El tratamiento de los cadáveres no es un problema menor para una población mundial cada vez más numerosa y con espacios cada vez más limitados. En los últimos años el llamado human composting, o compostaje humano, se ha convertido en una práctica bastante extendida en Estados Unidos. Tanto, que ya ha sido autorizado en los estados de Oregón, Colorado, Washington y Vermont, y ahora también en California. En Europa, sin embargo, solo es legal en Suecia.
Índice
- ¿Qué es el ‘compostaje humano’?
- Cómo se hace
- Ventajas y beneficios de transformar cuerpos humanos en abono
- Críticas éticas
¿Qué es el ‘compostaje humano’?
California legalizó recientemente la denominada ‘reducción orgánica natural’, un proceso de descomposición que permite que los cuerpos de las personas muertas se transformen en abono para el suelo. Quienes lo practican creen que es una alternativa más sostenible al entierro tradicional y la cremación.
Además, los territorios de ese país que hasta ahora han autorizado el compostaje humano lo consideran útil para limitar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, principales causantes del calentamiento global y el cambio climático. El proyecto de ley de California fue presentado por la legisladora demócrata Cristina García y firmado el 18 de septiembre de 2022 por el gobernador Gavin Newsom tras ser aprobado por 65 votos contra 15 abstenciones. La nueva norma prevé que las oficinas gubernamentales competentes regulen el procedimiento para 2027, año en que comenzará a practicarse.
Cómo se hace el ‘compostaje humano’
El proceso ha sido explicado al San Francisco Chronicle por Micah Truman, fundador y director ejecutivo de Return Home, una funeraria especializada en compostaje humano en el estado de Washington. La reducción orgánica natural o terramación consiste en colocar el cuerpo de la persona fallecida en un recipiente de acero de unos dos metros y medio de largo. Luego se cubre todo con paja, virutas de madera, flores u otros materiales orgánicos. Dentro del contenedor, posteriormente sellado y calentado, microbios y bacterias facilitan la descomposición natural del cuerpo, transformándolo en tierra en unos treinta días.
Pasado este tiempo, los responsables de las funerarias que ofrecen el servicio recuperan el compuesto obtenido y lo dejan secar entre dos y seis semanas. Los huesos, que permanecen intactos, se pulverizan, mientras que se retiran las prótesis o dispositivos médicos. Después de eso, los familiares de la persona fallecida pueden usar la tierra como cualquier otro tipo de compost: para plantar flores o árboles, por ejemplo. También pueden donarlo para que sea destinado a áreas naturales protegidas.
Recompose es la primera funeraria que se dedica al compostaje humano en Seattle. Activa desde 2020, la empresa ya ha tratado más de 185 cuerpos con este proceso, y la fundadora, Katrina Spade, asegura tener alrededor de 1200 clientes que ya han reservado el servicio, el 10 % de los cuales provienen de California. Return Home también ha recibido muchas solicitudes de familias de fallecidos o personas interesadas en convertir sus restos en abono, procedentes de doce estados donde todavía no está permitido hacerlo, según su director ejecutivo. El coste del procedimiento oscila entre 5000 y 7000 dólares (5100-7150 euros), un precio más o menos en línea con el de un entierro tradicional o cremación en los Estados Unidos.
Ventajas y beneficios de transformar cuerpos humanos en abono
En la cremación tradicional, el cuerpo de la persona fallecida se reduce a cenizas a temperaturas que oscilan entre 750 y más de 980 °C. Este proceso provoca la emisión de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, contribuye a la contaminación atmosférica. Según una estimación citada en un artículo de National Geographic, esta práctica sería responsable de la emisión de unas 260 000 toneladas de dióxido de carbono al año solo en EEUU. Allí este método es elegido en más de la mitad de los casos.
Por su parte, los entierros tradicionales ocupan una gran cantidad de terreno y para su elaboración se utiliza cemento y otros materiales no biodegradables. El compostaje humano, sin embargo, devuelve los nutrientes de nuestro cuerpo a la naturaleza y favorece el crecimiento de la vegetación, que luego puede capturar dióxido de carbono de la atmósfera.
En un comunicado emitido después de la aprobación del proyecto de ley, Cristina García explicó que los frecuentes incendios forestales, las severas sequías y las olas de calor que han azotado California en los últimos años son recordatorios de que el cambio climático «es real y dañino». Y por ello “hay que hacer todo lo posible para reducir las emisiones de metano y dióxido de carbono”.
Críticas éticas
Sin embargo, no todo el mundo aprecia este procedimiento, especialmente por la forma en que el cuerpo humano se usa después de la muerte. La Conferencia Católica de California, en particular, se ha opuesto a la ley, argumentando que la reducción orgánica natural reduciría el cuerpo humano a «un mero producto desechable». La organización homóloga a esta en el estado de Nueva York, donde se presentó un proyecto de ley similar, también defiende que el compostaje de cadáveres no permitiría «proteger y preservar la dignidad y el respeto básico del ser humano».
En 2020 California también había legalizado la técnica de la hidrólisis alcalina, la cremación con agua. Es un proceso que somete al cuerpo a un tratamiento físico y químico que disuelve los órganos y tejidos, y posteriormente pulveriza los huesos. En todos los estados de la nación también son legales los llamados ‘entierros naturales’, en los que los cadáveres son envueltos y enterrados en ataúdes biodegradables. Aunque todavía no están generalizados, estos procesos también se consideran alternativas más sostenibles a las formas tradicionales de entierro por el menor impacto ambiental que conllevan.
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Imágenes |The Good Funeral Guide, Rhodi Lopez, Charles C. Collingwood