No hay órgano más importante en los seres humanos que el cerebro. Además de coordinar cómo funcionan el resto de los órganos, es donde se almacena todo lo que somos: nuestros pensamientos, las emociones, los recuerdos. ¡Todo! Y quizá es por eso por lo que resulta tan chocante que el cirujano Sergio Canavero asevere que se pueden trasplantar cerebros.
Hoy en día, los trasplantes de cerebros continúan sin ser una realidad. Es más, cuando hablamos de algo así casi pareciera que nos encontramos dentro de una película de ciencia ficción. Porque si realmente pudiéramos trasplantar cerebros, sería tan fácil como mover un cerebro viejo a un cuerpo nuevo para alargar la vida… O eso es lo que cree Sergio Canavero, un neurocirujano italiano que ya ha sembrado la polémica.
Este médico ya ha conseguido trasplantar cabezas de roedores a otros de la misma especie. Y, según él aseverado, ¡con éxito! Su nombre comenzó a resonar allá por el año 2017, cuando afirmó que había conseguido realizar el primer trasplante de cabeza en seres humanos. Aunque, en realidad, estas personas ya habían fallecido con anterioridad. Y si bien es cierto que fue una operación compleja, y que tuvo mérito, su relevancia práctica es muy poca.
Qué persigue Sergio Canavero
El neurocirujano lo tiene bastante claro: el futuro de la medicina pasa por el trasplante de cerebro. No lo ve como una operación más, sino como la clave absoluta para curar todo tipo de enfermedades. Como señala en su estudio, llamado ‘Whole brain transplantation in man: Technically feasible’, que podrás encontrar en la revista Surgical Neurology International, ahora mismo la tecnología no puede rejuvenecer con éxito a un humano. Y es por eso por lo que hay que buscar otras alternativas.
Una de estas posibles opciones pasa por mover un cerebro viejo a otro cuerpo. Pero, para conseguir que esto funcione, hay de por medio un camino incluso más complejo del que pudiera parecer a priori.
¿Es posible trasplantar un cerebro?
Ahora mismo, el trasplante de una cabeza humana a otro cuerpo se considera totalmente irrealizable. Ni siquiera con los avances tecnológicos de los que disponemos se podría conseguir, o eso es lo que aseveran los médicos que se posicionan contra Sergio Canavero. El primer motivo es clave: el cerebro no puede sobrevivir más de cuatro minutos sin oxígeno. Si este tiempo se prolonga hasta los cinco minutos, el daño se considera totalmente irreparable.
Ha habido ciertas soluciones a lo largo de la historia para conseguir que esto cambie. Por ejemplo, Robert White, otro famoso neurocirujano, se ayudó de la refrigeración para conseguir que una cabeza de mono aguantase más tiempo en buenas condiciones. Y esta es la idea que tienen Canavero.
Aunque este no es el único inconveniente. Seguramente hayas visto algún caso de una persona que, por un golpe o un accidente, ha acabado en silla de ruedas. Esto se suele deber a un daño en la médula espinal, que es un tejido nervioso que se extiende desde la parte baja de la cabeza hasta la espalda. Y, una vez seccionada, no hay forma de repararla.
Sergio Canavero también tiene una solución para esto: cortar la médula justo por la quinta vértebra cervical. A priori, todo apunta a que esto dejaría a la persona sin control ni sobre sus piernas ni sobre sus brazos. Para el neurocirujano, ¡hay otra respuesta! En sus entrevistas ha señalado que no es lo mismo restaurar una médula que ha sido gravemente dañada que una que ha sido seccionada con precisión. Hasta sus detractores han aseverado que esto es cierto, pero habría que encontrar un pegamento capaz de unir de nuevo ambas partes de la médula. Curiosamente, es algo que hizo el veterinario C-Yoon Kim en 2016 con un perro, y fue un éxito; ya forma parte del equipo de Canavero.
¿El futuro de la medicina?
Sergio Canavero lo tiene claro: va a luchar por lo que él considera que es el futuro de la medicina. Lo ve como la única forma de preservarnos de la muerte a los seres humanos durante mucho más tiempo. Aún le falta, por supuesto, encontrar candidatos.
Hace unos años, el ruso Valery Spiridonov se ofreció para ser el primero en probar esta técnica. Empujado por su enfermedad, una atrofia muscular espinal que recibe el nombre de Werdnig-Hoffmann, lleva años buscando soluciones a su inmovilidad. No obstante, tardó poco en retirarse como conejillo de indias. Según informó en una entrevista, tiene una mujer y un niño, le va bien a nivel laboral y, por ahora, su salud está estable. Prefiere aportar financiación antes que ser considerado paciente, ¡y no le juzgamos!
Habrá que esperar para ver si estamos ante un auténtico visionario de la medicina o, por el contrario, ante alguien que ha perdido su propia cabeza.