En el complejo mundo de la banca y las finanzas, hay nombres que se graban en la memoria colectiva por su contribución revolucionaria. No estamos acostumbrados a asociar este campo con la innovación tecnológica, pero lo cierto es que hay avances en el mundo bancario que han cambiado la vida de millones de personas.
Y el ejemplo perfecto lo tenemos en el invento de Luis Anaya Amorós, un visionario español cuya mente dio vida al primer cajero automático.
¿Quién fue este ilustre español?
Luis Anaya Amorós, el protagonista de estas líneas, es un inventor español nacido en un pequeño pueblo del mediterráneo español, en la región de Murcia, y desde temprana edad mostró una pasión por los sistemas mecánicos y la tecnología. Con una incansable sed de conocimiento, Luis estudió ingeniería y dedicó años de estudio y trabajo duro para perfeccionar sus habilidades.
Pero el cajero autonómico no fue su primer contacto empresarial. En su dilatada carrera laboral trabajó como representante en la ciudad de la fábrica francesa de pianos Chassaigne Frères, fue miembro de la Cámara Agrícola, Industrial y Mercantil del Río Segura y también tuvo una dilatada relación con la minería. Pero es en el campo del hilado del esparto, con una gran cantidad de trabajo manual llevado a cabo por mujeres, cuando este murciano se dio cuenta de que la mecanización de estas labores podría tanto aliviar el esfuerzo de las operarias como mejorar la calidad de la mercancía.
Es entonces cuando formo equipo con el ingeniero británico Bernard Haslip Brunton para dar a luz su primera patente, una máquina de rodillos para machacar la fibra.
Pero fue en la década de los años 1910 cuando Luis Anaya Amorós presentó su revolucionaria idea de un cajero automático, un dispositivo que permitiría a los clientes de los bancos realizar transacciones sin necesidad de acudir a una sucursal física. En aquel entonces, esto parecía algo sacado de una película de ciencia ficción, pero Luis estaba decidido a convertir su visión en una realidad más pronto que tarde. La patente describía a esta invención como “una caja repartidora de un cierto número de monedas con intervalos de tiempo determinados”. Nacía así, el “autocajero“.
Así fue el primer cajero automático del mundo
El primer cajero automático diseñado por Luis Anaya se instaló en la ciudad de Alicante y, aun a día de hoy, es considerado como una auténtica maravilla de la ingeniería, y su funcionamiento era sorprendentemente sencillo, permitiendo a las personas depositar y retirar monedas de manera automatizada, sin necesidad de la intervención de un cajero humano.
El funcionamiento de este autocajero de monedas se basaba en un sistema mecánico ingeniosamente diseñado. El dispositivo estaba equipado con una ranura donde los usuarios podían insertar las monedas para realizar un depósito. Estas monedas eran recogidas y contabilizadas por mecanismos internos que garantizaban la precisión y la seguridad del proceso.
Para realizar un retiro, los usuarios debían seguir un procedimiento similar. Después de insertar una clave o utilizar un método de identificación específico, el autocajero dispensaba las monedas solicitadas a través de una abertura o compartimento accesible para el usuario.
Como imaginarás, supuso una gran innovación en el ámbito de la banca y el manejo de efectivo. Antes de su creación, las transacciones con monedas se realizaban exclusivamente a través de cajeros humanos, lo que podía resultar lento y propenso a errores. El autocajero de monedas de Amorós proporcionó mayor comodidad y eficiencia a los usuarios, al permitirles realizar transacciones de manera rápida y precisa. Además, redujo la necesidad de contar con personal adicional en los bancos y agilizó los procesos de depósito y retiro de monedas.
Un interesante punto de partida
Desde este momento, los cajeros automáticos, aunque no lo parezca, no han cambiado tanto, pues su funcionamiento sigue siendo el de dar dinero al cliente del banco sin necesidad de intervención humana. Pero sí que han experimentado una significativa evolución y avance tecnológico a medida que se ha ido desarrollando la informática.
En las décadas posteriores al supuesto invento de Luis Anaya, los cajeros automáticos se expandieron y se diversificaron en su funcionalidad. En los años 60 y 70, los cajeros automáticos comenzaron a ofrecer servicios básicos más allá de la retirada de efectivo, como la consulta de saldo. Estos equipos ya utilizaban tarjetas perforadas o tarjetas magnéticas para identificar a los usuarios y acceder a sus cuentas bancarias.
Pero el gran cambio de estas máquinas tuvo lugar en la década de 1980, momento en el que se introdujeron pantallas gráficas y teclados numéricos y se posibilitó una interacción más intuitiva con el usuario y una mayor diversidad de opciones. Además de retirar efectivo y consultar saldo, los usuarios podían realizar pagos de facturas y transferencias de fondos directamente desde el cajero automático.
A medida que avanzaba la década de 1990, los cajeros automáticos comenzaron a ofrecer servicios adicionales para mejorar la relación entre cliente y banco. Se agregaron funciones como la recarga de teléfonos móviles y la emisión de billetes de viaje. También se mejoró la capacidad de impresión de comprobantes de transacciones y recibos.
A medida que nos adentrábamos en el siglo XXI, los cajeros automáticos continuaron evolucionando y mejorando. Las pantallas táctiles se convirtieron en una característica común, lo que facilitó aún más la interacción con los usuarios. Además, se mejoraron las medidas de seguridad, como la incorporación de lectores de tarjetas con chip y la autenticación biométrica, como el reconocimiento de huellas dactilares. Es aquí cuando los cajeros comenzaron a ofrecer una amplia gama de servicios financieros que hacían que ya no fuera necesario entrar a la oficina para realizar nuestras gestiones, provocado jubilaciones anticipadas en un gran número de entidades bancarias.
El futuro de los cajeros: la evolución del contactless
En los últimos años, los cajeros automáticos han seguido adaptándose a las necesidades cambiantes de los usuarios y las tendencias tecnológicas. La integración de funciones de pago sin contacto se ha vuelto común, permitiendo a los usuarios realizar transacciones simplemente acercando su tarjeta o teléfono móvil al lector del cajero automático. Y no podemos olvidarnos de la incorporación de inteligencia artificial, pues algunos cajeros automáticos utilizan chatbots y asistentes virtuales para ofrecer asistencia personalizada a los usuarios, respondiendo preguntas o ayudando a hacer gestiones, incluso en servicios no bancarios.
A día de hoy tenemos totalmente asimilado que podemos usar estos cajeros, no solo para sacar dinero, hacer transferencias, recargas de saldo o consultar nuestra información financiera, sino también para comprar entradas de eventos, e incluso realizar transacciones con criptomonedas. Este último caso son solo en contadas situaciones y siempre y cuando tengas una cartera donde guardes todas tus inversiones en criptodivisas.
En un futuro cada vez más cercano serán el único elemento que veas en una sucursal, ya que cada vez más bancos están apostando por un modelo de establecimiento en el que tú mismo entres en la sucursal para hacer los movimientos en la cuenta que consideres oportunos. Esto puede suponer el abandono de un servicio humano personalizado en el momento, el cual quedará relegado a la atención telefónica al cliente como ya se está desarrollando en la mayoría de las entidades.
Más seguridad en las sucursales, aunque se sigue estafando a los usuarios
Por supuesto, las sucursales han hecho todo lo posible para que el uso de estos terminales sea de lo más seguro y efectivo. Son muchos los que prefieren hacer sus ingresos y retiradas de efectivo dentro de la sucursal por la presencia de cámaras que identifiquen a un posible ladrón en caso de asalto. Sin embargo, te instamos a que tengas en cuenta otros métodos de robo, ya que hay lectores de tarjeta que se colocan sobre el de los cajeros que son capaces de copiar los datos de las tarjetas para luego usarlas sin tu permiso.
Por suerte, los empleados de las diferentes sucursales se cercioran de que estas funcionan correctamente para garantizar su correcto uso. Cada vez se investigan nuevas formas de aportar seguridad a los usuarios, aunque, como te decíamos antes, lo mejor es que realices tus movimientos bancarios desde casa o incluso desde la ventanilla de caja, desde donde te pueden ayudar a realizar todo tipo de trámites con toda seguridad de que estás tratando con una persona autorizada para realizar todos los movimientos.
Lo que no podemos asegurarte es la capacidad que tienen las diferentes entidades para protegerse de los ciberataques, aunque de este tipo de asuntos también están muy al día. En este caso, lo mejor que puedes hacer es protegerte de todos y cada uno de los problemas que como usuario te pueden surgir en el día a día y que están relacionados con todo el mundo de las estafas. Estar atento a las campañas de phishing, comprobar que el datáfono o lector no está comprometido con algún dispositivo extra o simplemente sacando dinero en los cajeros automáticos más cercanos.