Los procesadores son el corazón y el cerebro del ordenador, la parte más importante, por lo que le debemos prestar especial atención a la hora de elegir nuestro equipo. Vamos a ver cómo debemos elegir un procesador y qué nos ofrecen las nuevas generaciones de Intel.
Cómo funciona un procesador
Para conocer las características de un procesador debemos fijarnos en varios detalles. Intel es el fabricante mayoritario por su calidad, así que seguiremos su nomenclatura. Cada procesador viene con un número que nos indica su rendimiento tras el conocido “Core i”. El Core i3 es perfecto para las tareas más sencillas: navegar por internet, herramientas de ofimática como un procesador de texto o una hoja de cálculo, etc.
El Core i5 ya puede realizar tareas más potentes como algunos videojuegos o programas que requieran cierta exigencia gráfica. Por último, tenemos los Core i7 que son los indicados para labores más exigentes: videojuegos de altas exigencias, vídeo 4K en streaming o la realidad virtual, entre otros.
Por otro lado, tenemos el número de núcleos, que definirán la cantidad de unidades de procesamiento central independientes de cada procesador o chip. Lo más habitual es que encontremos equipos con 2, 4, 5, 8 y hasta 10 núcleos. Algunas gamas pueden trabajar con varios procesadores a la vez, dividiendo el trabajo entre ellos, lo que se llama Hyperthreading.
Junto al número de núcleos, encontramos la frecuencia de trabajo, que es la velocidad de apertura y cierre de los transistores que componen el procesador. La que nos facilita el fabricante siempre es la frecuencia de funcionamiento en la que los chips trabajarán la mayor parte de tiempo.
Por último, deberíamos prestar atención a la memoria caché, un tipo de memoria rápida ubicada junto al procesador y que sirve para que la CPU disponga de toda la información necesaria, con lo que ganamos en velocidad de ejecución. En los procesadores Intel disponemos de una memoria caché (SmartCaché) entre 2 y 8 MB habitualmente.
Por qué cambiar nuestro procesador o equipo
Como vemos, los procesadores ofrecen mucho más que capacidad informática. Vamos a ver algunas razones por las que deberíamos cambiar este chip o el equipo en caso necesario. Los nuevos procesadores Intel de 8ª generación están diseñados para aumentar la potencia y gestionar mejor la autonomía sobre todo en los portátiles más delgados y en los convertibles, consiguiendo según el fabricante hasta un 40% más de rendimiento respecto a la generación anterior.
Potencia, velocidad y gestión de la batería
Como hemos visto, los procesadores ofrecen mucho más que capacidad informática: nos permiten trabajar en varias aplicaciones al mismo tiempo, hace más rápido nuestro ordenador o nos permite disfrutar de los videojuegos más exigentes.
Máxima integración con Windows 10
Los chips Intel de última generación también nos permiten aprovechar al 100% de todas las posibilidades que nos ofrece Windows 10: fluidez y potencia de las aplicaciones unida a una autonomía mejor gestionada, arranque más rápido… Permiten una mejor personalización utilizando de la mejor manera tanto Windows Hello como Cortana o Windows Ink.
Vídeo en 4K y 360º
Con la potencia suministrada por los nuevos procesadores, podremos ver vídeos en 4K durante más tiempo y a la máxima calidad, incluso en streaming. Podremos compartir vídeos en esta definición o sumergirnos en un vídeo en 360º con toda la velocidad de procesador necesaria (incluso en varias pantallas a la vez) o crear nuestras propias creaciones en estos dos sistemas.
Videojuegos y realidad virtual
Los juegos más modernos requieren una gran potencia de procesamiento y una velocidad de ejecución que debe ser inmediata. Por ello, si queremos disfrutarlos debidamente, lo ideal es disponer de un equipo con la última tecnología, para conseguir el mejor rendimiento, un alto número de fotogramas por segundo y la menor latencia posible.
Cambiar procesador o el equipo entero
No siempre podremos actualizar nuestro ordenador. Si nuestro dispositivo es lo suficientemente moderno como para poder aprovechar los últimos procesadores, debemos fijarnos en el tipo de zócalo (la conexiones entre el procesador y la placa base) para asegurarnos que sea compatible. La elección del procesador es la que determinará en gran medida la placa base o la memoria RAM más conveniente. Si nuestro equipo ya es algo antiguo, lo mejor es que nos decantemos por comprar uno nuevo que aproveche todas estas tecnologías.
Lenovo Yoga 720
Para disponer de toda la potencia de la que estamos hablando no tenemos que prescindir de equipos ligero, cómodos y elegantes, como nos demuestra el Lenovo Yoga 720.
Con tan solo 1,3 Kg de peso y 14,3 mm de grosor, podremos presumir de potencia y diseño a la vez: acabado en tono metálico y premiado por su diseño, disponemos de una batería de alto rendimiento que nos dará hasta 10,5 horas. Su pantalla de 13,3” UHD 4K tiene una resolución de 3840×2160 píxeles, que con sus bordes ultradelgados nos permitirá sumergirnos en nuestros contenidos multimedia, junto con un excelente sonido de los altavoces JBL y Dolby Audio Premium.
Y potencia le sobra, incluyendo procesadores Intel Core hasta i7 de 8.ª generación que, junto al almacenamiento SSD y 8 GB de RAM DDR4 hará las que las transferencias de datos y los arranques tengan la máxima velocidad.