Caza al furtivo y salva el planeta: la inteligencia artificial lo tiene claro

Cada 14 minutos, un elefante muere en África por culpa de la caza furtiva. Cada diez horas, lo hace un rinoceronte. Su carne no se come y su piel tiene poco valor en el mercado negro. Los objetos de deseo son el marfil de los colmillos y las supuestas propiedades del cuerno del rinoceronte. El problema no parece de fácil solución, pero los drones y la inteligencia artificial podrían servir de gran ayuda.

Según la fundación Lindberg, que busca desarrollar tecnología para proteger el medio ambiente, las causas de la caza furtiva en África son variadas. Para empezar, existe una demanda de marfil y cuernos de rinocerontes desde el pujante mercado asiático, sobre todo desde China y Vietnam. Esto ha hecho, por ejemplo, que la caza furtiva del rinoceronte haya crecido un 9.000% en Sudáfrica en la última década.

También existe un problema de educación, ya que los mitos que sustentan las propiedades curativas y afrodisíacas de estos objetos no tienen base científica. Además, fallan el control y la vigilancia de las reservas donde sobreviven estos animales. Y aquí sí, la inteligencia artificial y los vehículos aéreos no tripulados pueden echar un cable.

Drones de ala fija del proyecto Air Shepherd / AirShepherd.org

El proyecto Air Shepherd

Como pastores del siglo XXI, un equipo de drones vigila desde el aire las reservas naturales de Sudáfrica, Zimbabue y Malawi. Son las aeronaves no tripuladas del proyecto Air Shepherd, financiado por la fundación Lindberg. El proyecto busca controlar las áreas protegidas en tiempo real mediante cámaras aéreas y análisis de imágenes.

Así, la primera parte se centró en desarrollar los drones necesarios, del tipo de ala fija para cubrir mayores distancias y tener más autonomía. Al mismo tiempo, los técnicos del proyecto trabajaron con las comunidades locales para identificar los riesgos de las poblaciones de elefantes y rinocerontes y el modus operandi de los furtivos.

Después, los drones fueron equipados con cámaras de alta resolución y cámaras infrarrojas que envían las imágenes en tiempo real a un centro de procesamiento de datos. Aquí es donde entra en juego la inteligencia artificial.

Air Shepherd saves lives from Michael Parfit on Vimeo.

El pasado mes de mayo, con el proyecto ya en funcionamiento, la fundación anunciaba que empezaría a colaborar con Neurala y su red neuronal de deep learning, una herramienta avanzada de inteligencia artificial. El software de Neurala es capaz de procesar miles de imágenes e identificar animales, personas y vehículos en tiempo real, 24 horas al día.

¿Y esto como ayuda a la lucha contra el furtivismo? Pues asistiendo a un equipo en tierra que es el que, al fin y al cabo, tiene que intervenir y disuadir a los furtivos. Desde que los drones empezaron a volar en el parque nacional de Liwonde, en Malawi, en marzo de 2017, se han producido 50 arrestos y se han disuadido cerca de 1.000 operaciones de caza furtiva. Y lo mejor de la inteligencia artificial es que la herramienta es capaz de aprender, mejorando cuantas más imágenes procese.

Mucho más que elefantes

El proyecto Air Shepard ha dado la vuelta al mundo, pero no es el único que busca implicar a la tecnología en la protección del medio ambiente. En Indonesia, por ejemplo, lo que empezó como una aventura audiovisual se ha convertido en un proyecto para ayudar a los orangutanes de Borneo.

En 2014, la fundación ShadowView colaboró con National Geographic para un documental sobre el rescate de orangutanes de la serie Back to the wild. El sistema desarrollado entonces ha evolucionado en una red de seguimiento y monitorización de animales en la selva de Borneo.

La fundación lleva años implantando chips de geolocalización en la población de orangutanes. El problema es que seguir a estos grupos a pie a través de la selva es prácticamente imposible y la señal de GPS es muy baja, debido a la espesa cubierta vegetal de la selva.

Así, se equiparon una serie de drones, tanto de ala fija como multi-rotor, con la tecnología necesaria para localizar los chips. Los drones sobrevuelan la selva y señalan, con gran precisión, dónde se encuentran los orangutanes. Una vez más, se hace necesaria la ayuda de un equipo humano en tierra, pero la eficiencia del sistema es mucho mayor.

Algunos de los drones utilizados para monitorizar orangutanes / Frank Sedlar, ShadowView

En España también se están desarrollando proyectos similares. Por ejemplo, en Málaga, desde el verano de 2015, se utilizan los drones para mejorar las tareas de recuento de la población de cabra montesa en El Torcal.

Además, hace pocos meses, el Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales (CATEC) y la Estación Biológica de Doñana, presentaban el proyecto PLANET de la Unión Europea. El objetivo es monitorizar las poblaciones de aves del parque nacional de Doñana con un sistema muy similar al empleado por ShadowView en Borneo.

Y mucho más que especies en peligro

La cara más altruista de la tecnología ocupa muchas portadas. Sin embargo, sin salirnos del sector del control animal, la inteligencia artificial y los drones se están utilizando, sobre todo, con fines comerciales. Así, se está desarrollando un mercado con mucho potencial para la monitorización eficiente de las grandes explotaciones ganaderas.

De momento, la mayoría de los proyectos se están desarrollando para el control del ganado en grandes áreas, como las planicies de Estados Unidos o Australia. Precisamente en el país de Oceanía, la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO) está desarrollando una tecnología para contar y localizar las cabezas de ganado de forma rápida y efectiva mediante drones equipados con cámaras térmicas.

Explotación ganadera en Montana, Estados Unidos / BLM

La compañía estadounidense SmartX, que desarrolla, sobre todo, hardware y software para la industria emergente del Internet de las Cosas, también ha presentado hace poco una solución tecnológica para la ganadería. En este caso, los drones son accesorios. La plataforma Drone SmartX es capaz de analizar miles de imágenes y datos en tiempo real para vigilar rebaños, hacer inventarios y eliminar la búsqueda a pie (y a caballo) del ganado extraviado.

Así, poco a poco, la tecnología dron y la inteligencia artificial podrían ir conquistando la ganadería al igual que empiezan a conquistar la agricultura; sin olvidarse de la protección de especies y espacios emblemáticos de nuestro planeta. Al fin y al cabo, son dos tecnologías claramente disruptivas cuyas posibilidades conjuntas solo estamos empezando a vislumbrar.

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