La tecnología de reconocimiento facial entró casi sin pensarlo en nuestras vidas. Siendo ya casi un estándar en muchos teléfonos móviles, el desarrollo de estos algortimos lleva años en el mercado. Y, como siempre, no exento de polémica.
Una de estas controversias tiene que ver con el hecho de que esta tecnología ha sido entrenada, básicamente, con rostros caucásicos. ¿Consecuencia? Que identifica y etiqueta erróneamente a personas de otras razas. Algo que, para muchos, hace que estemos ante el enésimo caso de una tecnología «defectuosa y sesgada”, sobre todo porque sus tasas de error son significativamente más altas cuando se usa contra personas de color.
Este tipo de informaciones ha provocado que algunas empresas hayan anunciado su retirada del desarrollo y comercialización de este tipo de tecnologías. E incluso organismos oficiales, como la canadiense Clearview AI (dedicada a la privacidad), anunció que ya no ofrecería tecnología de reconocimiento facial en Canadá.
En épocas de mascarillas
Pero, además, esta tecnología recibía en este 2020 un nuevo golpe: la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha obligado a muchos ciudadanos a llevar siempre consigo una mascarilla. Y, de momento, las tecnologías de reconocimiento facial de los teléfonos móviles no son capaces de resolver la ecuación y determinar si quien está mirando al terminal es o no el dueño del mismo.
Sí, estos sistemas de reconocimiento facial son capaces de lidiar con caras maquilladas, barbas espesas e incluso gafas de sol. Pero no con las mascarillas.
La razón está en que para esta tecnología, este nuevo accesorio que llevamos todos en la cara hace que sea más difícil distinguir entre una cara real y una máscara. Esa tarea, llamada «garantía de presencia genuina», es el núcleo de la verificación facial. ¿Podríamos eliminarlo? No parece que a corto plazo sea factible, sobre todo porque muchas de estas mascarillas, bien puestas, cubren la mayor parte del rostro.
Mírame a los ojos
Por eso, la tecnología de reconocimiento del iris está viviendo un nuevo empuje. El mercado mundial de reconocimiento de iris está valorado aproximadamente en 2.000 millones de dólares en 2018 y se prevé que crezca con una tasa de crecimiento saludable de más del 13,20 % durante el período de pronóstico 2019-2026.
Cabe recordar que el iris es la parte del ojo responsable de restringir la cantidad de luz que pasa a la retina. Cuando hay mucha luz afuera, el iris se contrae y permite que entre menos luz en el ojo, y viceversa por la noche. Los colores del iris incluyen marrón, azul, verde, avellana y, en los casos de albinos, rojo.
Por qué tus ojos son especiales
Los ojos son una obra de arte en la que entran en juego muchos factores para su resultado final. El color de los ojos está determinado por la cantidad de melanina en el ojo, los genes heredados y la edad de la persona (los menores de 3 años todavía producen pigmentos oculares).
Los seres humanos heredamos dos copias del gen del color de ojos, una de cada padre. El marrón es el gen dominante, lo que significa que la persona puede tener dos genes marrones, o un gen marrón y uno azul o verde. Las personas de ojos azules solo pueden tener dos copias de los genes azules, y las personas de ojos verdes pueden tener dos copias de verde o una copia de verde y azul. Los albinos no tienen melanina en los ojos, lo que hace que sus iris se vean rojos. Es decir, que cada ojo es una identificación muy genuina de su dueño.
El reconocimiento del iris no solo sirve para cuestiones de seguridad, sino para muchos de los avances que vemos en las fotografías que realizamos con nuestros móviles, que se basan en el seguimiento del iris para, por ejemplo, determinar la distancia métrica desde la cámara al usuario, sin el uso de un sensor de profundidad dedicado.
Sin embargo, la tecnología también se enfrenta a algunos retos para hacer este tipo de cálculos: las condiciones de luz (que no siempre son las mismas) o la presencia de otros objetos (como pelo) O, simplemente, que la persona no tenga siempre igual de abiertos los ojos.
Próximos avances en reconocimiento del iris
En este sentido, Google anunciaba hace poco un nuevo modelo de aprendizaje automático para una estimación precisa del iris.
De esta forma, la tecnología es ahora capaz de rastrear puntos de referencia que involucran el iris, la pupila y el contorno de los ojos utilizando una sola cámara, en tiempo real, sin la necesidad de hardware especializado. Mediante el uso de puntos de referencia del iris, el modelo también puede determinar la distancia métrica entre el sujeto y la cámara con un error relativo inferior al 10 % sin el uso del sensor de profundidad.
La base de todas estas tecnologías es la misma: la biometría aplicada al iris. Para ello, se escanea el iris, haciendo un análisis de los patrones en el círculo de su ojo para verificar y autenticar su identidad. El reconocimiento de iris suele ser reconocido por su precisión. También se puede utilizar a largas distancias, y algunas soluciones solo requieren una mirada del usuario.
¿Ajeno a la polémica?
De momento, el reconocimiento del iris no se ha visto tan envuelto en polémicas como el reconocimiento facial. Pero podría estarlo en un futuro, sobre todo si se apuesta por esta tecnología para evitar los problemas que hemos mencionado del reconocimiento de las caras.
No en vano, en cualquier sistema biométrico se recopila mucha información de identificación personal y, en algunos casos, incluso de salud, y este tipo de datos están muy protegidos por leyes como las de protección de datos personales.
Y, por supuesto, todo depende del uso que se le vaya a dar a estos recursos. La misma tecnología biométrica que se emplea para garantizar que somos los usuarios legítimos que se autentican en un sistema también se puede utilizar para detectar todos sus movimientos.