Es muy probable que entres en redes sociales para entretenerte y, de paso, echar un vistazo sobre qué es lo que están haciendo tus contactos o cuentas de interés. Cada vez que desliza el dedo por la pantalla surgen cosas nuevas: un nuevo aspecto cosmético para el juego de moda y que solo estará disponible el fin de semana, un evento o plan que nadie se puede perder o esa receta que todo el mundo está haciendo porque supuestamente se ha puesto de moda. El problema llega cuando tú te sientes mal porque no estás haciendo nada de eso y te da lo que se le conoce como síndrome FOMO.
Este problema se ha hecho más patente en los últimos años, ya que se trata de un tipo de ansiedad social en el que tienes que saber o hacer lo que otros están haciendo para no sentirte fuera del grupo o incluso de la tendencia del momento.
¿Qué es el FOMO?
El ejemplo de lo que te decíamos antes con las redes sociales es algo de lo más habitual. El problema llega cuando esa exclusión se hace patente en la vida real. Para ilustrarlo mejor, seguro que te acuerdas de la época en la que Juego de Tronos estaba tan de moda (básicamente con cada nueva temporada). Había dos grupos de personas: los amantes de la serie que eran capaces de quedarse en la madrugada del lunes para ver el último capítulo para evitar los spoilers durante la mañana siguiente porque también lo contaban en el trabajo, y los que pasaban de la serie.
Los segundos no presentaban ningún interés, como es lógico, pero si alguien del primer grupo se dejaba uno o dos capítulos sin ver ya no podía estar en el corrillo hablando del tema. Es entonces cuando el FOMO hace acto de presencia en esa persona ‘asilada’. Y es que estas son las siglas de lo que en inglés se conoce como Fear of Missing out o miedo a perderse algo en español.
Como te decíamos, se trata de un tipo de ansiedad social que se manifiesta cuando una persona se arrepiente de no haber hecho algo que le hubiera dado satisfacción o una experiencia de lo más increíble y de la que otros van haciendo alarde.
Cómo se detecta el FOMO
Una cosa es que te dé envidia sana que una persona esté viviendo una experiencia increíble y que tú no hayas podido, pero otra cosa bien distinta es que tengas un sentimiento ansioso o depresivo por no haberlo vivido. Estas podrían considerarse parte de las consecuencias de lo que provoca el FOMO, pero antes de eso vienen las características de este problema
Una de las más comunes es el uso excesivo de las redes sociales. Como sabrás, todo el mundo sube fotos durante un día o una semana, o simplemente cuando está pasando por un buen momento para que quede constancia y que todo el mundo lo vea. Sin embargo, puede que sientas FOMO si tienes mucha ansiedad por ver las últimas novedades y ser el primero en comentarlas o sientes ansiedad por no estar en un evento. Y no solo tiene que ser una red social, también puede ser una aplicación o juego. No estar viendo la serie del momento en una plataforma VOD o no jugar al juego de moda del que todo el mundo está hablando puede provocar a más de uno una sensación de aislamiento.
Otra característica del FOMO es que, debido a lo anterior, el usuario sufre una baja autoestima. Llegan las comparaciones con esas otras personas y se siente insatisfecho y vació. Por supuesto, todo esto desemboca en cuadro psicológico de ansiedad y malestar mental que empujan al usuario a una constante necesidad de sentirse observado y ser valorado positivamente por todo lo que hace, por no hablar de que sufre por no estar conectado al móvil para saber qué está pasando en su redes sociales.
¿Existe alguna manera de evitar el FOMO?
El problema del FOMO se detecta en todas las fases de la vida de una persona en la actualidad. Es cierto que los niños son los más propensos a sufrir sus efectos, detectados por su dificultad para interaccionar fuera del ámbito tecnológico, problemas de sueño o cierta inquietud cuando no está revisando el teléfono móvil.
Lo cierto es que es una tarea difícil dado que cada vez estamos más conectados entre nosotros gracias a la tecnología y eso supone un problema muy grande para librarse de este problema. Lo mejor que se puede hacer en estos casos con los más jóvenes es educarlos en un uso racional y responsable estableciendo un máximo de minutos de uso de las redes sociales al día o limitándolo a unos pocos días a la semana. En el caso de los adultos y adolescentes también hay mecanismos en las redes sociales y en los propios teléfonos para favorecer el bienestar digital como puede ser el modo no molestar o estableciendo unos límites de actividad dentro de la aplicación.
En los casos más fuertes, aquellos en los que la ansiedad se ha convertido en una constante por estar pendiente de lo que dicen en redes sociales, si tiene que contestar un mensaje o ya los más que sufridos problemas de autoestima, lo mejor es contar con la ayuda de un psicólogo para empezar un tratamiento con el que ayudar a esa persona a recuperar su bienestar mental.