La gran labor de los científicos españoles no está solo en el laboratorio, sino en las redes sociales

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La ciencia es a veces compleja, sobre todo de comprender. Quizá no llegamos a entender para qué puede valer que el hombre llegue a la Luna hasta que nos explican que, gracias a eso, se ha avanzado en la investigación contra el cáncer.

Por eso es tan importante la divulgación científica, ese proceso por el cual los científicos son capaces de explicar al resto de los ciudadanos a qué se dedican, qué hacen y por qué es importante toda su labor.

De los libros a Internet

Los libros han sido, durante mucho tiempo, un buen instrumento para dar a conocer esos avances que han cambiado el curso de nuestra humanidad.

Pero Internet también ha permitido que esta divulgación sobre la labor de la ciencia se haya podido transmitir de forma más amplia. E incluso que se pueda orientar a todo tipo de público, desde los más mayores hasta los más pequeños.

La ciencia y sus webs de divulgación

Solamente de los organismos oficiales que dependen del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad hay casi 30 webs entre cuyos fines está el de la divulgación científica.

Todos estos organismos tienen además presencia en redes sociales. Twitter y Facebook son las mayoritarias, pero YouTube o Instagram están también cada vez más presentes en todos estos organismos.

Sin embargo, según el estudioSocial media as channels for the public communication of science. The case of Spanish research centers and public universities“, el uso de herramientas de medios sociales aún no está ampliamente extendido en lo que a la comunicación pública de la ciencia en España se refiere.

Según este informe, es cierto que las universidades públicas y centros de investigación están comenzando a explotar positivamente el potencial de la Web para establecer un “diálogo” con el público. Pero, al parecer, no se ha conseguido que este diálogo y esta comunicación llegue a ser tan productiva como debería, tanto porque no se está experimentando mucha interactividad y porque la difusión de los resultados científicos de momento representa solo una pequeña fracción del contenido que se publica por estas vías.

Un científico español en las redes sociales

Salvador Macip, médico, científico y escritor, profesor de la Universidad de Leicester (Reino Unido) es uno de esos científicos españoles que, además de su labor investigadora, utiliza las redes sociales para la divulgación. Además de su blog, tiene perfiles en Twitter y Facebook, que usa frecuentemente, además de LinkedIn (aunque con menos frecuencia) e Instagram “para cosas personales, no para ciencia”.

Este científico reconoce que le han pasado “muchas” cosas curiosas en su tarea de divulgar ciencia a través de las redes sociales. Así, gracias a ella y a la ciencia “he entrado en contacto con gente de todo tipo y he recuperado el contacto con amigos antiguos”. Pero también asegura que le ha escrito “gente rara que cree que ha descubierto lo que cura el cáncer, me ha echado la bronca gente que no conozco por cosas que he colgado… y ¡hasta me han hecho propuestas deshonestas!”, ironiza.

Pese a todo, es un defensor de la gran utilidad que tienen estas herramientas, a las que llega a calificar de “imprescindibles” porque, entre otras cosas, “ayudan a llegar a tu público”. Por eso, no duda en calificarlas como “vitales” para su labor.

Salvador Macip considera que los científicos deberían divulgar más por redes. “Tendría que ser obligatorio para sacarse un doctorado tener un perfil de divulgación”, asegura, puesto que, en su opinión, “divulgar es esencial, es parte de nuestro trabajo, y las redes son la herramienta más potente que tenemos. Hay que aprender a usarlas”.

Que levante la mano al que le interese la ciencia

Además, parece que, sobre todo desde el inicio de la recesión económica en 2008, el interés informativo por la ciencia y la tecnología se ha incrementado en España: casi un 60%, pasando del 9,6% en 2008 al 15,1% en 2014, según datos del estudio “Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología en España” realizada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).

Salvador Macip coincide con esta visión. “Hay más interés -en la ciencia- de lo que creemos”, defiende. Y, aunque “se dice que a la gente no le interesa la ciencia, mi experiencia es que a muchos sí”. La clave, para este científico divulgador, es encontrarlos.

Si hablamos de la información a nivel general, la televisión es la opción preferida (72,1%) para mantenerse al día de lo que ocurre. Pero cuando nuestro interés está en la ciencia y tecnología, Internet es la primera fuente favorita por el 39,8% de los encuestados, frente al 31,9% de la televisión.

Es cierto que Internet supera a la televisión como medio preferido entre aquellas personas que tienen entre 15 y 34 años, así como entre las que tienen formación universitaria. Este último grupo también muestra su preferencia por informarse a través de las revistas de divulgación (22,6%).

Los jóvenes, los urbanitas y los universitarios prefieren Twitter

Si Internet es la opción preferida entre los jóvenes, las redes sociales se perfilan, según este mismo estudio, como el medio principal de recepción de información sobre ciencia y tecnología en Internet para las personas de 15 a 24 años. Mientras, para aquellos que nacieron 25 a 34 años atrás, los blogs y foros son el principal medio de información científica.

¿Cuáles son las redes que utilizan los españoles para informarse sobre tecnología? El 91,8% lo hace a través de Facebook (28,2% de la población) y el 44,7% por medio de Twitter (13,7% de la población). Las personas de 15 a 24 años utilizan relativamente más que otros grupos de edad Twitter e Instagram, algo más los hombres que las mujeres, mientras que las personas de 35 a 54 años hacen lo propio con LinkedIn.

Las personas con formación universitaria y residentes en los grandes núcleos de población también tienden a utilizar comparativamente más Twitter cuando se informan sobre ciencia y tecnología a través de las redes sociales.

Las barreras que hubo que romper

Pero la relación entre ciencia y redes sociales no siempre ha sido fácil. De hecho, durante un tiempo estos medios tuvieron el estigma de ser una actividad frívola, de pérdida de tiempo y muchos científicos se mostraron reacios a ellos.

La falta de tiempo o el no ver los beneficios de su uso en un contexto profesional fueron algunas de las primeras barreras a las que se enfrentaron las redes sociales para su uso por parte de los científicos, quienes también mostraron preocupaciones sobre los derechos de autor y otras cuestiones legales.

Sin embargo, las redes sociales son una herramienta muy potente para los científicos cuando se usan de forma apropiada y eficiente.

Estas herramientas no solo facilitan, desde el punto de vista más profesional, a los científicos mantenerse al día con las investigaciones o mantenerse en contacto con otros profesionales (tanto de sus ámbitos como de otros campos), sino que permiten que se pueda hacer una mejor divulgación y en colaboración con otros ciudadanos.

Por eso, en las conferencias científicas también se utilizan los hashtags para actualizar la información en redes sociales, lo que permite a otros a seguir y participar de estos avances y aumentar la divulgación.

Y cada vez son más los organismos de financiación (como la Comisión Europea) que exigen no solo publicaciones de acceso abierto, sino otra serie de acciones, como comunicados de prensa.

Cuando te conozco, te apoyo

La comunidad científica en general, y la española en particular, también ha encontrado en las redes sociales una buena manera de transmitir sus avances y de lograr el respaldo social. Un apoyo que incluso se ha materializado en una respuesta económica, tan necesaria en una época en la que casi todos los científicos se quejan de la falta de financiación.

Uno de los casos más famosos es Amigos del CNIO. La fan page de Amigos del CNIO se abrió en febrero de 2015 y tiene casi 34.000 seguidores. Es una forma de recaudar fondos para financiar el trabajo de más de 400 investigadores que trabajan a diario en el Centro para mejorar la prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer.

Además, las redes sociales también están proporcionando vías alternativas de financiación de trabajos científicos y de divulgación. Mediante la denominada “Gamification”, se realizan juegos, concursos, contenidos divertidos para llegar a un gran público. Existe, por ejemplo, el certamen “Dance your Phd” (‘Baila tu tesis’) organizado por la revista Science y la AAAS. Este concurso proponía a científicos de todo el mundo que grabaran un video musical para explicar su tesis y ganar un viaje a EE.UU. La bilbaína Saioa Álvarez ganó la categoría de Química con un video que explica, al ritmo de Shakira, el proceso de creación de una mayonesa baja en grasas.

Son solo algunos de los ejemplos de cómo también los científicos españoles están utilizando (o empezando al menos) las redes sociales para transmitir su conocimiento y lograr que su trabajo no se quede en el laboratorio sino que traspase las fronteras intelectuales del resto de la ciudadanía.

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