Muchas veces ignoramos que algo que estamos tan acostumbrados a ver ha nacido en España. Pero en esta ocasión no hablamos de la fregona ni del primer cajero automático, sino del primer traje de astronauta, cuyo origen está, nada más y nada menos, que en las bonitas tierras granadinas.
En concreto, es un avance que se lo debemos a Emilio Herrera Linares, quien fue el inventor del primer traje espacial. Hablamos de un español que nació en 1879 y que fue un ingeniero militar y físico que se adelantó a su tiempo, pues fue capaz de esbozar el primer traje para dar vueltas fuera de la tierra, casi un siglo antes de que el hombre fuera al espacio.
Apenas los aviones comenzaban a despegar, el granadino pronto se interesó en ir un paso más allá de lo que hasta entonces ofrecía la aeronáutica, lo que le llevó a estar involucrado en muchos estudios para vuelos espaciales. Fue en 1939 cuando inventó un traje espacial que sería la base de los que mucho más tarde usarían los astronautas que aterrizaron en la luna.
El primer ‘astronauta’ español
Cuando pensamos en viajar al espacio, todos pensamos que los primeros trajes de astronauta no serían un invento español, sino más bien ruso o estadounidense. Pero, como ves, la verdad es que mucho antes de que el primer hombre fuera al espacio, a este ingeniero español se le ocurrió dar forma al primer traje espacial de la historia.
Emilio Herrera es conocido por su trabajo en cosmología y por sus estudios pioneros para el vuelo a gran altitud, los vuelos espaciales y la informática. Herrera nació en el seno de una familia adinerada en Granada, en 1879, donde pronto se interesó por las alturas como consecuencia de ser hijo de un militar y, sobre todo, por su pasión por las novelas de Julio Verne.
No tardó demasiado en seguir la tradición familiar, y de joven se alistó en el ejército, graduándose muy joven en la Academia de Ingenieros de Guadalajara. Es aquí donde inició sus estudios en el campo de los aerostatos, el término más técnico para referirse al desarrollo de los globos de aire caliente. De hecho, sirvió activamente en el regimiento de globos aerostáticos y participó en campañas militares en el norte de África.
Pero antes de inventar el primer traje de astronauta, ya inscribió su nombre en los libros de historia al convertirse en la primera persona en cruzar el Estrecho de Gibraltar por vía aérea, en uno de estos globos.
Del globo al espacio
Linares no se conformó con cruzar el Estrecho y pronto comenzó a mirar, no a un lado, sino hacia arriba. Conociendo el funcionamiento de los globos aerostáticos, pensó en la posibilidad de subir a la Estratosfera en sus próximos viajes, aunque ello requiriera otro tipo de equipamiento. Y es que muchos otros ya habían intentado tal hazaña, fracasando en el intento una y otra vez.
Puesto que esta capa de la atmósfera de la Tierra está kilómetros por encima del nivel del suelo, viajar a esta altitud había significado la muerte para aquellos que lo intentaron antes. ¿Por qué? Porque no contaban con el traje adecuado.
Dando forma al primer traje de astronauta
Herrera sabía que no podía ir en mangas de camisa a tal altitud, por lo que comenzó a dar forma a un traje especializado para proteger al ‘loco’ que se prestara a hacer tal viaje. Fue entonces cuando comenzó el diseñó un traje que tenía una capa de lana, cubriendo a la persona de la cabeza a los pies con este material que mantiene el calor en un lugar tan frío. Pero como la lana absorbe los líquidos, había que pensar en algo que repeliera el líquido en la atmósfera. Aquí el granadino añadió una segunda capa de goma a su traje para proteger la lana de la humedad.
Faltaba un elemento que otorgara resistencia al traje, por lo que se añadió una capa final de hilo de acero, que hacía el traje hermético, en cierta manera. Recordemos que estamos a principios de siglo XX. Lo que sucede es que esto impedía al ‘piloto’ moverse con normalidad. Es entonces cuando se le ocurrió añadir en las articulaciones partes en forma de acordeón para no limitar tanto los movimientos de brazos, piernas y cuello.
El prototipo de traje espacial que había diseñado fue probado en 1935. Superó todos los desafíos impuestos: protegió al usuario de la radiación solar, resistió los cambios de temperatura y las presiones extremas, y contaba con una burbuja de oxígeno que ofrecía al ‘astronauta’ hasta dos horas de aire respirable.
El casco del traje estaba compuesto por una chapa de acero, envuelto en capas de fieltro y cubierto de aluminio pulido, con triple vidrio irrompible y filtros para proteger los ojos de la luz ultravioleta.
Para entonces, este traje espacial pesaba 127 kilogramos, no mucho más de los que finalmente comenzaron a usarse en la NASA.
Ni se llegó a probar
Si has llegado hasta aquí, seguro que te preguntas por como resultaron las pruebas del traje. Si te fijas en las fechas, intuirás que más tarde o más temprano el ingeniero se vería afectado por la Guerra Civil española que se desató en 1936, más aún formando parte del ejército.
Herrera, siendo militar leal a la República, se vio obligado a emigrar, o exiliarse a América del Sur, llevándose su invención con él, pero dejándola aparcada. Más tarde se estableció en Francia hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno nazi le ofreció a Herrera dinero para quedarse con el traje, algo a lo que se negó.
No sería hasta años más tarde cuando, aun sin haber sido probado, la NASA ofreció dinero para hacerse con este prototipo de traje de astronauta, pero, una vez más, Herrera rechazó la solicitud de ayuda de la NASA para crear un nuevo traje espacial cuando se negaron a colocar una bandera de la República Española en el casco. Esto es lo que se llama, sentir los colores.
A pesar de todo, la agencia espacial estadounidense no dudó en imitar la invención de unos de nuestros españoles más ilustres.