El 12 de julio de 2017, en una jornada para la defensa de la neutralidad de la red, las publicaciones de PLOS (Public Library of Science) advertían a sus lectores de los riesgos para la ciencia de no contar con una Internet libre y abierta. Medio año después, sus peores augurios se han hecho realidad. Estados Unidos ha retirado la protección a la neutralidad de la red y los temores de la comunidad global de investigadores se han disparado.
¿Qué es la neutralidad de la red?
Cuando Internet se empezó a popularizar como servicio, se usaba para poco más que mandar y recibir textos y paquetes ligeros de datos. Entonces, la filosofía de los proveedores de Internet (ISP) era clara y sencilla: cobrar por el acceso a una red que transferiría estos paquetes de información lo más rápido posible. Con el tiempo, la capacidad de las redes ha ido aumentando y, también, las demandas de los usuarios.
Medio planeta está conectado y consume vídeo, manda fotos y trabaja en Internet 24 horas al día. Así, a los ISP empezó a no valerles la misma filosofía. En algunas zonas del mundo, como en la Unión Europea o en Estados Unidos, los gobiernos decidieron entonces proteger la neutralidad de la red con leyes. No querían permitir que las compañías de telecomunicaciones pudiesen discriminar el tráfico en función de su procedencia o de lo que el usuario pagase. Buscaban impedir que se creasen carriles lentos de Internet y que se comprometiese la igualdad de acceso a la información.
El pasado 14 de diciembre, la nueva dirección de la autoridad de telecomunicaciones de Estados Unidos (la FCC) bajo la administración Trump retiró las leyes que protegían la neutralidad de la red en este país. Un país, todo sea dicho, por el que pasa el 70% del tráfico global de Internet.
¿Qué puede pasar sin neutralidad de la red?
Abolir la ley no significa que la neutralidad de la red vaya a desaparecer de inmediato, solo que no estará protegida de la misma forma. De hecho, el punto de vista más defendido desde el sector teleco es que los ISP ya mantenían la neutralidad de la red antes de que existiesen este tipo de normativas. Sin embargo, vivimos en un mundo hiper-conectado muy distinto del de hace solo 10 años. Y las puertas que ha abierto un Internet libre y abierto podrían ahora empezar a cerrarse.
Según la revista Popular Science, las consecuencias potenciales para el mundo online son muchas: bloqueo de servicios de voz IP, redirecciones del tráfico, ralentización del tráfico, limitaciones de diversas fuentes de tráfico, o priorización de una web o plataforma específica… Por poner un ejemplo, un ISP podría decidir que sus clientes solo puedan ver vídeos en alta calidad en YouTube. Si eres más de usar Vimeo, tendrías que pagar más o cambiar de proveedor.
Y así afecta a la ciencia
Popular Science y PLOS han sido algunas de las instituciones científicas que han querido señalar los peligros que tiene para la ciencia una Internet no neutral. Pero no los únicos. El pasado mes de diciembre, una publicación líder como es Nature publicaba un editorial advirtiendo de los problemas a los que se enfrenta la comunidad investigadora global tras el cambio legal en Estados Unidos.
“Otorgar a los ISP el poder de discriminar el tráfico en función del contenido, el remitente o el receptor supone una seria amenaza para las publicaciones académicas y la investigación”, señala el editorial. Además, teniendo en cuenta que la mayoría del tráfico atraviesa Estados Unidos, la infraestructura colaborativa de la ciencia global podría verse comprometida.
“En teoría, los terabytes de datos que se envían desde los telescopios de Chile a los físicos europeos podrían quedarse atrapados en un carril lento en Estados Unidos si los ISP priorizan los mensajes en las redes sociales. O las universidades y los estudiantes, sobre todo en los países más pobres, podrían enfrentarse a tarifas prohibitivas de acceso y descarga”, continúa el editorial de Nature.
La igualdad de acceso a la información
Una de las principales razones por las que se hizo necesario proteger la neutralidad de la red fue mantener el principio de igualdad de acceso a la información. Si se quiere que Internet sea una infraestructura base para que los usuarios distribuyan información y accedan al conocimiento libremente, proteger una Internet igual para todos y de libre acceso parece clave.
Como bien señalaban desde PLOS en su acción del 12 de julio, meses antes de que la FCC retirase la protección a la neutralidad de la red, “el acceso a la información en todo el mundo podría convertirse en un bien de pago”. Además, los servicios prestados por editores como PLOS, organizaciones sin ánimo de lucro sin demasiado poder adquisitivo, podrían verse restringidos.
“La ciencia ha logrado grandes avances en los últimos años para romper las murallas que rodeaban algunos campos de investigación y difundir los datos y las experiencias de forma abierta”, concluye el editorial de Nature. “Esta revolución no hubiese sido posible sin Internet. [Ahora], los investigadores y sus representantes deben prepararse para proteger este progreso crucial”.
Todavía estamos empezando a vislumbrar las consecuencias que tendrá la decisión de la FCC. Puede que los peores pronósticos no se cumplan nunca. O puede que muchos otros países sigan el ejemplo de Estados Unidos. Pase lo que pase, la ciencia ya se prepara para defender una de las herramientas más importantes en la investigación del siglo XXI.
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