En España hubo 714 fallecimientos por la ola de calor de junio de 2022. Así se desprende de los registros del sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), dependiente del Instituto de Salud Carlos III, que detecta y mide los excesos de mortalidad ante cualquier evento de importancia para la salud pública. Los más afectados fueron los más mayores, siendo Madrid la comunidad más castigada, con 208 muertes por calor.
Tal como viene alertando el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas, las olas de calor serán cada vez más frecuentes e intensas. De hecho, desde 1975, en nuestro país se han registrado temperaturas cada vez más elevadas y se atribuyen al calor extremo al menos entre 1200 y 1300 muertes anuales en todo el Estado (cifras similares a las de fallecidos por olas de frío), con picos como el de 2003, cuando murieron en España 6600 personas en 15 días; unas 70 000 en toda Europa.
Índice
- Los planes de prevención, claves
- Más políticas de adaptación
- Un verano más caluroso y seco de lo normal
Eso sí, la causa directa de todas estas muertes no es el calor, según subrayan los expertos. La mayoría de fallecidos son personas con diferentes patologías de base, que se ven agravadas, eso sí, por las altas temperaturas. Lo mismo pasa con la contaminación, que empeora enfermedades, principalmente respiratorias, circulatorias, neurológicas o endocrinas. De hecho, en el episodio de altas temperaturas de 2003 solo 140 de las 6600 muertes se debieron a golpes de calor.
Los planes de prevención, claves para evitar muertes por calor
Precisamente, 2003 marcó un punto de inflexión. Al año siguiente, el Ministerio de Sanidad español, al igual que hicieron las autoridades de otros países europeos, lanzó el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas por Altas Temperaturas, que desde entonces se activa cada verano, entre junio y septiembre.
Estas políticas públicas de prevención sanitaria, junto a una mayor ‘cultura del calor’ y la mejora de las infraestructuras (edificios mejor adaptados, creación de zonas verdes, instalación de fuentes para refrescarse…), entre otros factores, han hecho que el impacto sobre nuestra salud de las altas temperaturas sea cada vez menor. Es decir, se da la paradoja de que, a medida que sube el calor, se necesita más temperatura para que una persona muera.
Muestra de ello es que, entre 1983 y 2003, la mortalidad aumentaba un 14 % por cada grado por encima de la temperatura considerada ola de calor. Mientras que en el período 2004-2018, esa atribución bajó al 2 %, según declaraciones de Julio Díaz, codirector de la Unidad de Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III, citando un estudio científico realizado por él y otros investigadores, y publicado en 2021.
Más políticas de adaptación
El reto es si podremos mantener este ritmo de adaptación, sobre todo teniendo en cuenta que se avecina más calor, apunta el experto. Según las estimaciones de otro estudio publicado por Díaz y otros científicos en 2019, si las medidas de acomodación no siguen desarrollándose a la velocidad que debieran, en España morirán casi 13 000 personas cada año por olas de calor en el periodo 2050-2100.
Este investigador señala los puntos negros sobre los que las Administraciones públicas deberían incidir. Así, los habitantes de zonas urbanas son mucho más vulnerables al calor extremo que los de las zonas rurales, y la pobreza aumenta el riesgo. Entre otros factores de desigualdad, las viviendas están en peor estado y no es solo una cuestión de tener un aparato de aire acondicionado: para encenderlo hay que poder pagarlo.
Y aunque el calor sigue afectando sobre todo a las personas mayores, cada vez tiene un mayor impacto en la población activa, por quedar más expuesta a las temperaturas elevadas durante la jornada laboral, especialmente en sectores como el de la construcción o el del reparto a domicilio.
Lo importante, tal como manifiesta Díaz, es que sabemos qué elementos influyen en una mayor y mejor adaptación a las altas temperaturas y sobre cuáles podemos actuar.
Un verano más caluroso y seco de lo normal
La Agencia Estatal de Meteorología prevé que este verano de 2022 sea especialmente cálido y seco en toda España, lo que favorecerá la probabilidad de más episodios de olas de calor a lo largo de la estación.
Además, esta estación se está ampliando y ya ocupa unas cinco o seis semanas más que en los años 80. Por eso, las olas de calor, como el sofocante fenómeno vivido en junio, son cada vez más tempranas.
Imágenes | Veronica Reverse (Unsplash) | Vlad Smolyakov (Unsplash)
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