bacteria que come plastico

Los residuos son un problema de todos y la Tierra ha tomado cartas en el asunto

Los primeros plásticos termoestables se desarrollaron en al principio del siglo XX. Y a partir de 1950, el mundo se volvió loco con este material. En ese año se produjeron algo más de dos millones de toneladas de plásticos. En 2015 fueron 448 millones de toneladas. Nos repetimos a nosotros mismos que lo recogemos y lo reciclamos. Pero cerca del 80% de los residuos plásticos acaba en el medio ambiente, sobre todo, en ríos y mares.

Cada minuto, se venden un millón de botellas de plástico en el mundo. Cada hora, 900.000 kilos terminan en los océanos del planeta. En función del tipo de plástico, este tarda en biodegradarse un mínimo de 450 años. Otros no se degradarán nunca. No hay forma de reciclarlo al 100%. Ni hay ser vivo que se alimente de él. Hasta ahora. La evolución puede ser el último aliado de la Tierra en su lucha contra la contaminación humana. Hay una bacteria que podría cambiar para siempre la industria del reciclaje.

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Los datos son abrumadores

El primer paso para resolver un problema es darse cuenta de que existe. El segundo, medirlo para saber a qué nos enfrentamos. Los datos de la montaña de residuos plásticos que hemos generado son abrumadores. Miremos por donde miremos, encontramos huellas de la revolución plástica. Y es que cerca del 40% de plástico que producimos se usa una única vez. Son cosas como los bastoncillos o las pajitas, objetos de usar y tirar como los que quiere prohibir la Unión Europea.

Cada vez más organismos e instituciones, como National Geographic con su informe ‘Un Mar de Plástico’, buscan ponerle cifras al problema. Según este documento, más de un billón de piezas de plásticos ya están flotando en los mares del mundo. El 73% de la basura de las playas es plástica. Más de 700 especies marinas sufren las consecuencias de ingerir plásticos. En 2050, se calcula que todas las aves acuáticas los ingerirán de forma habitual. Incluso se han encontrado microplásticos en el agua de consumo humano de casi todas las grandes ciudades del planeta.

Un polímero antinatural…

Pero, ¿qué pasa con el plástico que no hay quien se lo coma? ¿Por qué no desaparece como el resto de residuos? Los plásticos son polímeros. Es decir, son macromoléculas de compuestos orgánicos. La mayoría, de hecho, proviene de derivados del petróleo. Los polímeros existen también de forma natural, como las proteínas o la celulosa de las plantas. Son resistentes y difíciles de descomponer, pero los seres vivos han tenido millones de años para aprender a destruirlos y convertirlos en elementos más simples. Sin embargo, los plásticos llevan solo un siglo en la Tierra.

Estructura química del polímero poliestireno.

El éxito de estos derivados de petroquímicos pasa por su plasticidad, su elevada resistencia y lo poco que cuesta producirlos. Así, desde que se inventaron estos compuestos, se han convertido en un elemento básico de envases, utensilios para alimentación y bolsas, pero también en la industria textil, las construcciones, el transporte, los sectores de la electricidad y electrónica, la agricultura o la sanidad.

De entre los muchos tipos que existen de este polímero sintético, uno se ha convertido en el favorito del planeta. Aunque quizá habría que entrecomillar lo de favorito. Se trata del tereftalato de polietileno, más conocido como PET. Es el preferido de las industrias alimentaria y textil. Además, puede reciclarse, aunque pierde calidad y acaba por ser inservible. También es de los plásticos más resistentes a la biodegradación.

Con un enemigo biológico

De la mano de la celulosa o las proteínas de la carne, evolucionó sobre la Tierra un ejército de hongos y bacterias capaces de descomponerlos. Destruyen los complejos polímeros a través de una serie de enzimas. Es lo mismo que hace Ideonella sakaiensis. Pero esta bacteria es la primera que es capaz de descomponer el plástico. Ahora, un equipo de la Universidad de Kioto y otro de la de Portsmouth han descubierto cómo lo hace. Los resultados de su investigación han abierto una vía de escape para el problema del reciclaje.

bacteria que come plastico

Este microbio fue detectado por primera vez en un vertedero de Japón en 2016. Había surgido allí, fruto de la evolución. Actúa de forma parecida a ciertas bacterias que descomponen la cutina, un polímero presente en las paredes celulares vegetales. En unos pocos días, Ideonella sakaiensis consigue empezar a descomponer el plástico en elementos más simples.

No solo eso, sino que los investigadores de la Universidad de Kioto han descifrado los genes que actúan en el proceso y creen que podrían mejorar considerablemente el proceso de descomposición. “Esperamos usar esta enzima para convertir el plástico en sus componentes originales, y así poder reciclarlo al completo”, explica John McGeehan, de la Universidad de Portsmouth, en Reino Unido, quien lideró la investigación sobre los genes de la bacteria come-plásticos.

“Esto significa que no necesitaremos sacar más petróleo y podríamos reducir la cantidad de plástico en el medioambiente”, continúa el científico. Pero tampoco significa que el problema de los plásticos esté resuelto. Es solo una pequeña luz en el horizonte. Una solución propuesta por la evolución y la ciencia para la adicción humana al plástico. Aun así, el residuo más reciclable seguirá siendo el que no se genera.

 

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