Tras casi dos semanas de reuniones y una recta final agónica, más de 190 países -con la ausencia de Estados Unidos- acordaron un marco global para tratar de detener y revertir la pérdida de biodiversidad a nivel global en diciembre de 2022 en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Biodiversidad de Montreal (Canadá). En concreto, se comprometieron, entre otras cuestiones, a proteger el 30 % de la superficie terrestre y marina antes de 2030.
El acuerdo de la llamada COP15, presentado como “histórico” por ser considerado el equivalente del Acuerdo de París para la biodiversidad, supone elevar el porcentaje actual de protección que, según la ONU, se limita en estos momentos al 17 % de los ecosistemas terrestres y al 10 % de las zonas marinas. Además, el pacto establece que “al menos el 30 % de las áreas de ecosistemas terrestres, de aguas continentales y costeras y marinas degradadas” estén restauradas o en proceso de estarlo también para dentro de siete años.
Para financiar tal protección y restauración de la biodiversidad, se movilizarán al menos 200 000 millones de dólares al año para finales de esta década, procedentes tanto de fuentes públicas como privadas. En paralelo, las naciones más ricas se comprometen a proporcionar para 2025 al menos 20 000 millones anuales a los países con menos recursos, que en muchos casos son los que atesoran la mayor biodiversidad planetaria. En 2030, esa cantidad tendrá que ascender hasta los 30 000 millones al año.
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Durante la cumbre, que debió haberse celebrado hace tres años en China pero que fue pospuesta por la pandemia, las partes también acordaron, con el mismo horizonte temporal de 2030, reducir a la mitad el exceso de nutrientes y el riesgo que suponen los pesticidas y los productos químicos altamente peligrosos para la naturaleza. Además, trabajarán para suprimir progresivamente o redefinir las subvenciones que perjudican la biodiversidad en, al menos, 500 000 millones de dólares al año antes de que acabe esta década.
Detener la extinción de especies por la acción humana en 2050
El acuerdo también se marca metas para 2050, y entre ellas figura detener la extinción inducida por el hombre de las especies amenazadas conocidas actualmente, así como reducir 10 veces la tasa de extinción y el riesgo de desaparición de esos seres vivos.
Prevenir la llegada de clases exóticas invasoras e impedir su establecimiento en las distintas zonas geográficas es otro de los puntos del pacto, que recoge también disminuir a la mitad el desperdicio alimentario, rebajar significativamente el consumo excesivo y la generación de residuos.
Hito en el reconocimiento del papel de los pueblos indígenas en la protección de la biodiversidad
An Lambrechts, responsable de la delegación de Greenpeace en la COP15, valoró del tratado de Kunming-Montreal “el reconocimiento del trabajo insustituible de los pueblos indígenas en la protección de la biodiversidad” y el haberse fijado el objetivo de proteger al menos un tercio de las tierras, aguas continentales, zonas costeras y océanos del mundo. Sin embargo, a su juicio, tal meta queda “muy simplificada” al “no excluir expresamente actividades dañinas fuera de las áreas protegidas”.
También consideró que es necesaria una mayor financiación. “20 000 millones de dólares al año hasta 2025 y luego 30 000 millones anuales hasta 2030 es un comienzo, pero no es suficiente. Con un déficit de financiación de la biodiversidad de 700 000 millones no está claro de dónde vendrá el resto del dinero”, se preguntó Lambrechts.
Implementación inmediata, sin excusas ni retrasos
También World Wide Fund for Nature (WWF) celebró un acuerdo “que compromete al mundo a detener y revertir la pérdida de biodiversidad en 2030, un objetivo mundial aclamado como el equivalente al de clima de mantener el calentamiento global por debajo de los 1.5 grados centígrados”. No obstante, pese a que la diversidad biológica “nunca ha estado en un lugar tan alto en la agenda política y empresarial”, la organización ecologista, en un comunicado, advirtió de que el pacto alcanzado “puede verse socavado por una implementación lenta y falta de movilización de los recursos prometidos“. También porque “carece de un mecanismo obligatorio para que los gobiernos adopten medidas más ambiciosas si no se logran los objetivos”.
“Ahora tenemos que ver la implementación inmediata de este acuerdo, sin excusas ni retrasos: la naturaleza y todos los que dependemos de ella para nuestro sustento, economía y bienestar hemos estado esperando demasiado; ya es hora que la naturaleza prospere de nuevo”, subrayó WWF.
Un texto genérico difícil de materializar
Por su parte, para SEO/BirdLife, “por fin y tras años de retraso, el mundo cuenta con un marco de acción común para detener la pérdida de biodiversidad”. Pero pese a que, en general, dicho acuerdo “dice cosas buenas, la falta de detalles y el lenguaje vago utilizado en algunas partes del texto no ayudan. Los países tienen el duro trabajo de hacer realidad un texto genérico y esta labor debía haber empezado anteayer”.
El acuerdo incluye 23 objetivos para 2030 y cuatro metas para 2050. Este nuevo Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal sustituye a las llamadas Metas de Aichi, 20 objetivos mundiales de biodiversidad acordados hace 13 años para la preservación de la naturaleza hasta 2020. Lamentablemente, los 20 objetivos se incumplieron en su totalidad y solo seis se alcanzaron parcialmente, según Naciones Unidas.
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