Si una lagartija pierde el rabo, le vuelve a crecer. Las pequeñas planarias vuelven a crecer, aunque se hayan partido por la mitad. Y el mítico ajolote mexicano, una especie de salamandra, puede hacerse con una nueva extremidad e incluso reparar su médula espinal en cuestión de semanas. Sin embargo, la regeneración es un sueño prohibido para los mamíferos y, en particular, para los seres humanos. Pero esto puede estar a punto de cambiar.
Sí, a los Homo sapiens se nos regeneran el pelo y las uñas. Pero si nos cortan un brazo, nos quedaremos sin él hasta el fin de los días. Un equipo de investigadores del instituto Salk de California, liderados por el español Juan Carlos Izpisua, ha logrado curar una gran herida regenerando múltiples capas de piel sin utilizar injertos. Lo han hecho mediante la reprogramación de las células de la zona lesionada. Y han dado un paso más para hacer posible la regeneración humana.
Del Hércules a la carrera por el Nóbel
Hay varios nombres propios en el avance hacia la regeneración. El de Juan Carlos Izpisua es uno de ellos y quizá por eso siempre aparezca en las quinielas españolas para el Nóbel. La carrera del director del Laboratorio de Expresión Génica Cátedra Roger Guillemin en el instituto Salk y hasta 2013 director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona merece mención aparte.
Nacido en Hellín, Albacete, su infancia trascurrió entre campos de almendras y ferias locales en las que vendía turrón. Su adolescencia, trabajando en los bares y hoteles de Benidorn y jugando al fútbol. Llegó incluso a debutar en el Hércules de Alicante mientras se sacaba el bachillerato en turno de noche. Con 19 años entró en la facultad de Farmacia de Valencia y empezó una carrera que ha cambiado la medicina.
Tras realizar dos estancias posdoctorales en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular en Heidelberg y en la Universidad de California en Los Ángeles llegó su oportunidad en el Instituto Salk. Y desde allí es donde ha profundizado en la reprogramación de células madre y el campo de la regeneración de tejidos y órganos.
Y a acercar el sueño de la regeneración
La última investigación del equipo de Izpisua, publicada en la revista Nature, acerca la posibilidad de que un organismo humano llegue a repararse a sí mismo de una forma natural. Y es que han conseguido regenerar los tejidos de una herida abierta sin hacer ningún injerto. Lo han hecho mediante la reprogramación de las células de la piel. Es decir, convirtiendo las células de la herida en células madre capaces de regenerar el tejido.
“Nuestras observaciones constituyen una prueba de la regeneración endógena de un tejido tridimensional completo como la piel, no solo de tipos de células individuales como se ha mostrado anteriormente”, explica Juan Carlos Izpisua Belmonte. “Este conocimiento no solo puede ser útil para mejorar la reparación de la piel, sino que también puede servir para guiar estrategias de regeneración en otras patologías humanas, así como durante el envejecimiento”.
Hasta ahora, las grandes heridas se trataban mediante cirugía o a través de cultivos celulares en laboratorio que después se injertaban en el paciente. Cualquiera de estos procesos se prolonga durante meses. Mediante la reprogramación celular del equipo del Instituto Salk, se desarrolló piel nueva en 18 días y la herida estaba completamente curada al cabo de tres meses.
Según los investigadores, con esta estrategia se podría reparar cualquier tejido dañado sin extraer células del cuerpo ni hacer cultivos en laboratorio. Esto abriría la puerta a multitud de tratamientos, desde tratar a grandes quemados hasta avanzar en la cura del cáncer de piel o desarrollar terapias estéticas para frenar los signos del envejecimiento.
“Todavía tenemos que hacer más estudios sobre la seguridad a largo plazo de nuestro enfoque y mejorar la eficiencia del proceso tanto como sea posible”, puntualiza Masakazu Kurita, investigador asociado de la universidad estadounidense y coautor del estudio.
Una obsesión biomimética
La reprogramación celular permite convertir cualquier célula en una célula madre pluripotente. Es decir, en una célula que puede dar lugar a cualquier otra. Hasta 2006, se creía que las células madre embrionarias eran la única fuente de células pluripotentes, como explican desde EuroStemCell. Fue entonces cuando Kazutoshi Takahashi y Shinya Yamanaka probaron que las células de la piel pueden reprogramarse. El descubrimiento les abrió la puerta al Nóbel de Medicina en 2012 e inauguró multitud de líneas de investigación alrededor de la regeneración celular.
A principios de este año, el laboratorio Reddien del MIT describió por primera vez cómo funcionaba la regeneración mediante células madre en las planarias. Es más, a partir de una única célula se ha conseguido regenerar un individuo completo. Otras investigaciones se centran en descubrir cómo las salamandras, que emplean un proceso de cura similar al nuestro, son capaces de regenerar extremidades y órganos. O cómo el pez cebra consigue regenerar el corazón o la médula espinal.
La naturaleza lleva siglos siendo una fuente de inspiración para la ciencia y la tecnología. No en vano, la biomimética es una de las especialidades del ser humano. Poco a poco vamos descubriendo los secretos del laboratorio biológico de la Tierra. Si la evolución ya ha conseguido innovar antes, ¿por qué no intentar copiarla?
Imágenes | Instituto Salk, Unsplash/Patrick Brinksma, Pixabay/qimono