuito.
Pero la historia dejó algo realmente interesante y jugoso al propio Kearns. Una vez comprobado que su invento funcionaba lo patentó y ofreció esta idea a Ford quien parecía muy interesado por esta novedosa idea y que al final decidió copiarla sin permiso en sus modelos venideros. No fue el único ya que con la simplicidad de la construcción de este circuito no era difícil que otras marcas también siguieran su mismo ejemplo lo cual dio como resultado no solamente el enfado del profesor universitario, también una demanda que le convirtió en millonario simplemente porque le plagiaron una idea que a día de hoy es un elemento importantísimo en el funcionamiento de cualquier coche que circula delante de tu ventana.