Lo anunció la mítica voz de Sir David Attenborough. En el año 2007, la BBC emitía el documental Climate Change – Britain Under Threat alertando de los peligros del calentamiento global. En 2020, Liverpool alcanzaría la terrible cifra de 28 grados Celsius, pronosticaba la retransmisión. Este verano, se superaron los 31. Las olas de calor son cada vez más frecuentes en una Europa acostumbrada, en su mayor parte, a temperaturas suaves. Pero esas mismas temperaturas han abierto una inesperada ventana al pasado.
“La ola de calor de este verano ha sido particularmente buena para la arqueología aérea. Se han formado marcas arqueológicas más obvias al estar el suelo tan seco. En los últimos meses, los arqueólogos de Historic England han encontrado patrones en los cultivos y en los prados que revelan miles de años enterrados de historia inglesa”, explican desde Historic England, la entidad encargada de gestionar el patrimonio histórico en Inglaterra.
Un mapa del Neolítico hasta la Edad Media
Han sido tantos los descubrimientos que todavía no hay una estimación exacta de lo que han encontrado. “2011 fue el último año excepcional para la arqueología aérea. Descubrimos más de 1.500 sitios arqueológicos”, señala Helen Winton, investigadora de Historic England. Este año creen que lo han superado. Entre los hallazgos encontrados este verano hay desde monumentos funerarios del Neolítico hasta granjas de la Edad Media, pasando por asentamientos romanos.
Pero, ¿qué tiene que ver la ola de calor y el cambio climático con la arqueología? El principio es simple. Los arqueólogos aéreos se encargan de fotografiar la superficie terrestre buscando marcas que indiquen la presencia de antiguas estructuras. Las alteraciones humanas en el pasado perduran en el terreno, aunque a simple vista no se vea. Y se reflejan en la vegetación.
Por ejemplo, un cultivo de cereal plantado sobre los sedimentos que cubren los antiguos muros de piedra de un edificio tiende a madurar antes y a secarse más rápidamente en condiciones de escasez de agua. Una antigua zanja o pozo que se llenase de nutritivos deshechos con el tiempo dará lugar a un terreno con más capacidad de retener la humedad. Y las plantas en la superficie resistirán mejor las altas temperaturas. Los resultados a vista de pájaro son increíbles.
Lugar de ceremonias prehistóricas en Oxfordshire. / Historic England
“Esta ola de calor ha proporcionado las condiciones perfectas para que nuestros arqueólogos aéreos puedan ver bajo el suelo […] El descubrimiento de antiguas granjas, asentamientos y monumentos del Neolítico es emocionante. El clima excepcional nos ha descubierto marcas en grandes áreas en lugar de en uno o dos campos. Ha sido fascinante poder contemplar tantos rastros de nuestro pasado”, explica Duncan Wilson, director ejecutivo de Historic England.
Entre los hallazgos destacan dos grandes monumentos rectangulares neolíticos de hace más 5.000 años. Asentamientos de la Edad de Bronce con más de 4.000 años de antigüedad. Lugares funerarios de la Edad del Hierro. Varias granjas de tiempos del Imperio Romano. Y multitud de restos de edificaciones de la baja y alta Edad Media. Ahora falta catalogar y, poco a poco, excavar y profundizar en la historia que el cambio climático ha desenterrado.
La arqueología aérea
La excepcionalidad de las temperaturas en Reino Unido ha sido la que ha hecho posible el elevado número de descubrimientos. La arqueología aérea, en realidad, es una disciplina muy consolidada. Desde incluso antes de la existencia de la fotografía, la observación del terreno desde puntos elevados ha sido una práctica habitual en busca de señales que indicasen la presencia de yacimientos.
En España, por ejemplo, durante los años 80 del siglo pasado se utilizó esta técnica para describir y localizar multitud de núcleos romanos en la Meseta Norte. Como describe en este artículo el arqueólogo Julio del Olmo Martín, gracias a la arqueología aérea se ha documentado la organización de la trama interna de las calles de, al menos, 47 ciudades romanas o anteriores en esta zona.
Hoy, las técnicas y las tecnologías han evolucionado y, sobre todo, se ha abaratado el acceso a ellas. Los drones, los servicios de mapas web o las tecnologías de imagen han democratizado la arqueología aérea. Un ejemplo de ello son las compañías españolas Virtua Nostrum o Drone By Drone, que se apoyan en las aeronaves no tripuladas para la investigación y la divulgación arqueológica.
Estructuras neolíticas rectangulares descubiertas este verano en Milton Keynes. / Historic England
Por otro lado, como explican Adara López López (Universidad de Alcalá) y Enrique Cerrillo Cuenca (Universidad Complutense de Madrid) en este paper, la aplicación de herramientas como Google Earth ha resultado en la identificación de un elevado número de posibles recintos de fosos neolíticos y calcolíticos en las cuencas del Tajo y del Guadiana. A nivel mundial, el uso de los mapas web ha posibilitado la identificación de miles de posibles yacimientos.
Al igual que en Reino Unido, la tecnología está ahí para facilitarnos el acceso a la información ante oportunidades imprevistas. A veces, incluso sucesos negativos, como la sequía sin precedentes en la campiña inglesa, nos abren puertas que llevaban miles de años cerradas. Quién sabe qué se ocultará bajo los hielos polares o los extensos bosques canadienses. Si las peores previsiones climáticas siguen cumpliéndose (y superándose) es probable que pronto lo sepamos.
Imágenes | Historic England, iStock