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Las redes sociales, ¿han convertido los hobbies en un nuevo trabajo?

Durante los últimos años el número de redes sociales no ha dejado de aumentar. Sin embargo, según We Are Social 2019, en España siguen en cabeza redes muy conocidas: YouTube, WhatsApp Facebook, Instagram y Twitter, en ese orden. En ellas, cientos de usuarios particulares que no representan empresas suben contenido con frecuencia.

Pero lo que en principio empezó como un hobbie parece un trabajo. Con cada vez más frecuencia los usuarios de redes sociales se sienten presionados por redactar el mejor tuit, hacer la mejor fotografía, compartir los mejores momentos. Las redes sociales, ¿han convertido los hobbies en un nuevo trabajo?

La diversión se mide en “me gustas”

Ya hablamos en su momento de la “tiranía del like”. El botón que hizo famoso a Facebook ha modificado nuestros hábitos. Si hace años los contenidos subidos a la red no tenían mayor objetivo que entretener a nuestros conocidos o a nosotros mismos, en la actualidad medimos su éxito en el número de “me gustas”.

Al estilo de ‘Nosedive’ (2016), el capítulo de Black Mirror en el que la gente tenía su propia nota; las cuentas se miden en seguidores. A más seguidores, más likes potenciales. Siguiendo la ley de Metcalfe, dos cuentas con 1000 y 1050 seguidores no se separan por un 5%, sino que están a años-luz de distancia.

Por desgracia, estamos acelerando hacia un futuro en el que la popularidad de una cuenta en redes sociales tiene un valor más elevado que la calidad de la persona que la administra. Prima más que tenga votos positivos… o que no tenga negativos.

la diversion se mide en me gustas

Esto último es muy relevante. En los últimos años la red social Twitter ha perdido buena parte de su picardía. Como decía hace poco un anuncio, hay chistes que salen caros. La consecuencia directa ha sido lo que hoy se conoce como poscensura.

¿Cómo de buena es tu fotografía?

Cuando hablamos de política o de trabajar de cara al público, el contenido blanco y de calidad es una herramienta indispensable. Pero, ¿y si somos particulares? Si cualquier tuit que lancemos puede leerlo toda persona en el mundo, todos nos hemos convertido en figuras públicas.

Eso significa que nuestro hobbie, desde un chiste a la fotografía de nuestra última comida, será juzgado. Además, lo será bajo los más altos parámetros. En Instagram nuestras publicaciones competirán con profesionales de la cocina. En Twitter, las frases ingeniosas aparecerán en la misma vertical que los escritores.

Sin calidad, no hay visibilidad. Sin dedicar un poco de trabajo a hacer mejores fotografías, no hay “me gusta”. El periódico digital estadounidense Vox ha llamado la atención varias veces sobre esto. La última en su canal de YouTube ‘The Goods’ (en emisión).

How "Instagram traps" are changing art museumsHow “Instagram traps” are changing art museums

En su primer capítulo, ‘Cómo Instagram está cambiando los museos de arte’ (2018), varios expertos debaten sobre el fenómeno. Si estamos condicionados a hacer la mejor fotografía posible en todo momento, ¿disfrutamos de la experiencia?

Fotografías de más calidad y menor satisfacción

Son varios los estudios que demuestran que “hacer fotografías (para publicar en redes sociales) reduce la diversión”. Estas conclusiones las obtenemos de un interesante estudio publicado por Alixandra Barasch. En una entrevista lo desglosa así:

“Tener en mente la intención de publicar una fotografía en redes sociales mientras realizamos dicha fotografía puede eliminarte a ti mismo de la experiencia”

¿Por qué? Aunque sobre esto aún hay debate, podría ser debido a que pasamos de querer hacer una fotografía a tener que hacerla. Mientras que el objetivo tradicional de disparar ha sido conservar una copia del momento para nosotros o nuestros familiares; ahora el objetivo es exponer la obra en una galería mundial.

Tener redes sociales se ha convertido en un trabajo no remunerado

Tener redes sociales se ha convertido en un trabajo no remunerado

Esto lleva a la conclusión de que tener redes sociales de impacto tiene un elevado coste en horas. Además, por algún motivo todos queremos llamar la atención a nuestra particular manera. Esto se traduce en la dedicación de tiempo en la redacción del mejor texto o en conseguir el mejor ángulo.

En otras palabras, estar presente en redes sociales se ha convertido en un trabajo no remunerado. Este exige esfuerzo, y nuestra recompensa son más “me gusta” o seguidores. No es de extrañar que quien sale de las RRSS note en principio el síndrome de abstinencia pero luego afirme tener una vida más feliz.

Pero, ¿hay alguna manera de no tomarnos las redes sociales como si fuesen parte de nuestra profesión? Aunque más difícil para los autónomos, lo cierto es que sí. Basta con aprender a relativizar las métricas. Con frecuencia eso significa ignorarlas por completo. ¿Qué más da 10 o 100 “me gustas” si al hacer la foto te lo pasaste bien?

Eso implica darnos cuenta del motivo por el cual estamos redactando el tuit o compartiendo algo en Facebook. ¿Buscamos la atención de los demás? De ser así, nada que añadir. Pero en caso de que nos demos cuenta de que no necesitamos llamar continuamente la atención, seguramente podremos tener una relación saludable con las RRSS.

 

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Imágenes | iStock/ViewApart, iStock/Rawpixel, iStock/spfdigital

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