En ocasiones te encuentras con trabajos u objetos que están delante de ti y que no sabes ni cómo se llaman ni siquiera su historia. Esto pasa mucho con todos los investigadores y científicos que están día tras día buscando la forma de descubrir cosas que ayuden el día de mañana a las personas en su vida diaria o en dar explicación a algo, aunque el caso de Charles Bivort se centra más en el primero de estos casos.
Nuestro protagonista de hoy es uno de los grandes desconocidos para muchos ya que su aportación a la vida diaria tiene mucho mérito, sobre todo por el hecho de ahorrar mucho trabajo a la hora de escribir documentos que posteriormente se convertirán en actas o documentos de gran importancia.
Desde pequeño se acostumbró a los registros
Probablemente, el caso de Bivort sea uno de los más interesantes cuando se trata de tomar apuntes y registros sobre un momento determinado. Su vida empieza en Troine, una ciudad de Luxemburgo, aunque su vida pasa por diferentes sitios debido al trabajo de su padre que le obliga a moverse constantemente, ya que era funcionario de aduanas.
Esto marcó mucho y la vida de nuestro protagonista ya que después de acabar su enseñanza básica no tarda en trabajar en lugares en donde es necesario una persona que anote todo tipo de información como puede ser el Registro de Arlong o una notaría donde la precisión, la rapidez y la atención son sumamente importantes.
En su traslado a París allá por mil ochocientos sesenta y cuatro tuvo que cambiar de oficio especializándose en el cacao y el azúcar al trabajar en una fábrica de chocolate, algo que curiosamente le llevó al mundo editorial formando parte de Bulletin des Halles, aunque su aportación al mundo de la tecnología también fue muy importante por su la fundación de la Compagnie Française des Téléphones y el Salon du Cycle.
Un aparato pensado para ser universal
Bivort no solamente aportó mucho al mundo de la empresa, el periodismo y la escritura, sino que además aportó mucho a nivel técnico. Y es que aquí tenemos que hablar de la creación de un elemento que a día de hoy ha evolucionado mucho, pero que no ha perdido la esencia con la que se creó en su día.
Dada la necesidad de tomar declaraciones mucho más rápido de lo que una persona podía manejar una pluma, Bivort ideó lo que a día de hoy se le conoce como la primera máquina de estenotipia de la historia. En sus inicios se trataba de un dispositivo algo tosco, pero queda perfecto para obtener información de manera rápida y sin necesidad de teclear demasiado.
En su funcionamiento no ha perdido su esencia hasta el día de hoy, ya que la intención era la de tocar simultáneamente en diferentes teclas que correspondían a letras que debían formar un sólido, el cual correspondía a las reglas fonéticas entendidas por cualquier persona en el mundo.
Al parecer una máquina de escribir su funcionamiento era muy similar al de la mecanografía, aunque se diferencia mucho de esta precisamente en el número de teclas disponibles no eran tantas que las de una máquina de escribir y que al pulsarlas no se generan letras sino fonemas.
De esta manera y gracias a una cinta de papel colocada en la parte trasera del aparato se podía obtener de manera rápida declaraciones de todo tipo en muy poco tiempo, y esto sin tener en cuenta que nuestro protagonista hizo un sistema de enseñanza muy sencillo para que cualquiera que realizara lo que a día de ese considera un oficio.
Con el paso del tiempo esta máquina ha pasado por diferentes modificaciones, como por ejemplo qué pasó a tener 23 teclas justo cinco años después de su creación.
A día de hoy este aparato lo puedes encontrar en lugares donde el tener un acta escrita es más que importante como pueden ser los juicios o incluso los plenos del Congreso de los Diputados donde tiene su propio departamento en el que se transcriben las notas obtenidas después de cada sesión para realizar un acta donde se recoge todo lo que se ha hablado palabra por palabra.