efectos del cambio climático

¿Y si estamos pisando el acelerador del cambio climático?

Los incendios son algo habitual en los bosques. Forman incluso parte de la dinámica natural de los ecosistemas. Pero la virulencia de los fuegos que en 2019 quemaron el Amazonas y en este inicio de 2020 han arrasado millones de hectáreas en Australia no son algo normal. Son una consecuencia directa de temperaturas y sequías que no tienen precedente en la historia. Son un producto del cambio climático.

2019 fue el año más caliente del que se tiene registro en Australia. Según los datos de la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), la temperatura media del país fue 1,52 °C más elevada que la media de la segunda mitad del siglo XX. Y desde 2013, todos los años han pasado a ocupar un lugar en el top 10 de años más calientes de la historia australiana. En las semanas previas a los incendios, llegaron a registrarse temperaturas cercanas a los 50 °C.

A esto se le suma también que 2019 fue el año más seco en la historia de Australia. Una situación que se relaciona directamente con un dipolo del océano Índico (o el Niño indio) particularmente fuerte. En definitiva, para la WMO no caben dudas de que los fenómenos extremos como estos incendios son consecuencia del cambio climático. ¿Qué pasaría si en lugar de frenar el calentamiento estuviésemos pisando el acelerador?

2019: otro año de récord

temperatura media en el año 2019

A falta de datos definitivos, 2019 habrá sido el segundo o el tercer año más cálido a nivel planetario desde que existen registros. Podría haber sido un año excepcional. Pero se suma a la década más caliente de la que se tiene registro. Y al hecho de que, desde los años 80, la temperatura media de cada década ha sido más elevada que la de la anterior. Así lo señalan los datos de la WMO, organismo internacional dependiente de la ONU encargado de recoger y consolidar los datos de los diferentes institutos meteorológicos.

Desde la revolución industrial, la temperatura media atmosférica ha aumentado 1,1 °C. Y la de los océanos 0,5 °C. “Las temperaturas son solo una parte de la historia. En la última década se han derretido los hielos, ha crecido el nivel del mar y se ha incrementado la acidificación de los océanos a niveles de récord”, añade la WMO en su último informe, publicado durante la COP25 celebrada en Madrid.

2019 ha sido un año de récord. Pero lo excepcional no oculta el resto de señales. Mientras las emisiones de gases de efecto invernadero y, sobre todo, dióxido de carbono, continúan aumentando, todo apunta a que el cambio climático se está acelerando. Cada vez estamos más cerca de los 1,5 °C de aumento de las temperaturas que una vez nos quisimos marcar como límite y todo parece señalar que los superaremos holgadamente.

WMO Provisional Statement on the State of the Global Climate in 2019 - EnglishWMO Provisional Statement on the State of the Global Climate in 2019 – English

De acuerdo con el informe The Global Climate in 2015-2019 de la organización internacional, estos son los hechos que despejan las dudas: estamos pisando el acelerador del cambio climático.

El nivel del mar sube el doble que hace 30 años

Entre 2014 y 2019, el nivel del mar ha subido, a escala global, cinco milímetros por año. En la década anterior lo hizo cuatro milímetros. La media de los años 90 se situó en 3,2 milímetros anuales. Además, toda esta subida se debe sobre todo al derretimiento de los casquetes polares y los glaciares. Y no tanto a la expansión que provoca el ascenso de la temperatura oceánica (como sucedía en el pasado).

Los hielos, bajo mínimos

Los hielos árticos en invierno superaron los mínimos históricos durante cuatro de los cincos últimos años. En la Antártida, la situación es un poco menos dramática. Aun así, los veranos de 2017 y 2018 significaron momentos de deshielo máximo en la historia del continente helado. La pérdida de hielos perennes en Groenlandia se viene acelerando año tras año desde los inicios del siglo. Y el derretimiento de los glaciares también ha alcanzado valores récord en el último lustro.

el deshielo en el planeta tierra

Los océanos llegan al límite de su capacidad

El calentamiento global sería mucho más extremo si no fuese por los océanos. Alrededor del 90% del calor extra que han causado las emisiones de gases de efecto invernadero está almacenado en nuestros mares. Algo parecido sucede con el CO2. Un 30% de las emisiones de dióxido de carbono termina asimilado por los océanos como carbono. ¿Las consecuencias? La temperatura de las capas superiores oceánicas se ha disparado en la última década y la acidificación de los mares se ha incrementado un 26% respecto a niveles preindustriales.

Más eventos meteorológicos extremos

Según la WMO, más del 90% de los desastres naturales tienen origen meteorológico. Durante el último lustro, se han producido más sequías extremas y casi todas ellas están asociadas con el cambio climático. La temporada de huracanes en el Caribe de 2017 fue una de las más destructivas de la historia. Lo mismo sucedió con los ciclones del Índico el año pasado, cuyo poder de destrucción se dejó notar, sobre todo, en Mozambique.

Incendios de gran impacto económico

efectos del cambio climático el caso de los incendios

El caso de Australia abre este artículo. Pocos días antes de publicarlo, una veintena de focos seguían activos. Pero cuando se emitió el informe de la WMO todavía no habían empezado a arder las más de 16 millones de hectáreas de bosque. Aun así, el informe recoge que los tres incendios que han causado mayores pérdidas económicas de la historia han tenido lugar en el último lustro.

Además, el aumento en los incendios (consecuencia directa de las olas de calor y las sequías prolongadas) suma a la cuenta de emisiones. Los fuegos que se produjeron en la región ártica en el verano de 2019 emitieron 50 megatoneladas de CO2 a la atmósfera. En Australia, según los datos provisionales, se han liberado más de 400 megatones.

Los datos se acumulan. Los efectos son cada vez más claros. Sabemos más que nunca sobre las dinámicas de nuestro planeta y cómo nuestra actividad las altera. Y, aun así, seguimos siendo capaces de echar el freno.

Imágenes | WMO, Wikimedia Commons/NOAA, Unsplash/Willian Justen de Vasconc, Joanne Francis

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