La mayoría de los cánceres son curables si se detectan a tiempo. De hecho, la detección temprana es la única opción actualmente para reducir sustancialmente las muertes por cáncer.
Las pruebas diagnósticas incluyen análisis y procedimientos para confirmar la presencia de la enfermedad e identificar el tipo, la ubicación, el alcance y la etapa del tumor correctos. Muchas especialidades médicas entran en juego en este proceso, como radiólogos, patólogos y genetistas.
De dónde venimos en cáncer, a dónde vamos
Un diagnóstico completo y preciso del cáncer es el primer paso en el desarrollo de un plan individualizado de tratamiento del cáncer.
Además, a medida que evoluciona la medicina moderna, las nuevas tecnologías en el diagnóstico y la prevención temprana del cáncer también están evolucionando. Y tienen mucho qué decir, entre otras cosas porque gracias a ello los profesionales pueden entender y comprender mejor cómo se desarrollan y progresan estas enfermedades.
Si a eso le sumamos la disponibilidad de nuevas tecnologías de gran alcance, el enfoque y planteamiento para prevenir el cáncer (incluyendo la detección) y su tratamiento es ahora más refinado.
Empezando por el ADN
Identificar el cáncer en las primeras etapas ha sido durante mucho tiempo un área crítica de investigación. Sin embargo, el éxito en el logro de este objetivo puede ser a veces, un poco difícil.
Las pruebas de detección eficaces, en las que los beneficios establecidos superan los daños potenciales, sólo están disponibles para un puñado de cánceres y, en muchos casos, todavía no está claro si los cánceres detectados en la pantalla siempre necesitan ser tratados.
Una de las primeras tecnologías que más se están utilizando es la evaluación del tumor genómico.
Esta herramienta revela las alteraciones del ADN de la persona y que son responsables de impulsar el crecimiento de un cáncer. Mediante la identificación de las mutaciones que se producen en el genoma de una célula cancerosa, los médicos pueden entender mejor la causa del tumor y proporcionar terapias de tratamiento del cáncer más específicas.
Sin embargo, estas pruebas genómicas son relativamente nuevas y, por tanto, aún están en fase de desarrollo. Aunque su avance está siendo rápido, lo cierto es que solo se aplican a algunos tipos de cánceres.
Tu smartphone, un analizador
Pese a todo, hay empresas que siguen investigando en cómo mejorar la detección precoz del cáncer. Por ejemplo, una startup ha inventado un analizador de ADN del tamaño de un teléfono inteligente.
Q-Poc, catalogado como un “laboratorio de mano”, es la idea de la empresa tecnológica británica QuantuMDx, que asegura que el analizador puede diagnosticar con precisión muchas patologías: desde cáncer a enfermedades infecciosas en cuestión de minutos. El producto se encuentra actualmente en la fase de pruebas, pero la compañía espera obtener el producto en manos de los médicos a principios de 2018.
Este dispositivo de diagnóstico está diseñado para leer muestras biológicas enviadas a través de un cartucho de tamaño de tarjeta de crédito.
Analizando el ADN de los patógenos en lugar de las proteínas dentro de la muestra, el dispositivo funciona con la tecnología microfluídica, que esencialmente permite que los fluidos pasen a través de diferentes canales microscópicos de diferentes diámetros.
Sujeto a la aprobación regulatoria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), QuantuMDx espera lanzar inicialmente la unidad Q-Poc en Sudáfrica, antes de expandirse a otros mercados. La startup ya cuenta con una serie de organizaciones no lucrativas de desarrollo entre sus socios estratégicos, incluyendo la Fundación Gates y la Fundación Clinton.
En la saliva puede estar la clave
No es, sin embargo, la única tecnología que se basa en los fluidos corporales para analizarlos e intentar pronosticar, en estadios muy tempranos, la presencia de algún tumor.
La saliva es un líquido que produce el cuerpo y que ha demostrado tener unas propiedades idóneas para que pueda ser utilizado como diagnóstico. Ello se debe a que muchos de los biomarcadores que pueden indicar la presencia de un cáncer se pueden encontrar en la saliva (además de en la sangre y otros fluidos corporales).
Quizá por eso, y por la facilidad con la que se puede obtener muestras para ser analizadas con un bajo impacto para el paciente, la saliva está perfilándose como un gran campo de batalla y de esperanza. Si se logra dar con la manera de utilizar la saliva para detectar el cáncer en fases tempranas, podemos conseguir unos mejores tiempos de supervivencia del paciente y lograr un diagnóstico más temprano de la enfermedad.
Se trata de desarrollar tecnologías no invasivas que pueden aplicarse sin que tampoco sean necesarios procedimientos complicados y costosos.
Los métodos estándar actualmente aceptados para el desarrollo de biomarcadores incluyen cromatografía, espectometría de masas, electroforesis en gel, microarrays y cuantificación basada en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Sin embargo, el diagnóstico salival es un nuevo y esperanzador campo en el que se están desarrollando nuevas tecnologías asociadas.
Esas tecnologías ayudarán a introducir programas de cribado basados ??en la población, permitiendo así la detección temprana, la evaluación del pronóstico y la vigilancia de la enfermedad. Ya se está trabajando en recopilar y poner a punto todas estas nuevas tecnologías y herramientas de diagnóstico para la detección temprana de enfermedades cancerosas basadas en la saliva.
El MIT también tiene algo que decir
En este camino por detectar antes y mejor la presencia de un tumor, son muchos los investigadores implicados.
El MIT no podía faltar tampoco en este ímpetu. Una nueva tecnología desarrollada en el MIT puede ayudar a facilitar la detección de biomarcadores. Los investigadores, liderados por Sangeeta Bhatia, han desarrollado nanopartículas que pueden albergar un tumor e interactuar con las proteínas del cáncer para producir miles de biomarcadores, que luego pueden detectarse fácilmente en la orina del paciente.
Este sistema de amplificación de biomarcadores también podría usarse para hacer un seguimiento de la enfermedad y rastrear cómo los tumores responden al tratamiento, según explican John y Dorothy Wilson, profesores de Ciencias y Tecnología de la Salud y de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación en el MIT.