Las emisiones de gases de efecto invernadero sin control que están aumentando la temperatura global están calentando también los océanos. Y a medida que la temperatura del agua sube disminuye la disponibilidad de oxígeno, lo que amenaza con provocar una extinción masiva de la biodiversidad marina en los próximos siglos. Así lo indica al menos un estudio realizado por investigadores vinculados a las universidades de Washington y Princeton (Estados Unidos), y publicado en la revista Science.
Según los autores de este trabajo, si las emisiones no se reducen y siguen al ritmo actual, esa reducción pronunciada en la abundancia de la vida marina sería comparable a la ocurrida hace 250 millones de años, la denominada Extinción Masiva del Pérmico-Triásico, también llamada la Gran Mortandad, cuando desaparecieron más de dos tercios de los animales marinos. Así, las aguas tropicales experimentarían la mayor pérdida de biodiversidad, mientras que las especies polares serían las más propensas a desaparecer.
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Extinción marina: la consecuencia de un agua más caliente
Los profesores Justin L. Penn y Curtis Deutsch, autores del estudio, combinaron datos fisiológicos existentes sobre especies marinas con patrones de cambio climático para predecir cómo las alteraciones en las condiciones del hábitat afectarán a la supervivencia de los animales marinos, tal y como cuenta la Universidad de Princeton.
Después compararon su modelo de proyección de la biodiversidad marina futura con las extinciones masivas del pasado, conocidas principalmente por el registro fósil. Y hallaron que su modelo, la Extinción del Pérmico-Triásico y la distribución de especies que vemos ahora siguen dinámicas similares: el calentamiento del clima va ligado a la pérdida de oxígeno de los océanos, y este fenómeno acaba conduciendo a una reducción drástica de la vida marina.
Esto es así porque el agua caliente contiene menos oxígeno que la fría, lo que provoca una circulación oceánica más lenta que reduce el suministro de este elemento vital en profundidad. Paradójicamente, las tasas metabólicas de las especies aumentan con la temperatura del agua, por lo que la demanda de oxígeno aumenta a medida que disminuye el suministro. “Una vez que el oxígeno disponible es inferior al que las especies necesitan, esperamos ver pérdidas sustanciales”, explica Penn. A ello hay que añadir que el agua más caliente es, en sí misma, un factor de riesgo para los seres vivos que están adaptados a climas más fríos.
Además, otra investigación de Penn y Deutsch, publicada también en Science en 2018, mostró que los incrementos en la demanda metabólica de oxígeno vinculados a la temperatura, junto con la disminución de la disponibilidad de este causada por las erupciones volcánicas, podrían explicar los patrones geográficos de pérdida masiva de especies durante la Extinción del Pérmico-Triásico.
Una limitada capacidad de adaptación
Los animales marinos tienen mecanismos fisiológicos que les permiten hacer frente a los cambios ambientales, pero únicamente hasta cierto punto, subraya el estudio del que se hace eco la Universidad de Princeton. En este sentido, sus autores indican que es más probable que las especies polares se extingan porque no tendrían hábitats adecuados a los que trasladarse.
En contraposición, a las especies marinas tropicales les iría mejor porque tienen características que les permiten adaptarse a las aguas cálidas y con poco oxígeno. Sin embargo, el océano ecuatorial ya está tan caliente y tiene tan poco oxígeno que aumentos adicionales de temperatura -con la consiguiente disminución de este elemento químico- podrían hacerlo inhabitable para muchas especies.
A tiempo aún para evitar una extinción marina masiva
Pese a todo, los profesores Penn y Deutsch creen que todavía estamos a tiempo de revertir la situación y ponen el énfasis en las posibles soluciones. “El futuro no está escrito en piedra”, afirma Penn, y frenar las emisiones de gases de efecto invernadero podría reducir el riesgo de extinción “en más del 70 %”, según la investigación, pudiendo preservarse así la biodiversidad marina acumulada durante los últimos 50 millones de años de historia evolutiva.
Por este motivo, los dos expertos instan a actuar. “Reducciones rápidas y agresivas de las emisiones de gases de efecto invernadero son fundamentales”, apunta Deustch. En el mismo sentido se manifiesta Penn: “Todavía hay tiempo suficiente para cambiar la trayectoria de las emisiones de dióxido de carbono y evitar la magnitud del calentamiento que provocaría esta extinción masiva”.
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Imagen | Hiroko Yoshii (Unsplash), Katherine Worzalla