sarampión en europa

La guerra contra el sarampión no ha terminado y no solo es culpa de los antivacunas

Más de dos millones de muertes al año. Antes de 1963, cuando se iniciaron las campañas de vacunación contra el sarampión, las epidemias cíclicas de esta enfermedad mataban, anualmente, a más de dos millones de personas. En 2016, murieron menos de 90.000 personas. Pero la guerra contra el virus Measles morbillivirus no está ganada. Las infecciones en Europa se han multiplicado en el último año. Y no solo es culpa de los movimientos antivacunas.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inmunidad de una población ante el sarampión no se puede garantizar cuando menos del 95% de las personas están vacunadas. En Europa, la media está en un 90%. Pero hay zonas en las que baja del 70%. Y en Ucrania llegó a estar al 30%. Es por eso que una batalla que estaba a punto de ganarse está complicándose.

Récord de infecciones en Europa

5.273 casos en 2016. 21.315 contagios en 2017. Más de 40.000 en lo que va de año (hasta el 1 de agosto). La tendencia ha hecho saltar todas las alarmas. El problema ha alcanzado niveles graves en Ucrania, donde se han registrado en los últimos 12 meses 26.894 contagios por sarampión y cinco muertes. Pero hay seis países más que han superado la barrera de los 1.000 casos. En total, siete países europeos se enfrentan a una epidemia de sarampión.

Los números de Francia (2.741 infecciones), Georgia (1.221) Grecia (3.192), Italia (3.343), Rumanía (1.357) y Serbia (5.645) hablan por sí mismos. En España son 181 casos, muy cerca de los 200 registrados el año pasado. ¿Qué está pasando para que una enfermedad que se creía casi erradicada esté volviendo con tanta fuerza? ¿Se podrá alcanzar la erradicación en Europa, fijada por la OMS para el año 2020?

“Tras lograr el número de casos más bajo de la década en 2016, estamos viendo un aumento exponencial en las infecciones y los brotes”, asegura Zsuzsanna Jakab, directora regional de la OMS para Europa. “Hacemos un llamamiento a todos los países a implementar inmediatamente medidas amplias y apropiadas para detener la propagación de esta enfermedad. La salud de todos comienza con la inmunización”.

Measles and rubella in Europe: a process of eliminationMeasles and rubella in Europe: a process of elimination

Italia: la importancia de la vacunación

El año pasado, 5.404 personas sufrieron los efectos del sarampión en Italia. Cuatro de ellas (tres niños y un adulto) murieron como resultado de problemas respiratorios derivados de la enfermedad. De todos los casos registrados debidamente (en 600 no se disponía de información completa), el 88% no estaba vacunado y el 10% no había recibido la segunda dosis recomendada. Solo 74 enfermos estaban debidamente inmunizados.

En 2012, la tasa de vacunación de la población italiana se encontraba por encima del 95%. Durante 2015, según los datos de la OMS, cayó hasta el 90%. En algunas regiones, incluso menos del 85%. Ante el brote registrado en 2016, el Gobierno italiano lanzó varias acciones divulgativas sobre las ventajas de la vacunación y los peligros de no estar inmunizado. Hace ahora un año, el Parlamento aprobó una ley que incluía el sarampión en la lista de 10 enfermedades de vacunación obligatoria. Y hace dos meses, el mismo Parlamento, con los votos de los dos partidos en el Gobierno, anuló la obligatoriedad.

De acuerdo con el Ministerio de Sanidad, uno de cada tres niños nacidos entre 2011 y 2015, que no habían sido vacunados, están ahora inmunizados. En lo que va de año, se han registrado 2.020 casos (sensiblemente menos que en 2017) y cuatro muertes en el país transalpino.

sarampión en europa

Ucrania: la infraestructura es clave

En Italia, las causas del brote de sarampión se relacionan con la caída de las vacunaciones debido tanto a movimientos antivacunas como a la relajación ante la falta aparente de peligro (la caída de casos en los 90 y primeros 2000 pudo llevar a la falta de sensación riesgo). En Ucrania, la situación es muy distinta.

Aquí, la falta de vacunación también aparece señalada como causa. Pero los motivos son distintos. De todos los casos registrados en 2017, el 78% no estaba vacunado o solo había recibido una de las dosis del tratamiento. ¿Y el resto? Uno de cada cinco infectados sí estaba correctamente vacunado. Misterios de la inmunidad de grupo.

“En 2008, el 95% de los niños ucranianos habían recibido su segunda (y última) dosis de vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola, de acuerdo con el programa nacional de vacunación. En 2016, esta tasa había caído al 31%, la cobertura más baja en la región europea de la OMS y una de las más bajas del mundo”, señalan desde la organización internacional.

La guerra en el este del país, en 2014, y el conflicto irresuelto que se mantiene desde la firma de los acuerdos de Minsk, que pusieron fin a los combates, pero no a los problemas, pusieron patas arriba las prioridades del país y de las familias. Y esa puerta abierta es la que ha aprovechado el sarampión. Así, la falta de infraestructuras y fondos para la vacunación parece estar detrás del brote en Ucrania.

Desde 2017, gracias a una serie de acuerdos, se han recuperado los planes nacionales de vacunación. Al final del año pasado, el 93% de los niños de un año habían recibido la primera dosis y el 91% de los menores de seis años, la segunda. Sin embargo, aunque la inmunización esté mejorando, los números de contagios y muertes todavía parecen lejos de haberse controlado.

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La inmunidad de grupo

Las vacunas son el fármaco más eficaz que existe. Una correcta vacunación frente al sarampión inmuniza al 99% a los vacunados. Sin embargo, hay una parte de la población que, aunque quiera, no puede vacunarse. Y un porcentaje pequeño que, debido a su sistema inmunitario, nunca será inmune, aunque se haya vacunado. Además, según señalan desde la Universidad de Oxford, el efecto de la vacuna puede debilitarse con los años. Por eso, la llamada inmunidad de grupo es clave.

“Cuando suficientes personas han sido vacunadas contra una determinada enfermedad, los gérmenes no pueden viajar tan fácilmente de persona a persona, y es menos probable que se contraiga la enfermedad. Esto significa que incluso las personas que no pueden vacunarse tendrán protección contra la enfermedad. Y, si una persona se enferma, hay menos posibilidades de que aparezca un brote porque es más difícil que la enfermedad se disemine. Con el tiempo, la enfermedad se vuelve poco común y, a veces, llega a erradicarse por completo”, explican desde el departamento de salud de Estados Unidos.

De ahí la importancia de mantener los niveles de vacunación para seguir protegiendo al grupo. Y de ahí la paradoja. Cuanto más inmune sea la población, menos contagios habrá y menos sensación de peligro ante la enfermedad. Pero la batalla no se ha vencido todavía. Un despiste durante un par años ha desatado brotes en muchos países. Y riesgos de que suceda lo mismo en muchos otros.

Imágenes | OMS, AEP/CAV, iStock, Pixabay

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