El cambio climático es una realidad que afecta a todo el planeta. Estés en una aldea perdida en el monte o en una capital costera, estás igual de fastidiado que el resto. Curiosamente a lo que piensan muchos ciudadanos, puede afectar especialmente a las zonas urbanas, donde vive la mayor parte de la población.
Por supuesto, las ciudades españolas no son una excepción y se enfrentan a diversos riesgos derivados del aumento de las temperaturas, la reducción de las precipitaciones, el incremento de los fenómenos extremos, la subida del nivel del mar y los cambios en los ecosistemas. Es algo que ya estamos viviendo en los últimos años, con enormes nevadas en el centro peninsular, desastrosas DANAS a lo largo y ancho de nuestras fronteras o sequías que obligan a subir los precios de los alimentos.
¿Cómo afecta el cambio climático a nuestras ciudades?
Para saber cómo afectaría este cambio climático a Sevilla, Madrid, Barcelona, Lugo o Bilbao, basta con echar un ojo al informe publicado hace tiempo por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), coordinado por el Basque Centre for Climate Change (BC3), estos son algunos de los principales impactos y riesgos del cambio climático en España:
Menos agua
Como consecuencia de sequías cada vez más largas, se prevé una disminución de la disponibilidad y calidad del agua, así como un aumento de la demanda por el incremento de la población y las actividades económicas. Esto puede provocar conflictos por el uso del agua, deterioro de los ecosistemas acuáticos, pérdida de biodiversidad y una mayor vulnerabilidad ante sequías e inundaciones.
Pérdida de hábitats
El informe también alerta de los cambios biogeoquímicos que pueden producirse en cualquier región, con la desaparición de especies tanto animales como botánicas y la aparición de otras en lugares nuevos, como plagas de mosquitos o de insectos. A ello se le une una disminución de la productividad primaria y el abandono del campo, algo que ya está sucediendo.
De igual forma, se prevé una reducción de los rendimientos agrícolas y ganaderos, una mayor necesidad de riego y fertilización o una mayor exposición a plagas y enfermedades que nos llevaría a una disminución de la calidad y la seguridad alimentaria.
Calentamiento del mar
La subida de las temperaturas se replicará en la superficie del agua, lo que a su vez puede llevarnos a una subida del nivel del mar, una acidificación del océano, una disminución del oxígeno disuelto, un cambio en la salinidad y el oleaje, y una alteración de las corrientes marinas que pondrían en riesgo los ecosistemas costeros.
Menos energía
De igual forma, se espera una disminución de la oferta energética por la reducción de los recursos hídricos y eólicos, y una mayor vulnerabilidad de la infraestructura energética ante eventos climáticos extremos. También se prevé un aumento de la demanda energética por el incremento de las necesidades de refrigeración y riego. Evidentemente, esto llevaría a un enorme encarecimiento de la electricidad o el gas, algo que ya está ocurriendo.
¿Qué le pasará a mi ciudad?
Pues, como hemos dicho, da igual que estés al lado del mar o en el interior. Todos nos vamos a ver afectados por igual, aunque en mayor o menor medida.
Ciudades de costa como Barcelona, Cádiz o Valencia
Debido al aumento de las temperaturas y a los fenómenos climatológicos, lo más probable es que cada vez asistamos a la desaparición del terreno urbanizable y se produzcan diferentes inundaciones por la subida del nivel del mar y el aumento de la frecuencia e intensidad de las tormentas.
Pro no están a salvo de otras circunstancias que ocurran en otras regiones más alejadas del mar, como problemas de energía, transporte, turismo o salud.
Áreas urbanas como Madrid, Sevilla o Bilbao
Aunque estemos lejos del mar, eso no nos asegura estar ‘a salvo’.
En las zonas de interior, el informe habla de un aumento del estrés térmico por las olas de calor y el efecto isla de calor urbano. Esto puede provocar un incremento de la mortalidad por causas cardiovasculares y respiratorias, una mayor demanda energética para refrigeración, una disminución del confort térmico y la productividad laboral, y una afectación a la calidad del aire y el ruido.
También se espera un aumento del riesgo de inundaciones urbanas por lluvias torrenciales e insuficiencia del drenaje urbano que cause graves daños materiales y de infraestructuras o la interrupción de servicios básicos, como ya hemos visto con DANAS y Filomenas.
Evidentemente, tanto las ciudades costeras como las de interior verían afectadas sus redes de transporte, ya sea por el daño a las infraestructuras o por el aumento de los costes de mantenimiento y reparación.
Lo peor, sin duda, para un país como España, que vive por y para el turismo, es que se espera una disminución de la competitividad y atractivo de paños de cara a los visitantes de otros países, motivada por la pérdida de recursos naturales y culturales, la reducción de la calidad ambiental, o el aumento del riesgo sanitario. Esto haría que los turistas busquen otros destinos vacacionales.
¿Desaparecerán las ciudades?
Aún queda mucho para que estos augurios se hagan realidad y aunque es cierto que dentro de cientos de años algunas ciudades 100% costeras podrían verse afectadas, la realidad es que muchas de estas consecuencias derivadas del cambio climatológico ya las estamos viviendo en nuestras carnes.
