Las sequías de los últimos veranos en Europa han tenido numerosas consecuencias para la agricultura, la salud de nuestros ecosistemas y también la de las personas que habitan pueblos y ciudades. Han estado, además, acompañadas de estudios y mediciones para constatar si realmente son el resultado del cambio climático antropogénico o si, por el contrario, son excepciones habituales en las tendencias climáticas de nuestro planeta.
Para responder a este interrogante, un estudio liderado por la Universidad de Cambridge ha buscado información en los árboles. Gracias al análisis de anillos de robles europeos de hasta 2.110 años de edad, ha dado forma a un completo estudio sobre el hidroclima de Europa desde la época de los romanos hasta hoy.
La historia en los anillos de los árboles
Para reconstruir el clima de los últimos 2.110 años, el grupo de investigadores analizó las huellas químicas de 147 robles europeos. Estas huellas se encuentran en sus anillos, más concretamente en los isótopos estables de carbono y oxígeno.
Estos isótopos proporcionan información muy interesante para entender cómo ha cambiado el clima durante largos periodos de tiempo. Por un lado, los valores de carbono están subordinados a la actividad de la fotosíntesis. Por otro, los valores de oxígeno dependen de la cantidad de agua. Al analizar cada uno de ellos por separado y luego en conjunto, es posible obtener información sobre el hidroclima y un registro de los años más y menos lluviosos de la historia.
Esto diferencia el método de otros que solo pueden reconstruir modelos climáticos a partir de los datos de temperatura. Además, y gracias a los anillos de los árboles, es factible saber con exactitud el año en que se produjo cada cambio. «En general, nuestra comprensión es peor cuanto más retrocedemos en el tiempo, ya que los conjuntos de datos que analizan las condiciones de sequía pasadas son escasos», explica Ulf Büntgen, profesor del departamento de Geografía de la Universidad de Cambridge y especialista en dendrocronología, es decir, la ciencia que se ocupa de la datación de los anillos de crecimiento de las plantas.
Para los investigadores, conocer los datos previos a la época medieval es especialmente interesante. “Nos permiten obtener una imagen más completa de las variaciones de sequías pasadas. Estas fueron esenciales para el funcionamiento y la productividad de los ecosistemas y las sociedades», añade Büntgen.
Cómo se hizo el estudio: el cambio brusco de una línea descendente
Los investigadores analizaron un total más de 27.000 mediciones de las proporciones isotópicas de carbono y oxígeno de 21 robles vivos y 126 muertos. Las muestras procedían de árboles de la República Checa y el sureste de Baviera, restos arqueológicos, materiales subfósiles y construcciones históricas. En su conjunto, ofrecieron información de todos y cada uno de los años transcurridos desde hace más de dos siglos hasta hoy. Algunos de los materiales provenían de árboles de la época del Imperio romano.
De acuerdo con sus conclusiones, el clima de Europa se ha ido haciendo cada vez más seco. Además, las condiciones de sequía experimentadas en el continente entre 2015 y 2018 fueron las más intensas de los últimos dos siglos. Así lo señalan en el estudio ‘Recent European drought extremes beyond Common Era background variability’, publicado en la revista Nature Geoscience.
A lo largo de estos dos siglos, y mientras la media de precipitaciones marcaba una línea descendente, hubo veranos especialmente húmedos y también otros con precipitaciones muy por debajo de la media. Los veranos con más precipitaciones fueron los de los años 22, 720 o 1100 d.C. Los más secos, por otro lado, fueron los de los años 40, 590, 950 o 1510 d.C. Sin embargo, la franja entre 2015 y 2018 es única por su intensidad y también por su extensión.
“Nuestros resultados muestran que lo que hemos experimentado durante los últimos cinco veranos es extraordinario para Europa central, en términos de cuán seco ha sido consecutivamente», explica Büntgen. Y es que, tal y como muestran los datos obtenidos, la secuencia de las recientes sequías estivales europeas desde 2015 no tiene precedentes en los últimos 2.110 años. Entre las causas, los científicos señalan el calentamiento antropogénico y las variaciones en la corriente del chorro.
Otra evidencia científica del cambio climático
El estudio realizado por la Universidad de Cambridge se suma a la lista de evidencias científicas de que el clima del planeta está cambiando de forma muy rápida en la actualidad. Algo que tiene consecuencias en infinitos aspectos de nuestra vida y nuestro entorno. Impacta en la agricultura, genera modificaciones muy importantes en los océanos y acaba afectando de forma significativa a los seres vivos que han resultado fundamentales para realizar este estudio: los árboles.
“Hemos visto una fuerte caída después de siglos de una disminución lenta y significativa, que es particularmente alarmante para la agricultura y la silvicultura”, explica Mirek Trnka, profesor del Centro de Investigación CzechGlobe de Brno (República Checa) y coautor del estudio. «La extinción de bosques sin precedentes en gran parte de Europa central corrobora nuestros resultados», ratifica Trnka.
Imágenes | Unsplash/Gilly Stewart, Universidad de Cambridge