Siempre que se habla de exploración espacial suele surgir la misma pregunta: ¿de qué sirve? Si ampliar nuestros conocimientos sobre el Universo y nuestro papel en él no es satisfactorio, se puede recurrir a la multitud de aplicaciones tecnológicas en la Tierra que han tenido las misiones espaciales.Y no estamos hablando del velcro, que en realidad ya se había inventado antes de que empezaran a utilizarlo los astronautas de las misiones Apolo a la Luna.
Un campo en el que la exploración espacial ha tenido gran relevancia es en la medicina. Bastantes de los spin offs de tecnología derivados de sondas interplanetarias y telescopios espaciales se dedican a mejorar las herramientas de diagnóstico, por ejemplo, utilizadas en los hospitales, y tanto la NASA, como la ESA y el resto de agencias espaciales fomentan estos trasvases tecnológicos del espacio a la vida cotidiana.
El “doctor” Hubble
En 1990 se ponía en órbita el telescopio espacial Hubble, un observatorio que cumple 25 años en funcionamiento y que nos ha dejado espectaculares imágenes del Universo, tanto el más lejano como el más próximo a nosotros.
Es cierto que, para poder ofrecer esas fotografías, se le tuvo que corregir un defecto en uno de sus espejos, que generaba una aberración esférica, y con el software desarrollado para ello, y con la tecnología integrada en el telescopio para recoger y analizar luz de procedencias cada vez más alejadas (a miles de millones de años luz de la Tierra), se puede mejorar enormemente el modo en el que se observa el interior del cuerpo humano.
Por ejemplo, el software que permite mejorar y procesar las imágenes obtenidas por el Hubble se aplica a los microendoscopios, instrumentos quirúrgicos que permiten realizar cirugías artroscópicas muy poco invasivas y obtener claras imágenes del interior del cuerpo, imágenes que son fundamentales para emitir un diagnóstico.
Los CCDs que emplea el Hubble para transformar la luz de las estrellas en una imagen, desarrollados especialmente para el telescopio, han permitido mejorar las mamografías digitales, hasta el punto de que se puede practicar una biopsia simplemente utilizando un aguja, en lugar de someter a la paciente a una operación.
Las aplicaciones de la tecnología del Hubble en la medicina no se restringen al diagnóstico de enfermedades. También han sido de utilidad a la hora de hacer más efectiva la planificación de tareas y la gestión de los hospitales. El software desarrollado para aprovechar al máximo, y de forma eficiente, los diferentes instrumentos a bordo del telescopio, de tal modo que todos sean utilizados en los tiempos de observación adjudicados para los objetivos del Hubble, se ha aplicado a esa labor gestora del trabajo en un hospital.
Los nuevos telescopios
Al Hubble, sin embargo, ya no le queda tanto tiempo de vida. Se calcula que, para la próxima década, su misión habrá terminado y será desorbitado, siendo sustituido por un nuevo telescopio más grande y con un espejo primario de un tamaño mucho mayor.
El telescopio espacial James Webb llevará un espejo de 6,5 metros de diámetro, formado por 18 hexágonos de berilio y, su órbita estará tan lejos, que los astronautas no podrán visitarlo para repararlo o para mejorar su instrumentación, como ocurría con el Hubble.
Por lo tanto, su espejo tiene que estar montado de forma muy precisa y tiene que comportarse exactamente como se espera de él. Las técnicas de medida para ajustar los segmentos del espejo a diferentes tolerancias ópticas no estaban lo suficientemente desarrolladas, así que los responsables del montaje del JWST tuvieron que crear técnicas nuevas, sobre todo para escanear cada parte del espejo y determinar que no tiene ningún defecto.
Esa tecnología se ha aplicado al escaneo del ojo humano y a la medición de las aberraciones oculares, algo muy importante para la realización de cirugías con láser o, simplemente, para el ajuste de unas lentillas. Eso sí, se ha tenido que adaptar a las peculiaridades del ojo, que es un sistema óptico completo en lugar de sólo el espejo del James Webb.
Del espacio a la medicina
Dentro del programa de spin offs de tecnología de la NASA podemos encontrar muchas más aplicaciones a la medicina de la exploración espacial. Por ejemplo, los LEDs que se utilizan en la Estación Espacial Internacional para hacer crecer plantas en sus pequeños invernaderos, y que emiten calor, se emplean para tratar dolores crónicos, y un termómetro en forma de pastilla, diseñado para monitorizar la temperatura interna de los astronautas, se da a deportistas profesionales para evitar los riesgos asociados a los entrenamientos al aire libre en verano, bajo un intenso calor.
La estancia en la Estación Espacial Internacional de sus tripulantes sirve, por ejemplo, para investigar tratamientos para la osteoporosis, ya que las estancias prolongadas en condiciones de ingravidez provocan pérdidas de masa muscular y ósea en los astronautas. Por eso, cuando regresan a la Tierra, el ajuste de nuevo a la gravedad puede ser complicado. La NASA ha investigado bastante sobre la presión sanguínea en esos casos, lo que llevó al desarrollo de un aparato que aumenta el flujo de sangre al cerebro durantes las maniobras de reanimación cardiopulmonar.
Hay multitud de casos que traen el espacio a nuestro planeta, desde la cobertura térmica de los satélites que se aplica a las mantas utilizadas en situaciones de emergencia, al uso de software de simulación del flujo de fluidos en cohetes para desarrollar una bomba cardiaca para enfermos que esperan trasplantes de corazón. Cuando se desarrolla cualquier tecnología para misiones espaciales, siempre se está pensando en su aplicación en la vida cotidiana en la Tierra.
Fotos | NASA/ESA, U.S. Departament of Agriculture, Goddard Space Flight Center, NASA