¿Te has preguntado alguna vez por qué tienes que cambiar de móvil cada dos años? ¿O por qué los electrodomésticos cada vez duran menos? La vida útil de nuestros productos tecnológicos se acorta, y esto se lo debemos en buena medida a Alfred P. Sloan. El conocido como padre de la obsolescencia programada cambió el mundo hace décadas, y las consecuencias podrían ser devastadoras.
En la década de los años 20, Alfred P. Sloan se hizo una pregunta que, pese a parecer inofensiva, no lo era. ¿Cómo una persona que tenía ya un coche, y que estaba contenta con su rendimiento, podría necesitar uno nuevo? ¿Cómo podía la industria generar esa nueva necesidad? Era una pregunta muy inteligente, sobre todo si tenemos en cuenta el contexto en el que se encontraba. Este famoso ingeniero trabajaba en ese momento en General Motors, y consiguió catapultar a la empresa a la cima del mercado automovilístico con sus innovaciones.
Los inicios de Alfred P. Sloan
Alfred Pritchard Sloan nació en 1875, en Connecticut. Como casi todos los grandes hombres que triunfaron en esa época en Estados Unidos, estudió Ingeniería Eléctrica. Comenzó su andadura laboral en el año 1899, en una empresa llamada Hyatt Roller Bearing, que proporcionaba rodamientos a la ya famosa Ford Motor Company. En el año 1916, esto cambió: su empresa pasó a formar parte de United Motors Corporation que, posteriormente, se incluyó en el conglomerado de General Motors Corporation.
Dentro de General Motors, las labores de Sloan fueron variadas: fue vicepresidente, pasó a ser presidente en el año 1923 y, una década después, presidente del directorio. Sloan puede presumir de haber hecho que General Motors alcanzase todos sus objetivos, y se convirtiera en una de las empresas más poderosas de ese momento. Estamos hablando de un contexto social en el que prácticamente todas las familias tenían ya un coche en propiedad y, por tanto, ese auge inicial se estaba acabando poco a poco. Y fue ahí cuando Sloan se preguntó cómo iban a continuar vendiendo coches, especialmente cuando ya había tantas personas con vehículo.
General Motors: creando necesidades
General Motors brilló más que nunca gracias a la eficaz gestión de Sloan. Él centralizó por completo la supervisión financiera, y creó un departamento que se dedicaba en exclusiva a estudiar a los consumidores. De esta manera, pasaba a ver con claridad cuáles eran sus necesidades reales, y cómo podía solventarlas con nuevos productos. Además, General Motors comenzó a permitir que los futuros compradores de coches financiaran sus vehículos. Ya no era necesario pagarlo al completo, y esto hizo que muchas más personas pudieran acceder al mercado.
Por si esto fuera poco, también buscó segmentar el mercado por precios. Pese a que ahora es algo que vemos lógico, en ese momento no era así. General Motors contaba con cinco marcas diferentes, con precios variados entre sí, para que cada una se dirigiera a un segmento diferente de la población. Y, de esta manera, pudo competir abiertamente con una gran cantidad de compañías al mismo tiempo.
Además, Sloan tenía un pequeño truco. Es algo que vemos habitualmente en marketing hoy en día: el modelo más caro de cada marca era únicamente algo más barato que el de la marca superior a ella. Si te piden 1.000 € por un móvil que está bien, y solo 1.100 € por uno que está mucho mejor, ¿por cuál te decantarías? Y eso en el caso de un smartphone, cuyo precio es inferior a un automóvil. Si la diferencia es de 1.000 € cuando el coste total supera los 20.000 €, probablemente también dirías que, ya puestos, prefieres invertir un poco más. De esta forma, ¡las ganancias aumentaban!
La obsolescencia dinámica
Fue justo ahí cuando Sloan se preguntó cómo podían mejorar. Cómo podían continuar vendiendo coches a personas que ya tenían vehículos, con el mercado ya casi copado. Y fue ahí cuando apareció la idea de cambiar el modelo cada año. Todos los años, los coches tendrían un estilo diferente, haciendo que los modelos anteriores pasaran a ser totalmente obsoletos. Él lo denominó obsolescencia dinámica, y fue el inicio de lo que hoy podemos denominar obsolescencia programada.
Sloan únicamente se centró en generar una necesidad de cambio en un consumidor que realmente no la necesitaba. Era una forma de aumentar el consumo, que otros empresarios de la época no tardaron en copiar. En este sentido, no podemos dejar de hablar de un famoso agente inmobiliario, Bernard London, quien mencionó en un artículo periodístico que la mejor forma de superar la depresión económica era fomentar el consumo.
Las ventas se dispararon, y General Motors tuvo una época dorada. En ese momento, esta empresa vendía casi la mitad de todos los coches que se vendían en Estados Unidos. Así que Sloan acertó con su método de venta, e incluso ha conseguido que una buena cantidad de empresas actuales continúen usándolo. Cambiar el diseño de un móvil cada año para que, de esta manera, sientas que el que tienes ya no sirve. ¿No te suena?
Los problemas de la obsolescencia programada
Sin ser quizá consciente de ello, Alfred P. Sloan diseñó lo que hoy conocemos como obsolescencia programada, una de las causas de toda la basura tecnológica que acumulamos. Cada año (o cada pocos meses), salen nuevos dispositivos al mercado con todo tipo de novedades, que nos lanzan de cabeza a querer renovar los que ya tenemos. A eso hemos de sumarle, por supuesto, que la vida útil de estos productos es cada vez menor. Las baterías de los móviles se desgastan con rapidez, las piezas de nuestros coches son menos resistentes que antaño, y así podríamos continuar eternamente.
Esta obsolescencia programada no es una conspiración, pese a que haya quien lo señala como tal. Es una necesidad de que continuemos consumiendo para que, así, el mercado continúe en marcha. Pero, claro, no es del todo responsable con el medioambiente, puesto que generamos una gran cantidad de basura. La solución a este problema parte del reciclaje y de la reutilización de todas esas piezas que ya no usamos, algo que muchas empresas han sabido ver y han puesto en marcha.