Tener una filosofía de trabajo es esencial en muchas empresas para mantener un ritmo y un orden correctos para llevar una producción. Puede que no te des cuenta de lo dentro que estás en el sistema, pero cada poco a poco se implementan mejoras con las que es más sencillo o más rápida la realización de una tarea y eso es resultado de aplicar correctamente el llamado método Kaizen.
La aplicación de este método da mejores resultados, pero para eso es necesario un proceso de estudio para que cada punto donde se aplica pueda dar lo mejor de si y dar aún más.
El origen del método Kaizen
Como te puedes imaginar, el método Kaizen tiene su origen en Japón. La palabra está compuesta de dos partes que corresponden a sus sílabas. La primera, Kai, significa cambio, y la segunda, Zen, es bueno, por lo que juntas ya se puede deducir que lo que se busca es un cambio para mejor en una actividad o en un proceso de producción que es lo que se está buscando en este caso.
Se trata de un término que nos llega desde los años 80, cuando Masaaki Imai publicó su libro llamado’ Kaizen, la clave del éxito competitivo de Japón. Pero para entender su origen nos tenemos que remontar nada menos que a la Segunda Guerra Mundial, donde Japón fue una de las grandes afectadas. El Gobierno del país asiático tomó las enseñanzas de William Edwards Deming y Joseph Juran, que junto a la disciplina y el arrojo del país crearon una metodología con la que usar la estadística para controlar la calidad de cada proceso de producción.
Esta filosofía se ha mantenido hasta nuestros días y el resultado ha sido que muchas de las empresas de la isla ahora son grandes potencias en muchos mercados donde destacan, precisamente, por su calidad.
No todas las ideas valen en el Kaizen
Ahora que ya entiendes de dónde viene el método Kaizen, es el momento de echar un vistazo a su implementación. Es cierto que hay diferentes métodos para llevarlo a cabo, pero es importante tener en cuenta que hay unas normas o fundamentos que debes tener en cuenta para su correcta aplicación. No todo vale en el Kaizen y eso se resume en nada menos que sus diez mandamientos:
- Las ideas generales no funcionan siempre, crea algo nuevo
- No busques la perfección, solo lo más rápido posible
- Remedia los fallos con rapidez
- Piensa en hacerlas cosas y llévalas a cabo
- No inviertas primero, antes elabora tus propios planes
- Pregúntate por la raíz de problema
- Analiza los errores del pasado y absorbe lo bueno
- Cuanto más difícil es el problema, más pones en práctica tu sabiduría
- Nútrete de la experiencia de muchas personas
- Nunca dejes de mejorar
Puede que si lo ponemos todo en un plano más general, se podría resumir en la importancia del ensayo y error, en poner en valor la velocidad y de ahí mejorar la calidad y, por supuesto, tomarse un tiempo para ver analizar los resultados obtenidos. De hecho, todo esto te puede sonar de lo que supone para una empresa ser agile, donde tiene un peso capital.
Lo primero que necesitas es un plan
Como puedes ver, el método Kaizen está orientado a mejorar los procesos productivos de una empresa hasta el punto de hacerlo lo más rápido posible con la mejor calidad. Ya que tienes en cuenta el decálogo anterior, si es un nuevo proceso, lo mejor es establecer un plan de acción y operar conforme a esos valores. Esto te dará una estabilidad y un primer apoyo para construir nuevos procesos o mejorar en el que estás trabajando, y eso es la base de esta filosofía de trabajo que se implementa a todo.
Ten en cuenta un detalle que aunque es nimio es más que importante y es que se trata de una metodología que consiste en el valor de los pequeños cambios. Ceñirse a un plan está bien, pero las condiciones externas y las diferentes situaciones pueden alterarlo y lo mejor que puedes hacer te lo hemos explicado antes: arreglar los errores con presteza y aprender de personas que o han estado en una situación similar o que tienen mucho que ofrecer a tu sector o a tu forma de ver la vida (porque también te ayuda a mejorar en lo personal).
A la larga trae muchos beneficios
El método Kaizen es una forma de trabajo que requiere no solo la sabiduría de alguien que dirige una empresa. También exige comunicación, la cual ayuda a explicar a los trabajadores el nuevo rumbo de cada proceso y motivarlos de manera positiva para que crean en esos cambios. Esto crea un efecto dominó, pero para bien, lo que significa que trabajar con una moral positiva ayuda en gran medida a que las cosas salgan bien y, en caso afirmativo, refuerza ese sentimiento de que las cosas van sobre ruedas.
Lo mismo se puede decir al contrario, ya que desde el equipo de trabajo aportan información a los superiores que estos documentan, analizan y en los que piensan en dar un nuevo enfoque para mejorar el flujo de trabajo. Todo esto se traduce en cosas buenas para la empresa, ya que al final se fomenta un buen ritmo de trabajo, más eficiente y a la larga con más calidad, lo que aporta mejores productos que ayudan a que el consumidor confíe más en la marca.
No siempre se puede mejorar más
Como puedes ver, el método Kaizen es de mucha ayuda para que una empresa mejore, pero lo cierto es que no es algo con lo que obsesionarse. Puede que haya un momento en que no haya mejora posible, un indicador claro de que necesitas que se estandarice un proceso para recabar más datos o simplemente dejar que funcione porque ya ha llegado al tope de mejora. Ahora que ya lo conoces, solo te queda aplicarlo tanto en tu vida diaria como en tu empresa si eres director de una.