Manual contra los trols de Internet

Cómo actuar ante un trol en Internet

El trol se ha convertido en una figura habitual en Internet y las redes sociales, y en muchas ocasiones convierte el ambiente digital en algo irrespirable. Pero eso no significa que tengamos que soportar su acoso y las discusiones constantes que genera. Para evitar esa dinámica, esto es lo más efectivo contra estas actitudes.

Índice

Como veremos, la teoría es sencilla, pero en la práctica tendemos a vernos empujados hacia la telaraña del trol. Esta guía es un manual para tratar de evitarlo.

Cómo luchar contra los troles en Internet

El problema es mayor de lo que parece. Algunos troles presentan rasgos de psicopatía, maquiavelismo y narcisismo cuando se estudian. Muchos se comportan también así en la vida real y cada vez son más frecuentes en la red.

Por eso, es necesario saber gestionarlos y anularlos. Para ello, hay que seguir tres fáciles reglas, y estas no pueden tener excepciones. Son las siguientes:

  1. Ignorar.
  2. Documentar.
  3. Actuar.

La primera regla de oro: ignorar al trol

Nunca alimentes al trol y no discutas

Ya en los manuales de administradores de redes de finales de los noventa aparecía la táctica principal para tratar con troles, toda una señal de que el problema no es nuevo: eres un adulto, con lo que puedes, presumiblemente, hacerte una idea de cómo lidiar con eso y cómo ignorar a esa persona.

Como veremos un poco más adelante, al analizar la psicología del trol, su objetivo es conseguir atención, no importa si es buena o mala. Así que eso es lo que debemos negarle como sea en primer lugar. El proverbio en inglés “don’t feed the troll” (“no alimentes al trol”) es un mantra al que debemos recurrir siempre en estos casos.

Su objetivo es conseguir atención, no importa si es buena o mala. Así que eso es lo que debemos negarle como sea en primer lugar

En este sentido, hay que ser conscientes de que la mayoría de interacciones serán con troles que realizan una batida buscando determinados temas candentes (de política o salud, como hemos visto en tiempos del coronavirus) y lanzando comentarios destinados a provocar una reacción. Por esta razón, tenemos que impedirles conseguir lo que buscan, o solo conseguiremos que se queden y quieran más.

Si son troles casuales, y no una cuestión de abuso reiterado y dirigido específicamente hacia nosotros (acoso en toda regla), la enorme mayoría se marchará buscando otras víctimas más fáciles que sí piquen en su cebo y respondan.

Documentar la interacción

A pesar de lo anterior, ignorar solamente nunca es la respuesta y ahí es donde se quedan cortos la mayoría de consejos contra troles. Siempre hay que actuar más allá, por lo que aquí entra en juego la siguiente recomendación: cualquier interacción con un trol se documenta y se guarda.

Para dar peso a la prueba hay herramientas, como Egarante para certificar tuits, o Safe Stamper para prácticamente cualquier formato de prueba que obtengamos en la red, como capturas de pantalla, por ejemplo.

Dado este paso, si el trol se cansa y se va, genial. Nos olvidaremos del disgusto y, tras un tiempo, podremos borrar la documentación recopilada si no ha ido más allá. Sin embargo, en otras ocasiones, o en interacciones del trol con otras personas a las que podamos ayudar, volver a este paso es imprescindible. Además, nos ayudará a aplicar la próxima y última táctica.

Actuar contra el trol

Es imprescindible bloquear a los trols

Esta es la clave de una gestión correcta del trol: nunca respondes a lo que dice, pero siempre respondes a su acción, si es posible. ¿Qué quiere decir esto? Si su acoso se produce en una red social, bloqueamos, denunciamos, o lo que corresponda según las herramientas de la plataforma para ello.

Si, en cambio, se trata de gente que viene a molestar a nuestra web con comentarios ofensivos y mensajes, documentamos la IP, la hora y el día, y procedemos a bloquear al usuario y poner dichos datos en una lista negra. La mayoría de páginas tienen herramientas para esto. Esta es una manera de enseñar al trol que sus acciones tienen repercusiones.

Acudir a la ley si es necesario

Por supuesto, la actuación concreta al aplicar la tercera regla depende de la gravedad y la naturaleza de la interacción con el trol. Así que, si es preciso, no vaciles en ponerte en contacto con las autoridades, por si sus acciones constituyen delito. Amenazas, revelación de datos personales o proclamas de odio lo son y no deben quedar sin castigo.

Cómo vencer la tentación de responder al trol

El problema con los troles no es que su gestión sea complicada, sino que la tendencia natural nos inclina a interactuar con él. La tentación es poderosa y la batalla la podríamos considerar justa, pero es importante abstenerse. Los datos han demostrado que debatir con ellos nunca funciona.

¿Lo más efectivo? Reprimir el impulso de responder, sobre todo de manera inmediata. Es decir, lo mejor es desconectar e irnos. Si no estamos ante la pantalla y nos sumergimos en otras actividades offline, como hacer deporte, quedar con amigos, dar un paseo, ir a ver a alguien o ponernos a trabajar, la verdadera importancia del trol y de las redes (que es ninguna) queda patente enseguida.

Recordemos esto: los troles no aportan nada, destruyen mucho y contribuyen a empeorar la salud mental.

La psicología del trol

La psicología del trol

Cuando conoces el porqué, aplicas mucho mejor el cómo. Por eso, es imprescindible comprender al trol a fin de que podamos entenderlo mejor, sabiendo realmente lo que ocurre. Simplificando mucho, encontraremos tres tipos de troles:

  • El trol puro. Busca atención, extiende su red de pesca haciendo comentarios enervantes y le da igual a quién cace. Es el más sencillo y se suele cansar con solo ignorarlo.
  • El acosador. Mucho más peligroso, al menos potencialmente. Puede tener una obsesión personal con la víctima por lo que sea. Muchos consideran que no es un verdadero trol, pero es importante que pase hambre de atención y actuar decididamente y con pruebas.
  • El trol político. Un fenómeno en alza (el 41 % de estadounidenses declaró en 2021 haber sufrido ciberacoso y, la mitad de ellos, por temas políticos). Es la punta de lanza de ideologías radicales o trasnochadas. Rastrean constantemente menciones en la red sobre ciertos temas para después molestar a alguien. En ocasiones, estos últimos están a sueldo de partidos u organizaciones afines a estos, se suelen coordinar en grupos y son un mecanismo de propaganda.

Está estudiado, mediante el análisis de interacciones, que el trol nunca busca un debate sincero (aunque diga que sí) y tampoco aspira a tener razón, sino a convertir esa discusión en un diálogo imposible para desmoralizar, desmovilizar y quedarse con el espacio.

Una ideología extrema sabe que, por su naturaleza, pocas veces tendrá apoyo mayoritario activo. Su triunfo se basa en desincentivar la posible resistencia de la mayoría y que baje los brazos frustrada.

Por desgracia, el fenómeno trol no mengua y, por eso, es necesario confrontarlo siguiendo las estrategias que hemos visto aquí. Aunque no nos evitarán el mal trago, lo harán más breve y es lo que se ha comprobado que mejor funciona.

Imágenes | Mark König/Unsplash, KamranAydinov/FreepikJeremy Bezanger/Unsplash, Sander Sammy/Unsplash

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